Por: Andrea Alejandra Herrera | @AndreaLeji
El director Ari Aster (El legado del diablo, Midsommar) nos trae su tercer largometraje: Beau tiene miedo (2023), una experiencia cinematográfica en el más puro sentido de la expresión. Aster ya ha probado anteriormente que es capaz de generar miedo en la audiencia, pero con esta nueva película demuestra que puede perturbarnos con pura confusión y, aunque resulte extraño, comedia.

Beau y su viaje dentro de sí mismo
Beau tiene miedo sigue a Beau, un joven que vive con ansiedad y que tiene por delante la tarea de visitar a su madre por ser el aniversario luctuoso de su padre. En su intento por llegar con ella, Beau enfrenta muchos obstáculos que lo llevan por un camino de autodescubrimiento, enfrentándose a traumas del pasado y a miedos y culpas actuales.
No solo la dirección de la película, sino también el guion estuvo a cargo de Ari Aster. La historia es una expansión de un cortometraje que el realizador había estrenado en 2011 titulado Beau. Y, hay que decirlo de entrada, lo que vemos en pantalla no es para cualquiera. Entiendo que la película pueda polarizar las opiniones: habrá muchos a quienes les encante y también habrá muchos detractores. Pero tal vez eso sea, en sí mismo, un indicativo de que nos encontramos ante una obra sumamente interesante.

Como mencionaba, Beau tiene miedo funciona como un ejercicio de autoexploración para el personaje principal. Durante el trayecto a casa de su madre, Beau se enfrenta a las verdades que hay detrás de su ansiedad; su posible origen y cómo la relación que tiene con su mamá influyó en la persona que es. Mientras recuerda ciertos aspectos de su infancia y adolescencia, descubrimos que la dinámica de Beau y su madre no es precisamente sana. Hay muchos elementos de abuso físico y emocional presentes, y un acercamiento edípico a la figura materna.
Sin embargo –y esto es por lo que a muchos tal vez no les agrade– la película no está tan interesada en responder preguntas como lo está por hacerlas. El viaje que está retratado es más una inmersión por la psicología de Beau y, por tanto, está lleno de simbolismos y subtexto interesantes que despiertan nuestra curiosidad como audiencia. Las lecturas a la película y su significado variarán de persona a persona y no hay ninguna confirmación de interpretación.

Instrumentos para el terror
Por otro lado, esta falta de explicaciones no nos impide conectar con la historia. Porque los temas de miedo ante un mundo caótico, culpa por cómo manejamos ciertas cosas y miedo ante la incertidumbre son algo universal. Además, podemos empatizar con Beau, gracias a la increíble interpretación de Joaquín Phoenix. No es la primera vez que el actor participa en una cinta de terror, recordemos Señales (2003) o La Aldea (2004); y tampoco es la primera vez que trabaja a nivel íntimo con un personaje, recordemos Joker (2019). Y, aquí, el histrión combina ambas habilidades para hacer un retrato honesto y desgarrador de Beau.

Los aspectos técnicos de la película son igualmente notables. Ari Aster ha distinguido a sus películas por tener “scores” inquietantes y que te consumen para hacerte sentir totalmente inmerso en la historia. En esta ocasión vuelve a colaborar con el compositor Bobby Krlic, conocido también como The Haxan Cloak, con quien trabajó en Midsommar. De hecho, la música tiene ciertas notas que evocan a ese segundo largometraje de Aster, pero manteniendo su identidad propia.
Y, mención especial para la secuencia de animación que hay dentro de la película. Hay un punto en el que Beau está viendo una obra de teatro y se ve sumergido en los diálogos y la escenografía. Ese trance que Beau atraviesa es representado de una manera muy bella con una secuencia que combina realidad y animación. Este trabajo estuvo a cargo de Cristóbal León y Joaquín Cociña quienes, a su vez, llamaron a Jorge Canada Escorihuela como supervisor de efectos visuales / productor de animación. Aster conoció a León y Cociña cuando produjo su cortometraje Los Huesos (2021) y ellos ya habían obtenido reconocimiento gracias a su corto stop-motion de terror y drama La Casa Lobo (2018).

Así pues, Beau tiene miedo es una propuesta fascinante. Puede gustar o no, pero es innegable que se trata de toda una experiencia sensorial que puedes disfrutar haciendo el ejercicio mental de darle una interpretación o que puedes absorber dejándote llevar por lo que ves en pantalla y lo que te hace sentir en el momento. Es un trabajo cinematográfico valeroso y que dará mucho de qué hablar incluso en años venideros. Definitivamente, vale la pena que le den una oportunidad a pesar de contar con casi tres horas de duración.

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