The Final Cut: Cosas Imposibles y la importancia del guion de Fanie Soto

Por: Rocio Castillo, Jessica Loher y Karen Zabludovsky.

El más reciente largometraje de Ernesto Contreras (Sueño en otro idioma, 2017) nace a partir del ingenio y habilidad de la guionista Fanie Soto para presentar de una manera auténtica y entrañable la amistad entre Matilde, una mujer de la tercera edad -interpretada por Nora Velazquez- y Miguel, un adolescente de diversos oficios, representado por Benny Emmanuel.

Los personajes lidian con la vida de la manera en que les es posible, ella como una viuda que nunca pudo conocer el mundo fuera del ámbito doméstico y él como un joven solitario obligado a madurar a temprana edad para ganarse el sustento de cada día. Ambos conviven en espacios tan comunes como son las unidades habitacionales, los supermercados y un mercado sobre ruedas, que sirve a Miguel para comprender la situación en la que su vecina se encuentra. 

Si bien las distintas locaciones ayudan a darle un toque fresco a la historia, lo que más llama la atención es la manera en que la guionista utiliza diversos géneros cinematográficos para reforzar la trama principal, que no es otra más que el viaje de autoconocimiento de una mujer sobreviviente de violencia doméstica.

Los momentos de terror psicológico en ciertas secciones del largometraje rompen con el tono inicial de la película, pero conforme la historia avanza, se entiende la función de estos en la narrativa. Los tintes de comedia le hacen recordar al público que incluso en el peor de los casos, la risa y una compañía amable marcan la diferencia, incluso en los duelos más difíciles. Matilde no sólo acaba de perder al hombre con el que creció, a punta de malos tratos y golpes, sino que ahora debe despedirse de la versión de sí misma que no pudo ser feliz y encontrar el camino a recorrer durante el tiempo que le quede de vida.

Fanie Soto muestra a través del diálogo la progresión de una amistad poco común; resaltando el tipo de conversación en momentos cruciales -cuando los personajes están solos en el departamento de Matilde, o en el patio de la vecindad-. Este tipo de escenas íntimas concretan de una manera natural la relación amistosa, empática y afectiva que existe entre los personajes de Benny Emmanuel y Nora Velazquez.

A diferencia de otras películas en las cuales los y las guionistas, en compañía de quien dirige, no se toman el tiempo de desarrollar en pantalla las relaciones que buscan mostrar como auténticas, en Cosas imposibles, Soto logró formar un lazo afectivo a lo largo de conversaciones y acciones entre los protagonistas. Un momento particularmente desgarrador es cuando Miguel nota como Matilde sobrevive tomando pruebas de lo que vayan ofreciéndole en el mercado, pero la comedia llega cuando ambos deciden robar medicinas y venderlas como drogas para solventar sus gastos.

Retratar relaciones amistosas entre hombre y mujer generalmente se puede complicar mucho, pues es un tipo de relación que las personas no están acostumbradas a ver sin el elemento romántico de por medio. Sin embargo, Fannie Soto logra desarrollar la individualidad de los personajes de tal forma que la relación es casual y fresca, casi una coincidencia en la soledad de ambos. Matilde y Benny son ellos mismos sin necesidad de una otredad, cumpliendo metas y sueños con compañía, pero sin dependencia. 

Otro de los puntos a destacar en este trabajo, es la importancia del contexto de los personajes. Matilde es una señora completamente descontextualizada y encerrada en el pasado, es así que esto se logra con el tipo de expresiones que usa. Sin embargo, Miguel se muestra como una persona con un contexto complicado, demasiado extrovertido, pero con una máscara. A lo largo de la película esto se nota con acciones como robos y tipos de saludos. Incluso él tomando el primer paso, acercándose a Nora sin antes haber interactuado.

A todo esto también tiene que ver los mexicanismos que incluye a lo largo del guión para que esta historia se vuelva una historia universal por el tipo de relación que se puede dar en cualquier parte del mundo, pero también una historia de origen. Los espacios en los que Fanny decide que se desarrolle son particularmente mexicanos. Un ejemplo es la vecindad que incluye a los personajes, los chavos que siempre están en conjunto y en la manera en la que se comunican. Además están en el metro y el mercado. Algunas de estas escenas que retrata, recuerdan al libro de Los Rituales del Caos del escritor Carlos Monsiváis, en donde se habla de fanatismos religiosos y espirituales del “chilango” y comportamientos en espacios de gente en masa como el “Tianguis Cultural El Chopo”, pero en este caso, en la película: un mercado común y corriente en la CDMX.  

Uniendo esto con la película, y donde más me llamó la atención esta mexicanidad fue en el momento en el que Nora decide recurrir a un “doctor” el cual le da unas medicinas. Este tipo de estafas cómicas siento que pasan comúnmente en México que recuerdan a todo esto que recalca Monsivaís en su libro.

Finalmente, es refrescante ver el trabajo de una mujer guionista -tan evidente en este trabajo- pues posiciona la visión de Nora en un primer plano, no solo como un accesorio a la trama; la desenvuelve y transforma en la mujer independiente que nunca logró ser. La juventud de Fannie también es evidente, pues muestra un México más diverso y con problemáticas actuales, yendo más allá del cliché y superando expectativas. Sobra decirlo, Cosas imposibles es una historia que el cine mexicano llevaba un largo tiempo buscando, y finalmente llegó. 


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