Por: Carime Esquiliano | @carimeconc
Sé natural: La vida de Alice Guy tiene una sujeto de estudio poco conocida. Se centra por completo en el personaje de Alice Guy-Blaché, quien fuera la primera mujer cineasta del mundo. Dirigido por la estadounidense Pamela B. Green, la cinta bien podría pasar en primera instancia como un documental biográfico; sin embargo, su aportación recae en un valor mucho más profundo que solamente narrar una biografía.
La película opera en paralelo entre testimonios, anécdotas y revelaciones sobre la figura en cuestión. La primera pregunta que la directora le plantea a los entrevistados, -todos dedicados a la cinematografía de una u otra manera-, es: ¿sabes quién fue Alice Guy? La respuesta en eco es negativa. La directora entonces se da a la tarea no sólo de explorar quién fue esta mujer y el profundo peso de su importancia, sino plantear también de manera contundente la interrogante ¿por qué es que ha sido tan rezagada en la historia del cine, en la historia oficial?
La crónica del cine ha sido contada con omisiones. Lo que generalmente se anuncia en las escuelas de cine es que las primeras personalidades importantes de la historia mundial fueron los hermanos Lumière cuando en 1895 patentaron su invento, el cinematógrafo. Posterior a los Lumière la siguiente imagen relevante es George Méliès. Alice Guy existió, creó cine y emprendió una compañía productora entre los Lumière y Méliès. Alice Guy es la inventora del cine de ficción y no se le ha dado ese reconocimiento sino hasta ahora.
Tras una ardua investigación de años, la cineasta nos adentra a una exploración arqueológica en la que hallamos junto con ella tesoros y reliquias de la vida de Alice Guy: un casete obsoleto vuelve a reproducirse, audios de entrevistas perdidas, películas sobre soporte de nitrato al borde de la extinción, fotografías antiguas, cuadernos con escritos tachados, una medalla oxidada y demás material que evidencia lo incuestionable. Alice Guy estuvo presente cuando se empezó a formar la industria cinematográfica y jugó un papel crucial en el desarrollo de ésta tanto en Francia como en Estados Unidos. La cinta no es sólo un repaso de la vida y obra de Alice Guy sino que es también una consolidación de su trascendencia que le hace justicia y la rescata del olvido; es un desenmascarar para la gran mayoría por primera vez a una artista mujer pionera cuyas aportaciones son dignas de reconocerse en el relato oficial ipso facto.
En este sentido el documental gira en torno a tres ejes: la memoria, la historia y la identidad, con lo que va soltando pistas sobre la resolución a la pregunta central sobre su clara ausencia en la cronología “oficial”. Sin decirlo explícitamente el filme denuncia y señala, incluyendo los nombres involucrados, a aquellos que escribieron los sucesos del cine: hombres que callaron sobre la importancia de Alice Guy. Virginia Woolf manifestó que en la mayor parte de la historia “anónimo” era una mujer. Es sabido que no solamente en el séptimo arte las mujeres hemos sido relegadas de la creación; la constante de negarle a la mujer ser creadora y artista en vez de musa se ha aplicado en todas las disciplinas artísticas. Aún peor que el anonimato lo es el olvido total. Alice Guy superó la traba del mandato patriarcal sobre que, por ser mujer, no le sería permitido ser cineasta y aún así quedó ignorada también por el hecho de ser mujer.
La invitación última, sobre todo a lo que se refiere cuando hablamos de mujeres artistas, es a cuestionar los libros escritos ante todo si estos fueron publicados por varones; cuestionar si hay errores, si la información que plantean es verídica y está corroborada, si hay evidencia de que lo que declaran es verdadero o no. En este sentido la película finaliza, a su vez, con una reflexión abierta sobre cuánto de todo lo que conocemos tiene exclusiones y faltas y de allí la importancia de no acreditarlo todo como absoluto verdadero.
Y, por supuesto, la intención concluyente es exhortar a la audiencia a consumir el cine creado por Alice Guy -así como también el de Pamela B. Green-. La mejor manera en la que ella podrá permanecer en nuestras memorias es viendo sus películas, siempre recordando que una forma de activismo feminista es el consumir arte de mujeres.
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