Por: Kathia Villagrán | @KathiaVC
Vera (Geraldine Chaplin) recién aterrizó en República Dominicana y mientras espera que su anfitrión la recoja, duerme en la intemperie con un guión en las manos. Su anfitrión (Jaime Piña), es también su productor y la recibe para empezar el rodaje de un guión que el amigo de ambos y célebre director dominicano, Jean-Louis Jorge, dejó inconcluso. La intención es reunir a todos sus amigos y colaboradores de los años 70s que aún viven.
Debido a su edad, para Vera dirigir y actuar en una película es un gran reto. Probablemente sea su última. “¿Y de verdad quiere saber?” se dice a sí misma cuando su acompañante empieza a cuestionar los motivos de continuar el legado de su difunto amigo. A simple vista, la noción puede ser un sentimiento loable por mantener vivo el recuerdo de Jean-Louis, pero durante el rodaje descubrimos que las intenciones son muy distintas a lo que el espectador hubiera imaginado. La aparición de una persona hará a Vera cuestionarse muchas cosas sobre su pasado, pero también la hará cuestionarse —y a nosotros también— qué tanto es real y qué tanto es un sueño de lo que se ve en pantalla.

La Fiera y La Fiesta fue escrita y dirigida por la pareja Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas, y la idea parte después de encontrar correspondencia y guiones que dejó el cineasta Jean-Louis Jorge —tío de Guzmán— después de su trágica muerte en el año 2000. Para Laura Amelia no solo fue encontrar una faceta de su tío que muy pocos le contaban, sino también fue honrar su legado y el legado de todos los cineastas que le abrieron el camino a las generaciones más jóvenes que querían dedicarse a eso en la República Dominicana.
“Yo sé que no es la película que hubieras hecho, pero acepta esta como regalo” dice la voz en off de Vera al final de la película. Es una línea que claramente va de los directores —especialmente Guzmán— hacia Jean-Louis, esa es una de tantos detalles que hace sentir el largometraje algo meta. Por momentos se confunde la línea que divide la ficción y lo documental, la atmósfera fantasiosa siempre está para difuminarla y hacernos creer que estamos viendo el sueño de alguien más. Un sueño que incluye vampiros y algo de realidad en él.

La película es visualmente hermosa —con fotografía de Cárdenas— y Geraldine Chaplin se entrega por completo a su papel. Su rol es de una mujer arrogante, el típico arquetipo de la celebridad vanidosa del Hollywood clásico. Si bien se comenta que ha empezado a perder la memoria, ha visto morir a los integrantes de su círculo social poco a poco y el pasado comienza a cobrarle la factura, ella no vive esto en su lecho de muerte. Es una mujer activa y dispuesta a tomar el que posiblemente sea el reto más grande de su vida personal y profesional.
La Fiera y La Fiesta es una carta de amor a la cinefilia y a todos quienes lo hacen posible. Es una película que remarca la importancia de no dejar morir lo que ha transformado a la historia del arte —especialmente la del cine— de un país.
La película es distribuida por PIANO DISTRIBUCIÓN y estará disponible a partir del 20 de mayo en cines del país mexicano y durante los primeros días de junio, la Cineteca Nacional presentará una retrospectiva de Jean-Louis Jorge que incluye sus películas Mélodrame (1976) y La Serpiente de la Luna de los Piratas (1973); una experiencia que se recomienda para darle más profundidad a la de ver La Fiera y La Fiesta.

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