Por: Eugenia Fernández | @LaEugeSs
“El infierno son los otros” es la premisa Sartriana que aplica perfectamente para este thriller/slasher dirigido por Halina Reijn, donde todo empieza con una inocente escapada de fin de semana de un grupo de jóvenes que incluye un huracán, alcohol, drogas, juegos y varios cuerpos que revelan falsas amistades.
Las co-protagonistas de este filme son Sophie (Amandla Stenberg) y Bee (Maria Baklava), quienes son una pareja que lleva poco tiempo de relación y durante los primeros minutos de la película comparten unos apasionados besos en medio del bosque, los cuales, escalan hasta las caricias y jadeos que Bee detiene súbitamente, lo que te hace pensar en el típico estereotipo de las películas slashers donde los personajes sexualmente activos son castigados por un asesino y la única sobreviviente es aquella chica que no se deja dominar por sus apasionados deseos. ¿Acaso Bee será la final girl?

Sin embargo, como toda película con sello del estudio A24, las cosas no son lo que parecen y especialmente en «Bodies Bodies Bodies», esta es una característica recurrente que en la trama que se va desenvolviendo poco a poco gracias a la dinámica de este grupo de amigos que a pesar de conocerse de toda la vida ocultan pequeños secretos.
La mejor manera de revelar esas verdades incómodas es poniendo a los personajes en situaciones extremas y Sarah Delappe (guionista) así como Halina Reijn (directora) lo saben, así que cuando azota el huracán y quedan confinadas en la lujosa mansión, se empieza a sentir en el aire una tensión que indica que el desastre se acerca.

Por un lado está David (Pete Davidson), dueño de la casa que necesita ser el macho alfa y Greg (Lee Pace), el peculiarmente mayor y atractivo novio de su amiga Alice (Rachel Sennott) lo pone en jaque y luego tenemos a Sophie una ex adicta que hasta el momento ghosteaba a sus amigos. Después está Jordan (Myha’la Herrold) que aparentemente se le insinúa sutilmente a Bee, más tarde les revela la posibilidad de que Jordan tuviera relaciones con Sophie y como la cereza del pastel está el enigmático Max (Conner O’Malley), que una noche antes confiesa que tiene sentimientos hacia Emma (Chase Sui Wonders), novia de David para después desaparecer dejando a sus amigos abandonados.

Así es como este cúmulo de situaciones empiezan a formar un huracán mucho más peligroso que el que se encuentra afuera pero este fenómeno meteorológico necesita un empujón para suceder y eso pasa cuando Sophie propone jugar «muerte, muerte, muerte«; un juego dónde mediante papelitos entregados al azar se selecciona a un asesino el cual tiene que ser descubierto antes de que mate a todos los participantes. Con emoción todos deciden participar excepto por Emma que alega que el juego es peligroso porque saca lo peor de las personas. Tal cual se hizo la predicción de mal clima, 5 minutos después aparece el primer cuerpo y lo que parecía un simple juego se convierte en una lucha para sobrevivir y descubrir quién mató a David.
Este thriller/ slasher es una propuesta bien escrita e inteligente que te mantiene al filo del asiento para descubrir quién es el asesino y sacudirte con ese punchline final que empezabas a sospechar pero en los últimos 20 min confirmas.
Además de manera sutil, pone sobre la mesa temas susceptibles pero que es importante tomar en cuenta cómo: la masculinidad tóxica, la hipocresía entre amigos y quién es crucificado socialmente por consumir drogas y quién puede hacerlo saliendo bien librado.

En «Bodies Bodies Bodies» nadie es inocente (tal vez solamente Alice), quien es la única que genuinamente admira a sus amigos e inclusive tiene un podcast de ese tema.
Para finalizar, la trama no resuelve todo, permitiendo extender la conversación más allá de sus 94 min de duración dejando abierto uno de los conflictos principales. Es algo que se puede discutir después de que vean la película.