Por: Carime Esquiliano | @carimeconc
Hará unos 15 años, poco después de saberme convencida sobre mi dedicación cinéfila, que hice una promesa conmigo misma: nunca jamás volvería a ver un chick flick. Para ese entonces ya había visto una extensa dosis del género cinematográfico; después de todo, crecí en la década de los 90s y principios de los 2000s.
El viernes pasado rompí esa promesa y fui a ver Cásate conmigo (Kat Coiro, 2022). Valga la oportunidad para decirlo. Cásate conmigo es todo lo que su trailer (repetido de manera compulsiva y hasta el cansancio) anuncia. No hace falta verla para conocer su contenido, pues es un contenido redundante y desgastado donde un hombre y una mujer se conocen, se enamoran y concluyen que ese amor todo lo puede, que será sostenido por siempre, por el resto de los tiempos y que será también lo más trascendente que habrán experimento jamás. Cásate conmigo -como cualquier otra película de su tipo- es una aberrante fantasía de lo que el amor debe de ser.

La cinta reproduce escenarios estándares de su propia condición con toda certeza. Tan sólo por nombrar algunos ejemplos vemos a una mujer famosa enamorándose de un hombre ordinario como lo vimos en Un lugar llamado Notting Hill (Roger Michell, 1999); un bloqueo artístico que se destraba gracias al enamoramiento como en Letra y música (Marc Lawrence, 2007); una ida a la feria como en Diario de una pasión (Nick Cassavetes, 2004); una cita en el prom escolar como en La chica de rosa (Howard Deutch, 1986). Y podría seguir.
Nadie necesita ser analista cinematográfico para reconocer que las comedias románticas son un mismo esquema preestablecido en donde abundan los clichés y los estereotipos sexistas con finales predecibles y complacientes. Históricamente han sido películas dirigidas en su mayoría por varones donde el enfoque se sitúa en las mujeres y todas tienen la misma problemática en común: la búsqueda y llegada del amor -por amor léase entablar una relación sexoafectiva regida bajo la heterosexualidad obligatoria-.

Repiten el patriarcal y machista discurso de que, para que una mujer esté completa, necesita un hombre a su lado. Sostienen desde hace décadas que tu hombre ideal, tu príncipe azul, tu media mitad llegará a tu vida invariablemente gracias al destino. Y lo preocupante de esto es que el mensaje comunicado se queda latente y enterrado en el inconsciente (individual y colectivo) generando así una ideología falaz.
Como consumidora cinematográfica es ofensivo que a la fecha Hollywood siga apostando por llegar a un público femenino desde las comedias románticas. Insto a las mujeres a saberse dignas de mejores productos audiovisuales que cualquier chick flick, dado que es urgente entender que el amor como Hollywood lo ha construido en la ficción es inverosímil, superficial y termina por establecer falsas expectativas de la realidad.

¿Es momento de dejar de producir este género y de dejar de verlo y consumirlo? Sí, por supuesto. Hay mucho más de lo que implica ser una mujer como para reducir nuestra representación en cine a la sola búsqueda del amor romántico.
Entonces una se preguntará, si lo tengo tan claro (y lo he tenido desde hace tiempo) ¿por qué? ¿Por qué insistí en ver un tipo de película del cual se me ha dicho hasta el cansancio por docentes (y por mí misma también) que carecen de todo valor cinematográfico y artístico posible?
Días antes de tomar la decisión ocurrió una revelación: las rom coms si bien son todo lo que ya declaré, también son importantes y nadie nunca antes lo ha sabido.
Porque sucede que son importantes para las mujeres.

Hace unos días fui partícipe de una sesión de análisis feminista a partir de una comedia romántica. La sesión dio pie a una profunda discusión en donde las participantes aportaron hondas reflexiones por la siguiente obviedad: todas hemos sido atravesadas por el amor romántico y, por lo tanto, es algo que todas conocemos de primera mano. Las comedias románticas despiertan memorias e historias de experiencias pasadas en nosotras; y hablarlo en conjunto no es sino sanador y vindicador.
Esta artimaña de texto es con un último fin. Siempre valdrá la pena regresar a estas cintas si lo es para pensar en lo peligroso que es perpetuar el relegar a la mujer a meros estereotipos; así como para señalar, denunciar y nombrar a los mitos del amor romántico como una problemática que atravesamos las mujeres que debe cesar.
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