Por: Natalia Albin | @_nataliaalbin
Blue Jean es el debut de la escritora y directora Georgia Oakley y, como parece ser el consenso dado su nominación al BAFTA, es uno de los debuts más prometedores de los últimos años. Situada en Newcastle, Inglaterra en 1988, la película se dedica a mostrar la intersección entre política y vida privada. Sigue la historia de Jean (Rosy McEwen), una maestra de educación física de secundaria durante la introducción de la legislación de la Sección 28 propuesta por el gobierno de Margaret Thatcher.

La Sección 28 proponía la “prohibición de promover la homosexualidad mediante enseñanza” y decía que las autoridades no debían “permitir que una escuela pretendiera normalizar la homosexualidad como una relación familiar” (citas tomadas de la Sección 28). Esta legislación estuvo vigente desde 1988 hasta 2003.
El contexto político y las menciones de la legislación están presentes desde el principio de la película, pero quizá al no ser británica y, por lo tanto, nunca haber escuchado de las Sección 28 ni sus repercusiones, observé otras sutilezas en la narrativa más que el enfoque en la legislación. Desde los machismos y violencias inherentes en los programas de tele que Jean ve sin ojo crítico hasta el patrón de violencia que viene con ser queer y sentirse observada.

Jean se piensa como una mujer liberada – divorciada de una relación heterosexual, con un cambio de look a pelo corto y decolorado, frecuentando bares lésbicos con su novia Viv y viviendo una vida relativamente libre de violencia externa. Sin embargo, siempre hay una claridad en que inclusive ella se rehúsa a aceptarse totalmente – a ser vista. Es una vergüenza por la cual es difícil culparla. En los años 80, aún sin legislaciones explícitamente prohibiendo la homosexualidad, la homofobia era la norma. Jean se muestra orgullosa de “no llevar su sexualidad puesta como una medalla,” y parece, silenciosamente, juzgar el estilo de vida genuinamente abierto de su novia y sus amigas.
Cuando una nueva estudiante queer, Lois, entra a la clase de Jean, sus pretensiones de mantener su vida privada separada de su trabajo poco a poco se desmoronan. Nunca hay una atracción a Lois, sino un reflejo. Lois, aunque un poco más abierta y confiada que Jean en una manera sumamente adolescente, también tiene miedo a ser vista.
En una escena particularmente conmovedora, Jean está jugando netball y, al tener la pelota, todas en clase la están viendo. Eso se convierte en una cámara lenta donde las miradas se convierten, literalmente, en un acto de violencia. Las otras niñas la atacan aunque sea parte del juego, es claro el miedo que tiene Lois a ser vista tal y como es.

Un diálogo de Viv se queda particularmente sellado al resumir, en palabras sentimentales, la importancia de la representación y apoyo que necesitan las personas a los márgenes de la sociedad, especialmente en momentos políticamente turbulentos: “¿Cómo va a sentir [Lois] que tiene un lugar en este mundo si tú, sobre todas las personas, le dices que no lo tiene?”
La relación entre Lois y Jean, quien se piensa a regañadientes como su mentora, refleja la relación de Jean con el contexto político. La tensión reside en las claras intersecciones entre política, vida privada y trabajo y la necedad de ignorarlas.

Aún tratando temas de los 80, Blue Jean deja al espectador pensando en las maneras en que nuestras propias miradas pueden ser violentas, aún en un mundo occidental que se considera relativamente ‘liberal’. Hay partes, particularmente en el tercer acto de Blue Jean, en que el ritmo y guion se sienten como un debut – no particularmente malos, sino un poco torpes. Pero en sus mejores momentos, es claro el talento de Oakley – no sólo en escritura y visión, si no en dirección de actores. Irónicamente dados los deseos de su personaje, Rosy McEwen es difícil de ignorar en pantalla.
Blue Jean estrenó en Septiembre 2022 en el Festival de Cine de Venecia y está siendo distribuida por Altitude Films.

Natalia Albin
Es una escritora y emprendedora mexicana viviendo en Londres. Sus escritos generalmente examinan las conexiones entre justicia social, inmigración y feminismos con cine, arte y cultura.