Por: Andrea Rendón |@andrearendon__
Durante esta edición de Cannes, tuvimos la oportunidad de cubrir la Semaine de la Critique y de asistir a sus funciones en el ya legendario Espacio Miramar. La Semaine se caracteriza por ofrecer la oportunidad a nuevos cineastas y sus voces, además de abrirles el camino en la industria del cine y ofrecerles un gran reconocimiento a nivel mundial.

Esta edición no fue la excepción y como muestra de la gran calidad de su programación, NUESTRAS MADRES (película del guatemalteco César Díaz y producida por Pamela Guinea, Delphine Schmit y Géraldine Sprimot) ganó la Cámara de Oro, el premio que reconoce a la Mejor Ópera Prima del Festival.
El tema del genocidio vivido en Guatemala sigue siendo profundamente doloroso y vive en la mente de gran parte de la población, ha sido llevado al cine documental gracias a la importante aportación e investigación de años por Pamela Yates, quien con «CUANDO LAS MONTAÑAS TIEMBLAN» puso en el panorama internacional a una joven activista y luchadora social: Rigoberta Menchú y quien en la más reciente edición de Ambulante presentó «500 AÑOS», documental final sobre los 500 años de sometimiento y despojo a los indígenas, el cuál termina en justicia gracias al encarcelamiento del principal autor intelectual de los asesinatos: Efraín Ríos Montt; pero aún queda mucho por hacer.
Cientos de familias destrozadas tras la desaparición de hombres, mujeres y niños, años sin saber de ellos, búsquedas incesantes, descubrimiento de fosas y huesos que pueden ser de un ser querido, son una herida que no ha sanado y no cerrará por completo.
César Díaz supo tomar esta historia que tanto ha marcado a su nación y la convirtió en un espejo fiel de los sentimientos de cada uno de los involucrados: familias de desaparecidos y víctimas de la violencia ejercida por el gobierno. No es de extrañar que al terminar de la función, cada uno de los presentes nos encontrábamos mirándonos con lágrimas en los ojos tratando de encontrar una especie de consuelo después de haber entrado en la vida de los personajes principales: Cristina y Ernesto.
Ernesto (Armando Espitia). es un joven antropólogo quien compara restos encontrados con las pruebas de ADN de personas que buscan a sus seres queridos. Un día, llega una señora a pedirle que intervenga para realizar una investigación en una fosa que encontraron recientemente, la cual, piensa que puede ser de su esposo. Ernesto se encuentra en un dilema, hacerlo, sería darle la vuelta a ciertos protocolos de la oficina pero la historia de pronto se encuentra cruzada con su vida, la de su padre (guerrillero de la oposición) y su madre Cristina, quien no ha logrado superar la violencia de su pasado.
Ver el dolor de mujeres, madres y esposas tras desconocer a donde fueron llevados sus seres queridos es devastador, Díaz logra ponernos en la piel de los personajes como ningún otro director lo hizo en Cannes 2019.
Armando Espitia, quien da vida a Ernesto, es un joven actor mexicano con una gran experiencia en cine, a quien conocimos por su papel protagónico en HELI de Amat Escalante. El dolor no tiene nacionalidad y traspasa fronteras, gracias a esto, Armando nos regala en NUESTRAS MADRES su actuación más íntima y profunda.
Es realmente significativo que la mayoría de las personas que buscan a sus seres queridos sean mujeres. Cada una de ellas tiene una historia diferente que contar, cada una de ellas tiene el corazón y el alma rota por un destino que llegó sin avisar y les arrebató desde su amor hasta su dignidad, hombres que llenaron de tristeza su vida sin ni siquiera tener una razón más que las órdenes de desconocidos que buscaban a toda costa el poder y las tierras.
Emma Dib quien encarna a Cristina es un personaje que nos demuestra este dolor, una madre que sufre por su hijo y por lo que nunca podrá borrar. El pesar de su historia nos hace acercarnos a ella y querer abrazarla.
NUESTRAS MADRES es un título tan cierto y emblemático para esta película, es el resumen que nos lleva a pensar en todas aquellas mujeres que luchan día con día para saber la verdad y un homenaje a todas nuestras madres incansables que seguramente, si algún día no volviéramos, nos buscarían eternamente hasta lograrlo. Aplaudimos a Pamela Guinea por su trabajo tan admirable para lograr esta cinta.
El equipo que realizó la película en su mayoría fue femenino: tres productoras, Virginie Surdej (directora de fotografía), que en palabras de Armando Espitia «es una de las mujeres mas inspiradoras y talentosas que conozco», Beatriz Lantán, la maquillista, las vestuaristas, en fin. Era un set dirigido por talentosas mujeres.
Esperemos pronto llegue a México durante el FICM y que todos puedan verla. Cinta necesaria y aunque ocurre en nuestro país hermano, no deja de ser tan cercana con lo que vivimos en un país con miles de personas desaparecidas.
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