The Final Cut: La vida inmoral de la pareja ideal – cinco años después

Por: Sofía Ponce de León | @sofindiee

En el aniversario de La vida inmoral de la pareja ideal, repasamos las razones por las que se convirtió en una de las romcoms mejor acogidas de nuestro país en los últimos años.

En un día como hoy del 2017, Manolo Caro estrenaba su cuarta película como director bajo un panorama abundante en comedias románticas (8 tan solo ese año) y un México que no daba cabida a más. Lo sorprendente no es tanto el recibimiento que tuvo en ese entonces, sino el cariño desmesurado que ha florecido cinco años después en forma de tiktoks con las icónicas canciones de la película, teorías sobre los caballitos de mar y una posición casi permanente entre “lo más visto esta semana” de Netflix.

La vida inmoral de la pareja ideal cuenta la historia de un amor adolescente que se reencuentra 25 años después solo para darse cuenta de que nunca debieron separarse. Y si bien para mí es muy fácil deducirlo, a Lucio y Martina les rompe el orgullo llegar a confesarlo, porque no hay rechazo que duela más que el de verte completamente sobrado en la vida de una persona feliz.

Mientras que el amor y la nostalgia son los dos temas pilares de la película, también se discute y se juega con conceptos como el poliamor, las drogas, la bisexualidad, la religión o la lealtad, que las actrices abordan sin ningún morbo. Hay algo muy especial de ver a Ximena Romo y Cecilia Suárez encarnando al mismo personaje y algo muy atrevido de Mariana Treviño haciendo chistes con tan solo miradas. Sí, es una comedia mexicana, pero equilibrada gracias al drama desde donde aborda esa melancolía por los 90’s.

Puedes deducir la psicología de cada personaje a través de la música que escuchan. Desde Los Prisioneros cuando Lucio y Martina se conocen, Amarillo Azul cuando Amelia se da cuenta que le están robando a su amiga y mucho Soda Stereo relatando la evolución del amor entre los protagonistas. Si el tono natural y cómico que consiguen las actrices es mi elemento favorito del film, la banda sonora es lo segundo; no solo por su uso como recurso narrativo sino también para atraer a audiencias de muchas edades (ponerme a ver esta película con mi mamá un viernes por la noche cenando sushi y cantando juntas Estrechez de corazón? Es que no tiene precio).

Y la joya de la corona (y que a su vez le distingue del 85% de las comedias románticas mexicanas) es ambientar la historia en San Miguel de Allende. Funciona como el escenario ideal para ese reencuentro entre Lucio y Martina, ya que en sí, la arquitectura y diseño urbano de la ciudad guardan una memoria histórica que eleva la cinematografía.

He perdido la cantidad de veces que he visto esta película. Claro que hay más, claro que hay mejores, pero mi corazón ya le pertenece a Cecilia Suárez y Manuel García Rulfo bailando a ambos extremos de la mesa porque son incapaces de ceder una declaración amorosa. Así que aquí esperaré: a que lleguen nuevas romcoms que me contagien de ese gozo.

Sofía Ponce de León
Escribo sobre cine pa’ entender el cine que (algún día) quiero hacer. Actualmente resido en Barcelona y mi sueño es tomarme un vermut con Carlos Vermut.

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