Por: Shaula Luminof | @RequiemLuminof
Una mujer regresa a su ciudad de origen para reencontrarse con su padre, a quien no ve hace muchos años, y que está postrado en una cama de hospital con una afección cerebral que le impide recordar, al menos, cómo son las cosas ahora.
Mika (Karolina Kominek) está sola en esa ciudad y esa soledad es como el recuerdo de una vida pasada, como si el gris que inunda la pantalla hubiera sido su realidad, una que la está ahogando lentamente.
Mika intenta reunirse con amigos de antaño, pero ellos también parecen totalmente lejanos a cualquier intento de reconexión, todo parece estar muerto.

La protagonista confiesa a uno de ellos que él fue su primer amor, sin recibir una sola palabra como respuesta, ante tanta indiferencia, la directora prefiere situar la cámara en el paisaje que recorren en el coche, para después cortar abruptamente cuando Mika baja de él. Ahí ya no hay nada.
Son este tipo de decisiones que hacen que el espectador sienta la incomodidad y confusión que está viviendo la protagonista.
Anatomía (2021), de la directora polaca Ola Jankowska, es un viaje por un pasado que se desborda sin dar tregua, todo el frío que parece haber en pantalla es aquello que los protagonistas no pueden expresar, de pronto, algunas cintas viejas nos dan cuenta que no siempre todo fue gris, aquellos, sin embargo, son sólo destellos de otra realidad.
Jankowska no explica mucho de lo que va sucediendo, pero no es necesario porque las decisiones dramáticas quedan totalmente claras.
Anatomía formó parte de la programación del Black Canvas Festival de Cine Contemporáneo 2021.
Shaula Luminof

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