Por: Kathia Villagrán | @KathiaVC

Cal (Owen Teague) es un estudiante de ingeniería civil que regresa al rancho familiar en Montana después de que su padre cae en un coma repentino. Las finanzas no andan bien en el hogar y la acompañante de su padre, Valentina (Kimberly Guerrero), no puede asumir con todos los gastos, así que Cal toma la decisión de vender el rancho y las pocas pertenencias que están a su disposición. La visita de su hermana Erin (Haley Lu Richardson) lo toma por sorpresa, llevan 7 años sin verse y la separación marcó por completo la vida de Cal. 

Erin llega porque necesita “ver a su padre por última vez” y el estado en el que se encuentra es el único que le da el valor suficiente para hacerlo. Cal intenta convencerla de que se quede unos días más, pero Erin insiste que no puede hacerlo ni un minuto. Todo cambia cuando Erin descubre que Cal aplicará la eutanasia a Mr. T, el caballo de su infancia, porque nadie podrá mantenerlo después de vender el rancho. Decide encontrar la manera de trasladarlo de Montana hasta el estado de Nueva York, donde reside. Este tiempo de espera le dará a Cal la oportunidad de intentar hacer las paces con la hermana que un día fue su mejor amiga y persona favorita, pero por una situación que el espectador al principio desconoce, ella no quiere saber nada de él y su padre.

Haley Lu Richardson se ha convertido en una de mis actrices favoritas de mi generación, Columbus (2017, dir. Kogonada) fue su gran revelación en el cine y no puedo esperar a ver su más reciente reunión con el director coreano americano en After Yang, estrenada en la 74o edición de Cannes. En el ínterin de esta espera, Montana Story parecía una gran propuesta y al final resultó siendo más que eso porque me introdujo a la dupla de directores y guionistas Scott Mcgehee y David Siegel, y al actor Owen Teague.

Montana Story fue una historia concebida y producida durante el confinamiento como muchas más estrenándose en este ciclo de festivales de cine, pero si no fuera por el minimalismo en sus personajes y producción que delata la época en la que fue filmada, es una de las más atemporales con respecto a la situación actual —aspecto que la salva de incluirse en el nuevo subgénero de películas pandémicas—.

Mcgehee y Siegel crearon una hermosa historia sobre la relación de dos hermanos que un día se quebró y que una situación poco favorable les permite intentar recuperar el tiempo perdido, aunque esto signifique reabrir heridas que tal vez ya habían cerrado a la fuerza. Richardson y Teague explotan de la mejor manera el guión y traen un carisma inmensurable a la pantalla, su química es genuina e invita al espectador a sentir empatía por los dos lados de la historia. 

El escenario de Montana en esta historia y la fotografía a cargo de Giles Nuttgen me recordaron a la esencia de los westerns de Chloé Zhao, y su argumento puede encantar tanto a los fans como a los detractores de la directora. Montana Story cuenta con más energía y drama, atractiva para un público más amplio. 

Sin duda, Montana Story es una de mis favoritas del año. Pone el sentimentalismo a flor de piel y me genera añoranza por un hogar que nunca fue mío, tal vez porque eso transmiten sus personajes. Y si está en sus posibilidades verla así, hacen un excelente programa doble junto a Columbus.

Montana Story se proyectó en el Toronto International Film Festival en la competencia por el premio Platform.

Kathia Villagrán

Mercadóloga por profesión, cinéfila por pasión. Consumo mucho cine, literatura y series a niveles casi antisociales. Hufflepuff.