Por: Jessica Loher
La vida en el campo es sencilla y más emocionante que la citadina, o al menos así es como el protagonista de la ópera prima de Isabel Vaca, la considera.
El documental de una hora y cinco minutos nos muestra diversos fragmentos de cómo es la vida en el campo de Bryan Campos Cortés, o Bryan Cortés a secas, como tiempo después nos enteramos que prefiere ser conocido el niño protagonista de esta historia en la que una familia de vaqueros le permite a la audiencia, indagar de manera respetuosa en cómo un niño se va convirtiéndo en un pequeño adulto ante la falta de un padre que nunca volvió tras perseguir el sueño americano y la presencia intermitente de una madre que para darle una vida mejor a su hijo, debe dejarlo por largas temporadas para ir a trabajar.

A pesar de contener un par de escenas donde la violencia se hace presente de manera sutil, la película mantiene todo el tiempo un tono ligero y amable, resultado seguramente de la relación que la directora y el equipo construyeron con sus personajes. Es imposible no mencionar que la inocencia con la que el protagonista ve el mundo que le rodea, queda plasmada de manera prudente en este documental lleno de campos abiertos, becerros, vínculos familiares y botas vaqueras.

Si bien se nota que la familia Cortés nunca se acostumbró a la presencia de la cámara, a excepción de Bryan y su primo, Isabel Vaca supo cómo aprovechar los momentos en que parecían sentirse cómodos y hasta vulnerables. Dando a conocer las personalidades de cada uno de los familiares, entre ellos los abuelos, tíos, y primos quienes a simple vista se nota son el ancla de Bryan.

Hay una parte que rompe con toda la aparente armonía que abunda en su vida, y es cuando uno de sus tíos le dice de manera irónica: “¡Tú que vas a ser licenciado…!” cortándole las alas cuando apenas está tomando vuelo. Este breve momento de poca fé, me hace preguntarme si la emoción de Bryan por la vida vaquera no es más que un reflejo de la limitación que, a puerta cerrada, su familia ha construído a su alrededor. No por malas personas, sino porque conocen de primera mano lo difícil que en realidad es la vida dentro y fuera del pueblo en el que viven.
La escena final de Temporada de Campo genera emociones encontradas en quien escribe este texto, por un lado: me emociona la idea de que a tan corta edad Bryan sepa que las decisiones que su padre tomó post el sueño americano, no fueron las correctas y por otro, me preocupa que se haya retratado el aula de una escuela como una especie de jaula donde el sol brilla más afuera que adentro.

A pesar de esto último, me parece que la directora Isabel Vaca involuntariamente invita a la audiencia a reflexionar sobre si las realidades que se viven fuera de lo urbano son el estilo de vida ideal que tanto nos hacen falta en esta época donde estamos tan desconectados de lo que nos rodea.
Temporada de campo está disponible en salas de cine gracias al apoyo de Piano Distribución y forma parte de la gira de documentales de Ambulante en su edición 2022.