Por: Kathia Villagrán | @KathiaVC
Lena Dunham es el tipo de celebridades que tiene un espacio de “Controversias” en su entrada principal de Wikipedia. Sus controversias pueden parecer “inofensivas” comparadas con la lista de acusaciones que tienen otros famosos (especialmente hombres), pero para muchas personas son suficientes para “cancelarla”; si es que “cancelar” a alguien aún significa algo. Ahora más bien nos damos cuenta que varias de las personas que se “cancelaron” en el pasado realmente no lo merecían y quienes sí lo merecen aún mantienen una carrera galardonada, como fue el caso de la cantante irlandesa Sinéad O’Connor (pueden leer más sobre su caso en la crítica del documental Nothing Compares).
Yo tenía mucha curiosidad de ver el nuevo largometraje que Dunham había dirigido más de una década después de dirigir Tiny Furniture (2010). No porque sea particular fan de ella, todo lo contrario. No comulgo con su sentido de humor, pero estaba genuinamente interesada por el elenco que reclutó para esta y porque los coming-of-age son mi género favorito que sale de Sundance. La decidí ver incluso después de haber visto tantas reacciones negativas y le di play con las peores expectativas. Mi sorpresa fue que no es una película mala, al menos no tan mala como me imaginé que sería.
Sarah Jo (Kristine Froseth) es una inocente e ingenua veintiséis-añera que vive en Los Ángeles con su pequeña familia conformada por su múltiplemente divorciada madre (Jennifer Jason Leigh) y una hermana que persigue una carrera de influencer (Taylour Paige). Trabaja como niñera de un niño con necesidades educativas especiales (Liam Michel Saux) y le toca convivir mucho con Josh (Jon Bernthal), el padre de este. A pesar de haber crecido en un hogar donde el tema de la sexualidad se platica con naturalidad, Sarah Jo nunca ha tenido sexo y después de haber experimentado lo que ella llama como una “menopausia prematura” a causa de una histerectomía a temprana edad, siente que ha desperdiciado gran parte de su juventud y que ahora es momento de recuperar el tiempo que perdió.

Sarah Jo está atraída hacia Josh, y no tiene ningún reparo en preguntarle directamente si puede ser él su primera vez. Aunque Josh se hace el difícil al principio, termina por ceder ante una mujer mucho más joven que él, mientras su embarazada esposa (Lena Dunham) sale a trabajar. Sarah Jo desconoce todo sobre el sexo —lo cual es raro porque en su casa nada es tabú— y Josh es quien le enseña, apoyándose de la práctica y la pornografía. Gracias a esto, la protagonista se obsesiona con lo que ve en pantalla y hace una lista de deseos de todo lo que quiere experimentar ahora que ha iniciado una vida sexual activa. También se obsesiona con un actor porno, Vance Leroy (Scott Speedman), a quien le escribe cartas contándole todos los avances de su vida sexual y sentimental.
La película es una comedia coming-of-age, pero tengo que decir que quedé sorprendida con su aspecto erótico. Aunque la mayoría de interacciones sexuales que mantiene Sarah Jo son colocadas a manera de chiste, el resto resultaron ser bastante sensuales y enfocadas en el placer femenino. Desde la iluminación hasta el enfoque de cámara, respeta la posición de Froseth y se encarga de resaltar el placer que siente su personaje. Y sin llegar a cosificar, o tomarlo como objeto de burla, hay una toma en particular donde resalta el cuerpo de Bernthal que agradecerán todas las personas que se sienten atraídas hacia el género masculino o al actor (*guiño*).
Sin embargo, el hecho de que la mayoría de interacciones sexuales sean tomadas como un chiste por la película, puede ser un inconveniente para cierto público. Además no se establece muy bien la causa de la ingenuidad de Sarah Jo, considerando que vive en una de las ciudades más liberales del mundo y que su entorno familiar es bastante abierto. No sé si en algún punto de la producción quisieron hacer de su personaje alguien neurodivergente y luego se retractaron porque se dieron cuenta de que al final no sería una representación apreciada. Más que tener actitudes “inocentes”, sus acciones son infantiles y cuestionables —por ejemplo, la escena en donde tiene comezón en su vulva y esto no desenlaza en algo relevante para su desarrollo—.

Además de las escenas de sexo “serias”, puedo destacar la química que hay entre Bernthal con Froseth —que es raro por la diferencia de edad, lo sé— y con Dunham —con el poco tiempo que salen juntos en pantalla—. Como siempre, Jennifer Jason Leigh y Taylour Paige son grandiosas y le habría dado mucho más valor a la película si se hubiera enfocado más en el retrato de familias atípicas y diversas, como la que posee la protagonista. Kristine Froseth es una estrella en potencia, su trabajo hace que el personaje de Sarah Jo a pesar de todo nos resulte carismática. Se nota que los actores se sienten cómodos trabajando bajo la dirección de Dunham y con esto no defiendo sus actitudes cuestionables como persona. Pero digo, si hay personas que pueden separar el arte del artista con abusadores sexuales en Hollywood, creo que con mujeres menos nocivas podemos hacer lo mismo… Digo.
Sharp Stick lógicamente no es una película agradable para todo público, tampoco voy a fingir que fue de las mejores de Sundance. Pero no voy a negar que pasé un buen momento viéndola y que terminé disfrutando más de lo que esperaba. Decidir o no verla, queda a su total discreción. Si son como yo que a veces escogen películas por los actores, puedo decir que he tenido que sentarme a ver peores por mis favoritos.

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