Por: Monserrat López-Lugo Tovar | @CineEnElDivan
Cuando supe que iba a poder asistir a ver en un pre-estreno la nueva película de Matrix, debo confesar que no me sentí digna. Es una saga tan importante a la que pienso que en su momento no le presté atención suficiente. La primera entrega la vi aun cuando era una niña, sin mucha consciencia de lo que atestiguaba. Las demás las pasé por alto al enterarme que muchos fanáticos se encontraban sumamente decepcionados de que no igualara a su predecesora.
Mi culpa y personalidad clavada me llevaron no sólo a ver las películas faltantes, sino también a estudiar de qué trataba la Matrix. Muchos la acusan de ser una copia hollywoodense del manga y anime «Ghost in the Shell» (1989) de Masamune Shirow, aunque que es una inspiración que nació de otras. En esta historia futurista ubicada en siglo XXI, una androide llamada Motoko Kusanagi, resuelve crímenes de cyberterrorismo mientras analiza si ella también tiene un alma como los humanos.

La primera vez que vi Matrix, pensé que era un filme de acción, pero me di cuenta de que la mayor parte de la historia sentí ansiedad y miedo. Siempre me ha causado mayor temor la ciencia ficción que el terror por considerarlo posible. El simple hecho de pensar que nuestra realidad no existe y sólo somos baterías AA para las máquinas, me hace recordar que las personas en realidad no queremos libre albedrío; por eso creamos sistemas que nos delimitan. Ya sea en forma de dioses, horóscopos, capitalismo o galletas de la suerte, no nos sentimos dueños de nuestro propio destino.

Cuando investigué lo que dio inicio a la guerra, encontré The Animatrix, una recopilación de cortos dirigidos por diversos directores (entre ellos Shinichiro Watanabe, creador de Cowboy Bebop) que expanden el universo de la entonces trilogía. En un intento bíblico, el hombre crea a “imagen y semejanza” al robot, pero decide volverlo su esclavo y por eso se rebelan.
Más adelante en The Matrix (1999) tenemos a un “elegido”, llamado Neo (interpretado por Keanu Reeves), que tiene que decidir entre tomar una píldora roja o azul para despertar a la realidad o seguir dormido. El éxito en taquilla fue abismal. Es importante remarcar que The Matrix nació en uno de los mejores años del cine (acompañada de Belleza Americana, Fight Club, Magnolia, Sexto Sentido, Ojos Bien Cerrados, Las Vírgenes Suicidas, etc).

En 2003 aparecen The Matrix Reloaded y The Matrix Revolutions, que finalizan cuando Neo sacrifica su cuerpo para acordar la paz. Además, Trinity (Carrie-Anne Moss), su compañera e interés romántico fallece. Sus seguidores se sintieron altamente decepcionados con el final de la saga, al nivel de que sus propias directoras tampoco quisieron saber más del mundo que crearon en su imaginación cuando de infantes jugaban con su padre.
No es ningún spoiler, el mismo nombre lo dice, The Matrix Resurrections (2021) es una nueva oportunidad de lograr terminar una saga que al final, como Kusanagi en Ghost in the Shell, se había quedado sin alma.
¿Por qué? Similar a cuando nuestra computadora deja de funcionar, la apagamos y reiniciamos, The Matrix Resurrections regresa al inicio, al origen, a lo que todo este tiempo fue The Matrix: una historia de identidad y amor. El apocalipsis, la revolución tecnológica, las crisis existenciales, el deseo por saber si estamos vivos o no, son el marco para hablar de un hacker que se siente atraído y más tarde enamorado de una chica con traje de látex llamada Trinity.

En conferencia de prensa virtual, que me hizo sentir que no estamos tan alejados de estar encerrados en la tecnología, la actriz mexicana que interpreta a Lexy, Eréndira Ibarra, comentó: «En la raíz es una historia de amor. El amor es muy poderoso y trascendental, lo necesitamos para sobrevivir.»

The Animatrix y otras obras que le siguieron, existen porque la intención principal de toda la saga no es darnos clase sobre la matriz, sino hablar de un geek enamorado de una rebelde que necesita despertar y rescatar al mundo para poder estar con su amada. Aunque al final fracasa, logra “salvar” a los humanos, pero no sabemos donde está y si lo acompaña ella.
The Matrix Resurrections intenta dar una respuesta a esa pregunta, pero ya no es necesario salvar a la humanidad como antes. Hasta este punto me di cuenta de que, no era absolutamente necesario investigar tan a fondo el universo Matrix para entenderlo. Encontré información más relevante al conocer las historias de sus directoras Lana y Lilly, ambas mujeres transgénero después de tomar la píldora roja.
Lana Wachowski dirige en solitario y en esta película hace un ejercicio valeroso, que puede ser cuestionado, pero al igual que toda la saga representa el mundo interno de ella y su hermana. Incluso decide hacer un trabajo meta al realizar una propia autocrítica a la saga. Ya establecimos que la vida no es real, ahora diremos que la película tampoco lo es. En lugar de continuar adelante, se detiene, observa al pasado con ojos del presente y lanza al espectador varias preguntas.

De nuevo, ¿por qué? Poco antes de realizarse esta cuarta parte, ambos padres de las hermanas Wachowski fallecieron. Como un método de reparación, en contra de lo que había dicho, Lana regresó a escribir la saga. Al respecto, Eréndira Ibarra comentó: “Es algo que la sanó a ella y también de paso hizo una sanación colectiva”. Sobre la ausencia de su hermana Lilly, la actriz mexicana agregó: “Ella tuvo otro proceso de duelo. Es una mujer muy compleja y amorosa, que ahorita su vida, su duelo y corazón no querían estar en la Matrix, y eso se tiene que respetar, pero aún es parte de nosotras”.

Esta cuarta entrega se sabe a sí misma sostenida por la nostalgia, y no sólo eso, además lo admite abiertamente. Es como romper una quinta pared. También integra nuevos ojos, podemos ver desde el estilo no binario de personajes como Bugs (Jessica Henwisk) hasta un Morpheus más joven (Yahya Addul-Mateen II), cuyos arcos desafortunadamente no logran desarrollarse a profundidad por falta de tiempo, pero que representan al centennial sentado en la sala de cine. Por cierto, Jonathan Groff hace un estupendo trabajo el suplir a Hugo Weaveing como el Agente Smith, especialmente al no intentar imitarlo.
Es muy probable que este ejercicio de involucrar activamente al público y hasta a los personajes-actores decepcione a varios fanáticos que buscaban más algo similar a lo que encontraron en The Animatrix, Ghost in the Shell, Akira, Alien o la primera película de The Matrix. A estas alturas, ¿qué diferencia hace estar encerrado en un sueño a en casa durante una pandemia?
Aquí no hay tantas preguntas sobre si la realidad existe o no, eso ya quedó casi resuelto hace más de veinte años. Aquí lo que importa es el amor: el amor de Trinity hacia Neo y viceversa, el amor de Keanu y Carrie-Anne por los papeles más trascendentales de su vida, el amor de Lana y Lilly hacia sus padres y el amor del público hacia lo que una vez nos hizo sentir The Matrix.
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