Por: Celina Manuel | @zeppelina0
La memoria puede ser un lugar hostil y doloroso, pero también uno muy poderoso para buscar respuestas posibles. Indagamos en nuestro pasado para mirarnos y darnos sentido. Escarbamos huellas en los escombros para que nos cuenten historias. Buscamos mirarnos en nuestros ancestros y paisajes remotos en el tiempo, que colisionan y convergen con el presente y el futuro.
Pienso en lo poderoso de una comunidad desenterrando con sus propias manos una iglesia, una casa, un puñado de semillas y recuerdos que fueron sepultados por la lava. En lo importante que es para muchos pueblos originarios el territorio que habitamos o deshabitamos y en la fragilidad de una memoria y cosmovisión anclada en una naturaleza y sociedades tan pulsantes, de un volcán que hierve de vitalidad y que habla a través de los sueños.
Antes de la erupción del volcán Chichonal en 1982, la Piowachue (el espíritu del volcán en la cosmovisión zoque), deambulaba entre las calles de varias comunidades, como una premonición del estallido que terminaría sepultando a pueblos enteros y desterrando a los sobrevivientes. Ahora, Piowachue es un volcán que camina, que mira y que habla a través de los sueños a los pobladores del Nuevo Guayabal, para hacer un llamado a desenterrar la vieja iglesia, a sus fantasmas y a la memoria que yace enclavada en el paisaje llano y los objetos en donde solía ser Esquipulas Guayabal.

La misión de excavar un pueblo y su memoria, fue acompañada y registrada por los cineastas Tania Ximena y Yollotl Gómez Alvarado, en el documental Pobo ‘Tzu’ (Noche Blanca), quienes comenzaron a darle forma a este proceso de remembranza junto a Román, investigador autodidacta de la lengua y la cultura zoque y quien, de acuerdo a la codirectora Tania Ximena, fue la primera persona que les presentó el antiguo pueblo y surgió en entrevistas previas esa imagen del potrero llano y los recuerdos de lo que fue antes. “Ese hablar de lo que ya no está, con ese dolor y con ese amor. Porque Román decía ‘Yo siempre voy a volver aquí, porque aquí está mi ombligo’. Ese fue el origen”, comenta la codirectora, con quien tuvimos la oportunidad de hablar más del proceso detrás del documental.
Pobo ‘Tzu’ se trata de un ejercicio de memoria, pero también de sanar un pasado herido y tras siete años de trabajo, ¿Cómo llegaron a ese punto?
A través del amor por volver a ver el pueblo y conciliarse también con el espacio, con el volcán que los desterró, que está ahí a 3 km. Pero reconciliarse con todo ese dolor fue un acto muy grande y fuerte, ellos mismos excavando, encontrando cosas y todo el tiempo iban recordando y contando historias del atrio o de las escaleras. Todo el tiempo estaba ahí el recuerdo.
Durante el documental, además de los sueños como parte importante de la narrativa, también están los poemas de Trinidad, la mirada flotante de un volcán vivo y que forman parte de la cosmogonía zoque, ¿Cómo fue el proceso para definir esa mirada?
Fue con Trinidad y Yollotl principalmente. Muchas imágenes surgieron a partir de un libro de poemas de Trinidad, que editamos en 2015. También está toda la sección de los nahuales que él construye y las entidades naturales como la niebla y la lluvia, que fueron el sustrato para ir construyendo este paisaje animista. Y con la Piowachue era importante darle su lugar a ese personaje, del volcán que camina y que habla con Fulgencia a través de los sueños. Ella siempre me contaba sus sueños, las últimas veces me contó que la Piowachue le dijo “no hicieron bien esto” y me asusté. También buscamos referencias que nos ayudaran para hacer este punto de vista del volcán, especialmente una que se llama Hukkle (2002), de György Pálfi.
También está presente la mirada desde los escombros y las ruinas durante la excavación, ¿se pensó así desde un inicio?
Sí, esa mirada estuvo presente desde la construcción del guion, aunque siempre fue un guion muy abierto. Conocíamos cosas por los testimonios de los sueños y así como estaba marcado darle lugar a la Piowachue, también el darle el punto de vista desde los fantasmas, de lo que quedó ahí. Sabíamos por ejemplo que la familia de Trinidad falleció en ese lugar, entonces sí había un poco la intención de mostrar la visión de los que habían quedado enterrados. De lo que está ahí bajo tierra.

Hay imágenes de asambleas y reuniones de la comunidad, así también de rituales que parecerían muy íntimos, como el de la misa para darle descanso a las almas que quedaron, lo que me hace pensar en una relación muy estrecha con la misma, ¿Ya vieron el documental? ¿Seguirá la colaboración con la comunidad?
Ha sido complicado, porque no lo vieron todos juntos, entonces lo que yo tengo son testimonios separados. Pensaba presentarlo en su fiesta patronal el 15 enero y mientras yo estaba en diálogos con ellos para organizarlo, entraron a un conflicto muy grave y los desplazaron. Ya no está la comunidad como se ve en la película. Han surgido una serie de desplazamientos por un conflicto territorial interno. Entonces no pudimos presentarla ante todos
A Trinidad se lo mostramos desde un inicio, en edición, porque ayudó en la parte de la traducción y Doña Fulgencia estuvo en dos funciones de FICUNAM y en Chiapas. Se la mostré al hijo de Román porque falleció y fue muy fuerte porque es su legado. Ahora hicimos una gira en comunidades zoques, algunos dicen que les hubiera gustado aparecer más. A otros les da un poco de miedo verla porque están desplazados y les recuerda mucho lo que solía ser su hogar, entonces les da tristeza ver que eso ya no es.
También lo vieron los miembros de la academia zoque, estaban muy conmovidos por ver la iglesia de nuevo. El cineasta y artista visual Saúl Kak estaba muy emocionado, me dio mucho gusto que él se sintiera identificado, porque fue de los que no regresó, ya que sólo una parte de la comunidad decidió regresar tras una reubicación. Él entendía la necesidad de su padre por regresar, esa nostalgia de algo que él no vivió, por querer regresar al lugar donde nació. Entonces fue muy gratificante escucharlo.
En cuanto a seguir colaborando con la comunidad, tengo seguimiento con algunos proyectos, por ejemplo un chico que estuvo muy involucrado en Pobo ‘Tzu’ quiere hacer un documental, estamos viendo cómo asesorarlo.
Para ti, ¿Qué es la memoria?
Es imaginar posibilidades, creo que, en general, hablo de la memoria pensando en algo que ya no está o está en desaparición. Pienso y trato mucho con estos vínculos como la erupción o un glaciar que desaparece o esas posibilidades futuras de perderse. De manera personal, tengo un proyecto en edición que tiene que ver con la desaparición del Pico de Orizaba y la inminente reducción del Río Jamapa, entonces, sí es un trabajo de memoria, pero pensándolo a la inversa, preguntándonos cómo será cuando ya no esté y cómo se concibe esa desaparición futura desde varias visiones: científicas, culturales y desde un pensamiento más místico.