TV Review: The House

Por: Fernanda Lozada Arellano

The House, la nueva antología apuesta de la plataforma Netflix, es una discrepancia audiovisual que resulta un verdadero viaje en todo aspecto. Similar en ciertos aspectos a lo que se ha hecho con Coraline (2009, Selick), Paranorman (2012, Butler) y The Bones (2021, León, Cociña) en cuanto al stop-motion como técnica y medio para el terror.

Técnicamente preciosa y muy atractiva, la película estrenada este año, está dividida en tres capítulos, que hilan la historia mediante el objeto que le da título: una casa, que nos presenta el pasado, el presente y el futuro de la falsa protagonista arquitectónica.

El primer capítulo a cargo de Emma de Swaef y Marc James Roels nos presenta el origen de la casa, abordando a una pequeña familia que, de manera muy sospechosa, se les ofrece el recinto con la única condición de habitarlo, para los esponjosos y francamente tiernos protagonistas de la clase obrera, quienes viven en una choza campirana, pero precaria y vergonzosa a juicio de la familia del padre. La oportunidad parece idónea y deciden aceptar pese a todas las señales que gritan que algo anda mal en aquella propuesta.

Si bien es necesario que cada espectador disfrute de la cinta y saque sus propias conclusiones, existen elementos destacables que no arruinarán la película, sino que, invitarán a que se vea lo más pronto posible; habiendo mencionado esto…

En este primer episodio un elemento que juega un papel muy importante es el fuego, desde un inicio es recurrente y nos ayuda a llevar la progresión de la historia y no solamente de forma literal, también mediante elementos técnicos y visuales, pues estos igualmente siguen la narrativa, por ejemplo con el uso de luces duras y  colores cálidos sobre Mabel e Isobel, las dos pequeñas hijas del matrimonio que nos ofrecen su visión sobre cómo se desarrolla y adapta su familia a la nueva casa. A través de ellas observamos la codicia y ambición humana (y, menciono “humana” porque en las siguientes historias nos llevarán de la mano personajes animales antropomorfos) que caracteriza a sus padres después de comenzar a habitar la casa, característica que, si bien ya venía con ellos, el lugar desarrolla hasta un punto sin retorno.

The House. Netflix Animation

Un punto clave e interesante en este episodio es cuando se logra entender un referente que esconde en él lo que está por venir para los personajes; un laberinto junto con un personaje perdido y prácticamente atrapado dentro de él. El laberinto es sociológica e históricamente un concepto religioso y ha sido pieza fundamental de varias historias mitológicas. El laberinto como concepto de un lugar mortal del que solo los héroes son capaces de salir. 

La familia está hecha de algo similar a la lana o una tela esponjosa, recurso que perfectamente representa la época proyectada en la historia al ser un material al que se tenía acceso en ese tiempo; situación que ocurre de la misma manera a lo largo de los tres episodios pues en el siguiente capítulo podemos observar una técnica de construcción física de los personajes más actual y en el último un hiperrealismo casi futurista. 

Aunque no lo parezca, The House es una narrativa con la clásica estructura aristotélica, pues, hay una progresión que aborda un inicio, un nudo y un final pero disfrazado en forma de pasado, presente y futuro, así como también proyecta un proceso muy similar al duelo, en este caso iniciando con una condena o maldición a cargo del primer episodio, la obsesión a cargo del segundo y el apego con el tercer y último capítulo de la cinta.

Con un tono mucho menos aterrador, pero igual de estresante y capaz de detonar la frustración y la ansiedad, se nos da paso a un segundo capítulo, donde conocemos a un ratón que remodeló la casa que conocimos antes con la idea de hacer un evento “open house” y venderla al mejor postor.

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The House. Netflix Animation

No es casualidad que los personajes a cargo de cada episodio sean de especies diferentes y, es que, en el segundo capítulo se utiliza como medio para abordar la narrativa progresiva de la historia a las plagas (si se es curioso tal vez se perciba un guiño a los desastres que caracterizaron un conocido pasaje bíblico, con el fuego, las plagas y otros desafortunados eventos). 

En esta historia percibimos mucho más el género en el que Netflix encasilla a esta película (humor o comedia negra y Sátira), pues existen momentos cómicos para el personaje, sin embargo, eso no lo previene de seguir con el terror y sus subgéneros, que es realmente el género principal de la película. Contando con un estrambótico número musical interpretado por cucarachas y un giro de tuerca que si bien devela, una vez más, lo que viene a posteriori, es tan gracioso como perturbador, este capítulo dirigido por Niki Lindroth van Bahr es uno de los más rítmicos y entretenidos representando justamente el punto álgido del hilo narrativo, colocado en segundo puesto estratégicamente para dar paso después a una catarsis con el capítulo de Paloma Baeza.

Para el tercer y último episodio, nos lleva de la mano una gata, haciendo referencia de nuevo al porqué de la diversidad de especies, podemos decir que los felinos son animales de poco apego y muy independientes, situación totalmente contraria para la protagonista que está totalmente aferrada a la casa; para este capítulo vemos lo que fue el futuro del lugar, en un ambiente post apocalíptico se nos cuenta que la situación decadente de la casa vino después de una inundación catastrófica.

Los molestos inquilinos de esta apegada arrendadora terminan por representar la amistad y el apoyo para la protagonista, en esta historia hay más tintes dramáticos y satíricos que terroríficos, situación que de igual manera ayuda a dar cierre a la película, valiéndose también de elementos técnicos que dan a entender una próxima llegada al final, por ejemplo, el uso de la luz difusa (aspecto que se fue trabajando desde el inicio con una luz dura hasta llegar a su punto contrario).

Algo destacable de este episodio viene en un diálogo por parte de uno de los gatos secundarios, este le menciona a la protagonista que debe empezar a “reparar” su casa por las raíces, con esta frase inevitablemente viene a la mente que se trata de nuevo de un hilo conductor lineal, temporal y narrativo pues, en los tres episodios se debió trabajar con algo equivalente a las raíces que menciona “Cosmos”, el gato líder espiritual, en el capítulo de Mabel la clave estaba en el sótano donde se encontraban resguardadas las pertenencias del verdadero hogar de las niñas y en el segundo se debían trabajar los cimientos de la casa para evitar las plagas.

The House es definitivamente una película muy bien escrita y ejecutada. Imperdible para quienes gustan de ver varias capas de análisis en historias que a primera vista parecen simples, pero que en realidad es mucho más complejas de lo que uno podría imaginar. 

Fernanda Lozada:

Estudiante de cine que gusta de la literatura, la escritura creativa y la poesía así como de los perros y los idiomas.

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