Por: Kathia Villagrán | @KathiaVC
En un mundo abatido por la guerra, Alina Starkov (Jessie Mei Li) es una huérfana que desempeña el rol de cartógrafa para el Primer Ejército. Su mejor amigo de la infancia, Malyen “Mal” Orestsev (Archie Renaux) también pertenece al grupo militar y entre ellos existe un vínculo capaz de hacer hasta lo imposible con tal de protegerse mutuamente. Al final del día, lo único que tienen es el uno al otro. Se puede intuir que el núcleo de la guerra es la aparición de una “Sombra” mortal que divide al país de Ravka (inspirado en el Imperio ruso).
Después de intentar sabotear la misión que obligaba a Mal atravesar la Sombra, el grupo de Alina es obligado también a participar. En medio de la oscuridad y el peligro, cuando todo estaba a punto de fracasar, Alina descubre en ella el poder que salva su vida y la de sus acompañantes. Alina resulta ser Invocadora del Sol, una especie de Grisha (la casta con superpoderes de este universo) que se daba por extinta. Ella tiene el poder de destruir la Sombra, algo que por años estaban buscando.
Con la novedad del descubrimiento, Alina es citada por el General Kirigan (Ben Barnes), el comandante del Segundo Ejército —integrado por los Grishas que luchan por el reino—. Después de comprobar la raíz de sus poderes, Alina es trasladada al Pequeño Palacio, donde será entrenada para luchar por el país junto a otros de su misma especie.
Alejada de Mal, Alina no solo debe adaptarse a su nueva vida, sino también a las responsabilidades que conllevan la adquisición de un gran poder —referenciando otra franquicia famosa, Spider-Man—. Podrá gozar de muchas comodidades, pero su vida corre peligro y es buscada por diferentes personas que quieren beneficiarse de su poder o verla muerta. Al otro lado de la Sombra y del castillo, está Kaz Brekker (Freddy Carter), una especie de líder mafioso que acepta cualquier tipo de trabajo. En esta ocasión, Kaz accede a capturar a la Invocadora del Sol que de pronto apareció. Junto a sus colaboradores Inej Ghafa (Amita Suman) y Jesper Fahey (Kit Young) atravesarán la Sombra e intentarán infiltrarse al Pequeño Palacio.
La serie producida por Netflix y 21 Laps Entertainment. Sombra y Hueso está basada en los libros de la franquicia conocida como “Grishaverse” —Específicamente Sombra y Hueso y Seis Cuervos— escritos por la autora israelí Leigh Bardugo. Para mí, que no leí ninguno de los libros antes de ver la serie, la unión de ambas historias que ocurren en diferentes líneas de tiempo fue desarrollada bastante bien. No me atrevo a hablar por quienes sí leyeron la fuente original. En ningún momento la información se siente sobresaturada y muchas de las acciones van directo al grano, sin adornos innecesarios. Aunque el excesivo uso de flashbacks puede sentirse como subestimación de la retentiva de sus espectadores que posiblemente la terminaron en una sentada.
Como muchos sagas de fantasía juveniles, la historia de Sombra y Hueso se apoya de los tropos comunes en el género. Posee el arco de la “elegida” que no encaja con el resto de la sociedad, los padres muertos desde antes de empezar la historia, la familia encontrada, un gobierno autocrático en guerra, el triángulo amoroso entre el amigo de la infancia y el nuevo personaje en su vida, y otros. A pesar de todo esto, la serie sabe balancearlos con la diversidad de sus personajes que convergen entre sí de una manera más natural que historias del mismo tipo no supieron cómo hacerlo, o simplemente no se preocuparon en ir más allá de los protagonistas caucásicos.
Sombra y Hueso se adentra a discusiones políticas como racismo y xenofobia que pueden ser interesantes de explorar, sin embargo, terminan por sentirse superficiales comparadas con la presentación de la magia del universo. Si son de las personas que disfrutaban de Game of Thrones —por ejemplo— por su argumento político, esta serie puede quedar floja en ese aspecto. Pero si por otro lado, el retrato de la magia y las escenas de combate cuerpo a cuerpo son lo que les atrae de la fantasía, pueden disfrutarla aún más. De igual manera resulta ser una introducción interesante que resulte en una historia más épica en el futuro. Aunque al momento de redactar este texto no se ha confirmado una segunda temporada
La serie posee la intriga necesaria para captar la atención del espectador, pero es lo suficientemente ligera para funcionar como un escapismo que le evite la angustia que otras series similares le pueden provocar —traigo de nuevo Game of Thrones—. Más si se considera la situación mundial.
Eric Heisserer, guionista de películas como Arrival (dir. Denis Villanuev) y Bird Box (dir. Susanne Bier) es el showrunner de la serie y dos de los ocho episodios son dirigidos por Mairzee Almas, de quien hemos visto su trabajo directorial en series como Outlander, Jessica Jones y otras series basadas en personajes de cómics. Sombra y Hueso tiene todo el potencial de convertirse en una gran serie de fantasía, solo esperamos que la diversidad frente a la cámara pueda reflejarse también detrás de ella. Especialmente después de haberse dado a conocer el incidente de la doble de acción blanca con brown face y brown suit de la actriz Amita Suman. Y que ya no utilicen el recurso de “women in refrigerator” para justificar las acciones de un personaje masculino. A estas alturas resulta una estrategia fácil y haragana de escritura.
Gracias a su diseño de producción, vestuario y efectos especiales, es un producto visualmente atractivo. Sus colores vibrantes destacan entre otras fantasías y sabe distinguir muy bien sus regiones ficticias, con eso es muy difícil perderse en su argumento.
Sombra y Fuego —o Shadow and Bone— está disponible en Netflix y por nuestra parte la recomendamos mucho, especialmente si buscan algo para distraerse y los haga olvidar un poco de la realidad.

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