Por: Kathia Villagrán | @KathiaVC
Jina (Gong Seung-yeon) mientras no está realizando su trabajo en un call-center de tarjetas de crédito en Seúl, se la pasa con los audífonos puestos y viendo la pantalla de su celular. No es porque Jina tenga una adicción al dispositivo, sino porque quiere alejar al mundo de su soledad. Ignora las constantes llamadas de su padre, que utiliza el teléfono de su esposa, recientemente fallecida, para arreglar las disposiciones sobre el testamento y contarle su progreso gracias al apoyo de la iglesia y los congregados. También trata de ignorar a su vecino, a quien siempre ve fumando en el pasillo del edificio donde vive.
Jina es una magnífica trabajadora, la número uno siempre. Por eso su jefa la coloca de ejemplo y le pide que le dé la inducción a la nueva trabajadora. Jina no quiere porque esto significa romper con su burbuja de aislamiento rutinaria, pero no le queda de otra. Soon-jin (Jeong Da-eun) es una joven con una actitud reluciente que se yuxtapone con la apatía y frialdad de Jina. Durante este tiempo Jina se enfrenta a diferentes circunstancias como la muerte repentina de su vecino, vigilar a su padre a través de una cámara secreta que ella instaló y la insistencia de Soon-jin, que la hacen replantearse qué tan real es su deseo de estar sola y alejar a todas las personas de su vida.

Aloners es la ópera prima de la directora surcoreana, Hong Sung-eun, y es una cinta más de atmósfera que de conflicto. No es un drama con enredos y giros sorpresivos, es una historia que se toma a sí misma con calma, pero posee un ritmo constante que hace fluir sus 91 minutos sin ningún inconveniente. Está cargada de detalles sutiles que le otorgan mucho valor a la película, tanto de manera visual (la decisión detrás de los muebles en su apartamento y en la casa de su padre), como de pequeños actos de resistencia ante una industria de cine que crea personajes femeninos imposibles (la protagonista se lleva comida a la boca en más de tres ocasiones, sin interrupciones y en tomas frontales).
Jina no es una protagonista agradable bajo la lupa del estereotipo de la heroína hollywoodense. Es distante, no intenta quedar bien con nadie y tampoco es alguien que antepone los problemas de los demás; incluso es malagradecida. Pero es una mujer real, que atraviesa un duelo y además debe tomar decisiones que afectarán el rumbo de su adultez. Aloners es lo que consideraríamos un coming-of-age de una mujer en la segunda década de su vida. Por eso mismo, Jina es una protagonista real, cercana e identificable para las mujeres de nuestra generación. El trabajo en conjunto entre la actriz y la directora le da las capas necesarias a un personaje que si bien no es tan complejo como aparenta, requiere de mucha respeto y empatía. Genuinamente queremos que Jina se libere de todo lo que la ata y sea feliz.

Aloners también lidia con otros temas, aunque no de forma explícita, como el perdón, trabajar bajo la doctrina capitalista y las consecuencias de ser mujer en una legislación sumamente machista. “Cuando tus padres se divorciaron, la herencia de tu madre era para ti, pero al regresar con tu padre el beneficiario vuelve a ser él” y “Jina fue la empleada número uno a pesar de ausentarse dos días por el funeral de su madre” son el tipo de cosas que Jina debe escuchar aún y cuando vive una etapa dolorosa de su vida. Las personas a su alrededor sueltan palabras como si no hubieran emociones y sentimientos reales detrás de los oídos que las escuchan. Espero podamos seguir viendo más de estos ensayos audiovisuales existencialistas de Hong Sung-eun en el futuro cercano.
La película fue estrenada en la categoría Discovery del Toronto International Film Festival 2021.

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