Por: Shaula Luminof | @RequiemLuminof
En un pueblo de Oaxaca tres mujeres luchan por tomar las riendas de su vida.
Nudo Mixteco (2021), de la realizadora Ángeles Cruz, entrelaza las historias de sus personajes, tomando como escenario su propia comunidad.
En la primera historia, María regresa a su casa al enterarse que su madre ha muerto, sin embargo, su padre la rechaza y la corre. Ella está enamorada de otra mujer y quiere huir con ella. Huir porque el pueblo aún no está preparado para la “gente como ella”, como si esto marcara una disidencia social elegida, pero no es así, es sólo ser y María tiene que vivir con su propia culpa, con su propio prejuicio.
En la segunda, el esposo de Chabela ha regresado de Estados Unidos después de tres años de ausencia, pero ella ya está con otro hombre y no piensa dar marcha atrás; en la tercera, Toñita vuelve a la casa de su madre para por fin llevarse a su hija y acusar a un tío abusador.
Ángeles Cruz decide tomar las cosas más crudas de un pueblo como al que ella misma pertenece y no otorga condescendencia, prefiere hablar de cómo el patriarcado está ahí, habitando y robándoles espacio y vida a las mujeres.
Estos temas, sin embargo, no son exclusivos de este lugar, son universales; como la migración, irte de tu ciudad en busca de un mejor trabajo, pero no sólo irte sino tener que dejar a tu familia, rompiendo con los lazos y esperar que tu mujer e hijos estén ahí, intactos, inamovibles, esperando tu regreso.
El patriarcado también afecta a los hombres, como a Esteban que, incapaz de comunicarse con su esposa estando lejos, se queda solo ante la mirada triste e impotente de su propia madre. No le queda más que la furia de su masculinidad herida.
La directora evita los desenlaces telenovelescos para darles a sus personajes una segunda oportunidad.
Hay algo maravilloso en propuestas como Nudo Mixteco o Hope, Soledad (2021) de la directora Yolanda Cruz, y es que las mujeres cuenten sus historias, pero que las cuenten a través de su pertenencia.
Shaula Luminof
girlsatfilms.com 
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