Por: Oralia Torres | @oraleia
Una de las principales maravillas del cine es que siempre hay películas y realizadores qué descubrir, sin importar de dónde sean ni cuánto tiempo haya pasado desde que se crearon. En particular, las retrospectivas que forman parte de festivales o ciclos de cine son muy prácticas para verlas, ya que suelen exhibir filmes restaurados y, además, las películas pueden venir acompañadas de mesas redondas y/o ensayos sobre ellas y sus realizadores.
Gracias a la newsletter de Another Gaze, una publicación británica feminista sobre cine, tuve la oportunidad de descubrir y maravillarme con el trabajo documental de Cecilia Mangini, directora italiana cuyo trabajo fue censurado por el sistema fílmico de su país y que, hasta hace algunos años, comenzó a ser restaurado y exhibido. La selección de 8 películas, de 10 a 30 minutos y realizadas entre 1960 y 1972, venían acompañadas de ensayos sobre cada una, dando información sobre el contexto histórico de la realización, así como sobre Mangini, sus procesos creativos y colaboraciones con Pier Paolo Passolini y Egisto Macchi.
Los cortos de Mangini encapsulan una fuerza impresionante. Presentan temas como la desaparición de rituales sociales importantes (Stendalì: Suonano ancora, Divino Amore), la enajenación y desilusión de la juventud (Tommaso, La canta della marane), la explotación de las industrias de personas en condiciones precarias y la necesidad del proletariado de unirse para demandar y lograr condiciones de trabajo dignas (Brindisi ’65, Essere Donne); por fondo y forma, su trabajo fue censurado por las autoridades fílmicas italianas de la época.

Essere Donne, en particular, fue censurado por ser un arma de doble filo: además de denunciar y exponer las condiciones laborales de las mujeres en los años de 1960, dejaba que fueran ellas quienes hablaran y compartieran cómo esta explotación afectaba sus vidas, incluyendo la doble jornada laboral, y la imposibilidad de escapar del bucle de precariedad. Entre las mujeres que contaron sus perspectivas -algunas de frente, otras pidiendo anonimato por miedo a perder el trabajo -, varias comentaron que se habían practicado abortos para evitar que otro bebé fuera a empeorar sus condiciones laborales y/o económicas. Mientras lo veía, me pesó saber que, aunque mucho ha cambiado de 1965 a 2021, montones de problemáticas se mantienen: las mujeres siguen trabajando largas horas por poco dinero para mantener a sus familias, las abuelas suelen hacerse cargo de les niñes, las niñas dejan la escuela inconclusa para trabajar o cuidar de sus hermanes más pequeñes, y los anticonceptivos, aunque están presentes, suelen estar muy estigmatizados o inaccesibles.
Desafortunadamente, el ciclo sobre Mangini duró muy poco (por ser un medio independiente, solo pudieron dejar las películas en su sitio una semana), pero podríamos prender un par de velas para que estén pronto disponibles en otros servicios de streaming.

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