Film Review: Dune – El destino está en el desierto

Por: Brenda Marquezhoyos | @capmaryos

Dune vuelve a la pantalla grande con casi tres horas de duración para contar el viaje del “héroe”, en este caso el descubrimiento y ascenso de Paul Atreides, encarnado por Timothée Chalamet. Una superproducción internacional con un casting más que comentado, ¿Eso qué quiere decir? La expectativa de este resultado es muy alta, más aún cuando ya se había hecho una versión en 1984.

En ese entonces el director era David Lynch y la crítica no estuvo de su lado, ni tampoco la tecnología o el desarrollo de la cinta. Por supuesto, que el paso del tiempo y la trayectoria del cineasta han hecho que se vuelva una referencia, que a favor de él, tiene su sello y estética, lo que la vuelve valiosa.

¿Pero cuál es el verdadero problema con Dune? Ambas películas son interpretaciones de la novela de ciencia ficción de Frank Herbert, realizada en 1965. Los libros siempre son material difícil de llevar a la realidad, puesto que en la imaginación de los lectores, hay cosas que superan toda “realidad” plasmada en una interpretación.

Para los fans y clavados en el mundo de Dune, una adaptación implica la creación de un mundo extraordinario, tal como las largas páginas del libro pueden describirlo. Que además va más allá de un solo libro, la literatura se pudo expandir en varios tomos, así que en efecto es una saga. Existe una cantidad enorme para crear un guion tan extenso como el éxito les permita continuar.

En la adaptación dirigida por Denis Villeneuve, la cual se divide en dos partes, se presenta esta primera como una introducción al mundo dominado por las tierras del desierto. ¿De qué va? Un futuro distópico en el que los humanos siguen figurando y algo que permanece es la lucha de poder y un sistema totalmente jerárquico. Gesserit (Rebecca Ferguson) y su hijo Paul como los sobrevivientes de Arrakis, emprenden un viaje para protegerse y descubrir los poderes de este heredero.

El dilema y constante conflicto del protagonista se componen de premoniciones del futuro, las cuales se entienden como posibilidades y no como auténticas profecías. A esos destellos de sueños vividos recae el personaje Chani, interpretada por Zendaya. Y tal como afirma Villeneuve, esta es sólo la introducción, cuya primera hora es la más pesada (lenta) por la cantidad de elementos que tienen que exponer para tratar de contextualizar la narrativa.

La introducción de un nuevo mundo al espectador es la parte más complicada y por momentos el guion es lo que se siente perdido. Sí existen efectos especiales y claro la construcción del paisaje que da el desierto es magnífica desde su fotografía, pero como espectador, uno viene de escenarios fantásticos impuestos por otras sagas y con una complejidad similar. Aquí inicia todo como un drama familiar por el miedo y la caída del poder, conforme avanza la cinta, se les da a los protagonistas la oportunidad de reivindicar su mundo a través de la búsqueda de aliados.

Entre la fidelidad de lo que puede ser el libro y lo que es llevar un material audiovisual, por supuesto que se convierte en un dilema que el director debe decidir. A pesar de las batallas y la ambientación no hay un villano –detectable– tan malo como entrañable al igual que el protagonista. Sí, Chalamet ya cayó en la casilla de “actúa de sí mismo”, increíble que ni el peinado le hayan cambiado o que su papel quede plano con tan sólo enunciar sus líneas de diálogo. Spoilert Alert: En una escena su madre le pide que guarde silencio, no lo guarda y recibe un golpe. Se agradece.

Warner Bros, 2021

Esta primera parte de Dune si es una introducción totalmente extendida y larga. Ojalá que en la secuela se logre asentar su tono y sobre todo el rumbo de los personajes. Qué sí exista un crecimiento y cambio según las circunstancias narrativas. Por su puesto que a nivel producción no falla y eso la convierte en una de las películas que se tienen que ver, pero no es suficiente para el nivel de expectativa que se tiene del elenco y una historia tan nutrida. Mención especial a la banda sonora de Hans Zimmer.

¿Qué se espera cuando se habla de otros mundos? Generalmente y comparando con otras sagas, se anhela algo más que personajes humanoides. En algún punto ciertas criaturas se hacen presentes y seguro lo harán más adelante, pero no existe aquella que interactúe e intervenga con los protagonistas.

Hay que pensar el nivel más obvio, Star Wars, Luke Skywalker pudo haber sido el personaje más plano del mundo, pero su interacción con otras criaturas enriquece su viaje. Aquí, Paul no sale de sus padres y sus sueños que no implican nada “fantástico”. Vaya, qué para ser de otro mundo, todo luce muy normal. Es aquí cuando esté en el libro o no, hay que arriesgarse a tomar decisiones que enriquezcan más a los personajes que llevarán la historia. En este caso, hasta parece excusa lo de ser una película de introducción.

Subjetividad pura. Hace mucho que no me ponía lentes para presenciar los efectos de la pantalla IMAX, qué frustración. Unos lentes que por obvias razones no se adaptan a la cara del espectador, porque sí, es un molde estándar, pero la experiencia con el cubre bocas todavía lo hace más fatal. Esto agregado al hecho de que hay que mantener una posición firme y no tambalear ni un poco la cabeza o de lo contrario se pierde la nitidez de la imagen. Un dolor de cabeza me gané. La película se puede ver sin bastante “efecto” extra e igual se disfruta. A ver cómo va la experiencia desde casa con HBO Max más adelante.

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