Por: Eugenia Fernández | @LaEugeSs
¿Qué pasa cuando la superestructura social le falla a las mujeres? ¿Qué hacer con la rabia y miedo de saber que el agresor puede ser tu vecino, hermano o papá? ¿Queda alguna salida cuando la misma comunidad no sólo protege al agresor, sino ordena su perdón? ¿Habrá un mejor futuro para las mujeres? Estas son algunas de las interrogantes lanzadas en Women Talking, la película escrita y dirigida por la canadiense Sarah Polley que es una adaptación del libro homónimo escrito por la también canadiense y ascendiente de una comunidad menonita, Miriam Toews.

La historia de Ellas Hablan (Women Talking), tiene su inspiración en un caso real sucedido en 2009 en Manitoba, una comunidad de menonitas en Bolivia. En esta adaptación cinematográfica, los sucesos se desarrollan en 2010 cuando las mujeres de una comunidad menonita, además de sufrir actos de violación de manera constante son invisibilizadas por los líderes de la colonia que les hacen creer que los ataques son producto de su imaginación femenina salvaje. Dichos ataques paran cuando una de ellas atrapa a uno de los agresores y este delata a sus cómplices, siendo un total de nueve hombres los que son llevados a prisión.
No hacer nada, quedarse y luchar, o irse son las opciones que se despliegan en el tagline del póster de la película y es el dilema que en dos días tienen que resolver antes de que regresen sus agresores a la colonia. Con ayuda del maestro de la comunidad, que sabe leer y escribir se toma la minuta de lo discutido en las reuniones para dejarlo como un antecedente histórico para las futuras generaciones.

Para entender el contexto de está poderosa historia debemos analizar el eje que juega la religión, en este caso como un mecanismo de poder y manipulación para que las mujeres perdonen a sus agresores o de lo contrario no entrarán al reino de los cielos. Sin embargo, gracias a las conversaciones que tienen estas mujeres es que pueden reinterpretar los mandatos religiosos de su comunidad y canalizarlos hacia el amor a dios y al prójimo, esto es lo que les da la pauta para encontrar una solución.
Este filme como lo mencionó su directora al recibir el premio de la academia como mejor guion adaptado, es un acto de democracia donde se puede avanzar sin violencia a través del diálogo. Para que pueda existir una democracia se deben considerar diversos puntos de vista, en Ellas Hablan estos nacen de las situaciones particulares de violencia sufridas por las mujeres y como esos hechos dictaminan su historia y forma de pensar.

Por un lado están las revolucionarias que son Salome (Claire Foy), la que atrapa a uno de los agresores y representa de manera más física la rabia por los ataques, Ona (Rooney Mara) que también tiene una representación física de la consecuencia de estos ataques al estar embarazada (ella tiene una visión soñadora del futuro en donde todos sean iguales ya que en la colonia sólo los hombres tienen acceso a la educación) y Greta (Sheila McCarthy) que es una de las mujeres grandes y que expresa la sabiduría de pensar en el futuro a través de analogías de sus yeguas.
La contraparte son las mujeres que el sistema patriarcal a logrado domar haciéndoles creer que no hay un mundo a fuera de la comunidad, dicha visión está representada por Janz (Frances McDormand) y su hija Anna (Kira Guloien) que se rehusan a formar parte de las reuniones y Mariche (Jessie Buckley) que al ser constantemente golpeada y abusada por su esposo Klass, representa una visión bastante diferente enfocada en que las cosas no pueden cambiar.

En esta democracia existe un tercer eje que son las mujeres que han perdido su voz, ya que el trauma de las agresiones es tan impensable y tabú que no pueden expresarlo. Esta parte de la historia se representa en Nettie/Melvin la cual, literalmente ha hecho un voto de silencio por sentirse extraña en su propio cuerpo y haber perdido un bebé que se presume era de su hermano y por Mejal que al no poder expresar lo sucedido, tiene ataques de ansiedad como una forma de liberar sus emociones.
Si bien es cierto que la historia es una celebración a la unión de las mujeres para cambiar, esta transformación nace de la esperanza de dejarle un mejor futuro y libre de violencia a las siguientes generaciones. En la comunidad las generaciones futuras caen en manos de las las adolescentes Neitje y Autje, la hija pequeña de Salome Miep y el bebé que Ona carga en su vientre.
Esta película es una obra impresionante que no puede pasar desapercibida, ya que además de tener las actuaciones magistrales de Jessie Buckley, Rooney Mara, Claire Foy y Frances McDormand, es una historia que permite la discusión y análisis de la base del feminismo y que Sarah Polley (directora de la cinta), pone extremo cuidado en abordar para que no caiga en una de lucha de mujeres vs hombres, sino un ejercicio de igualdad, donde claro que puede haber aliados, como lo es August, el maestro de la escuela y él que toma la minuta en las reuniones.
En el caso particular de esta historia, la igualdad es generar las oportunidades para que las mujeres desde niñas stengan acceso a la educación, que sepan leer, escribir y pensar más allá de la comunidad donde viven. Sólo así los hombres las dejaran de ver como objetos para satisfacen sus necesidades, ya que como bien menciona Greta en una de las conversaciones, los animales tienen más derechos y respeto que nosotras.
Aunque es una historia cruda que duele, se siente cercana y te deja con el nudo en la garganta, especialmente en este mes de marzo, el cuál es histórico para las mujeres, el filme logra terminar con una promesa esperanzadora para las futuras generaciones, en donde se asegura que “Tu historia será distinta a la nuestra”.
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