Por: Ana Iribe | @samrockweII
¿Piensas en qué papel tienes en la vida de alguien más? Como qué le contarás a tu siguiente pareja. ¿Alguna vez lo piensas?
La incertidumbre es intrínseca a la juventud, el no estar seguros de lo que vendrá, de las reacciones de los demás y de las nuestras. Esta etapa de la vida se caracteriza con un proceso de prueba y error, usando a la experimentación hasta que nuestro cuerpo y mente nos lo permita, y es el momento en donde nos definimos como realmente queremos ser. Es este coming-of-age tardío que nadie nos menciona pero está implícito en cada uno, y que debemos enfrentar aunque nuestra persona se sienta dentro de un remolino. Greta Gerwig ha sido experta en capturar este mismo instante en varias películas: Hannah Takes the Stairs (2007), Frances Ha (2012), Lady Bird (2017) y Little Women (2019)—aunque estas dos últimas caben más en lo que es el verdadero coming-of-age—, en todas aparecen peleas internas del personaje, especialmente en su sentido de pertenencia en donde se desenvuelven, y Nights and Weekends (2008) no es la excepción.
Siendo su primer trabajo directorial —acompañada de su entonces frecuente colaborador, Joe Swanberg—, se plantea la relación de Mattie y James —Gerwig y Swanberg— en sus puntos altos, sus roces, sus caídas y el después de lo que fue un noviazgo a distancia. El paso de convertirse en extraño es uno de los sentimientos más dolorosos que se pueden experimentar, pero a su vez es uno de los más comunes y comprensibles; tal vez alguna fuerza nos movió al cambio de manera interna o externa, pero nunca seremos sedentarios en el camino de las relaciones. Gerwig lo captura casi como si fuéramos una mosca en la pared: los personajes se desnudan ante nosotros para ver sus imperfecciones, sus mayores temores, sus más grandes alegrías; pero también puede ser confuso, pareciendo que nos mencionan solo una parte de la situación, como si llegáramos tarde a una función en el cine. Sus personajes tienen comportamientos con emociones implícitas, como aquel remolino en el que estamos y que no queremos que el otro sepa, pero todo es captado por una cámara, por una dirección y en una manera cinematográfica.

Nights está dentro del subgénero mumblecore, el cual se caracterizaba de actuaciones y diálogos naturalistas, además de un enfoque en las problemáticas que podían tener los veinteañeros estadounidenses. Las cintas representativas solo mostraban las dudas que tenían los autores, sus más cercanos y sus amigos, creando personajes que podrían ser una mezcla de todos ellos, y es algo que podemos notar al momento de buscar a los encargados del guión —la mayor parte de veces se le acreditaba a casi todo el elenco, pues el mumblecore dependía bastante de la improvisación—. Gerwig se le podía considerar como la it girl del subgénero, abriéndose campo dentro del cine independiente americano aunque sin conseguir éxito mainstream, y es exactamente en este periodo cuando menciona haberse sentido deprimida y miserable, perdida y sin brújula como vimos a Mattie, sin un sentido de pertenencia.
Greta ha sido personal con toda su filmografía, pero saber que con Nights and Weekends nos contaba gran parte de su entonces actual persona, solo la vuelve mucho más interesante y admirable. Ha existido el conflicto de si contar historias fuera de lo que conocemos o retomarlas con lo más íntimo, pero creo que con el segundo podemos ser honestos, y con ello abrir la posibilidad de que el espectador empatice con mayor facilidad que con una historia alejada de nuestra familiaridad. Hemos visto que lo ha repetido con Lady Bird —siendo una carta de amor a su ciudad natal, Sacramento— y Little Women —uno de los libros que más le han impactado—, en su cine se pueden hablar de inseguridades, de pequeñas viñetas que forman la vida de sus personajes. Nights fue la primera instancia identificable de su estilo, como sus momentos incómodos entre dos personajes y de las interrogantes que los carcomen diariamente, y lo hizo de tal manera que incluso nos pudiéramos sentir como uno de ellos, con los sonidos claustrofóbicos, de la cámara que parece que invade sus espacios personales y el lenguaje corporal que en una instancia pareciera mínimo, pero que hablaban mucho más de lo que transmiten sus personajes.

En un momento de la cinta le preguntan a James sobre su trabajo, en cómo los videojuegos dan una nueva perspectiva a la vida de cada uno de nosotros, y es algo que creo también es propio del cine. Tanto Swanberg como Gerwig proyectaron una mezcolanza de lo que era más cercano para ellos, entre más íntimo mejor, y representaron un presente —ahora pasado— que pueden ver con mayor madurez y certeza, y más con la filmografía que siguieron creciendo por separado, tal y como sus personajes debían afrontar en cierto momento. «Son como nosotros de ahora, representando el pasado», dice James a Mattie cuando miran las fotos de la sesión que tuvieron momentos antes, y son como las líneas y esencias que aún continúan representando en sus últimos trabajos, los cuales sirven para nosotros como esa perspectiva diferente que se menciona en Nights and Weekends.

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