Woman of Fire e Insect Woman, las cintas debut de la renombrada actriz coreana, marcaron el inicio de una carrera como pocas en la cinematografía de aquel país.

Por: Amira Ortiz | @unazuara
El rostro de la joven reflejado en el espejo es grotesco. La sonrisa fingida no habla de autoconmiseración, sino de ruptura. La inocente e inofensiva criada* ya no existe. La nueva Myeong-ja está dispuesta a todo, como lo demuestra la escena previa a este momento. El melodrama escala al horror y el monstruo es la mujer que le da título a la cinta Woman of Fire (1971), encarnada por una jovencísima Youn Yuh-jung. El debut cinematográfico de la hoy primera actriz, forma parte de la trilogía Housemaid, del director Kim Ki-young, el primer gran exponente del cine psicosexual coreano.

Con The Housemaid (1960), Kim presentó los arquetipos que rigieron su ideario del deseo y la sexualidad femeninos: la criada, como figura destructora del núcleo familiar y las normas sociales; la esposa, como proveedora y defensora del hogar y; el marido, como objeto de disputa entre ambas. Kim revisitó esta historia en los siguientes veinte años, finalizando con Woman of Fire ’82. Si bien la primera entrega, considerada un clásico en la cinematografía de Corea del Sur, goza de mayor reconocimiento crítico y alcance internacional, las siguientes dos versiones fungen como testigos de la rápida transformación social del país. Entre estas últimas, la versión del 71 destaca por su ejercicio estilístico y la actuación estelar de Youn.
Un cambio notable en el examen de Kim sobre la figura de la doncella en Woman of Fire está en otorgarle una historia de origen. En The Housemaid la joven resulta una aparición anónima, con lo que sus acciones recaen en una especie de maldad y vicio natos, mientras que en la entrega de los setentas conocemos el inicio de la relación turbia que el personaje de Youn Yuh-jung tiene con su cuerpo y su sexualidad. Este evento traumático motivará la migración de Myeong-ja y su mejor amiga del campo a un Seúl que limita las opciones de las mujeres precarizadas al trabajo doméstico y la prostitución. Ante tal panorama, el matrimonio resulta un pase de supervivencia. La llegada de Myeong-ja a la residencia de la familia no implica una transacción salarial, sino la promesa de la señora de la casa de conseguirle un esposo.

Kim Ki-young vuelve a presentar a las ratas como presagio de tragedia y símbolo de lo febril. Si en la primera entrega de la trilogía resulta evidente la asignación de culpas, en Woman of Fire los límites no se desdibujan, se desbordan. No hay intención por el drama social y, con ello, una aproximación más cercana a la realidad. La cinta refuerza lo estridente de sus actuaciones con una paleta de colores saturados. Rojo, azul y amarillo sirven de fondo a la escalada a la histeria de Myeong-ja y del matrimonio formado por Jeong-sook (Jeon Gye-hyeon) y Dong-sik (Namkoong Won).
En este triángulo el elemento disruptor, también presente en el montaje, es el deseo. Myeong-ja y Jeong-sook comparten el cuidado del hogar, de los niños y la supervisión de la granja de pollos que sirve de principal sustento económico. Las mujeres de esta casa se ensucian las manos, mientras el hombre desliza los dedos sobre el piano y escucha las letras y melodías que compone en voz de una joven cantante. Las dinámicas de poder de cada uno darán un giro a partir de un episodio de violencia. Aunque se conoce el desenlace, al tratarse de una narrativa circular, en este cóctel de adulterio, locura y sangre, lo revelador está en el hecho de que existe más de un monstruo y que sus formas, en apariencia más veladas, son igual de destructoras.
En Insect Woman (1972), una suerte de extensión no oficial de la trilogía, Kim Ki-young retoma al trío protagónico. Esta vez para un examen colocado en el melodrama con tintes de comedia. Es una evolución natural para el gesto desgarbado del personaje de Youn Yuh-jung. En estas dos películas, su entonación y movimientos resultan insolentes. Su sola presencia en los espacios de una familia “honorable” es incómoda. Es un rechazo basado en su clase y género. Y en tal escenario, sus deseos se ven desde una óptica grotesca.
En Mujer Insecto, la colegiala Myeong-ja se ve obligada a enrolarse en un burdel para mantener a su madre y hermanos, tras la muerte del padre. El desamparo proviene de ser la otra familia: la casa y los hijos de una concubina. Para la joven el pase para escapar de esa vida es el profesor Lee, un hombre impotente y frustrado por el éxito laboral y económico de su esposa. Esta última es consciente del engaño y, para guardar las apariencias, comparte a su marido. Además de otorgarle un salario a la joven amante. De nuevo, el personaje de Youn transita a la adultez al descubrir su sexualidad y las condiciones para ejercerla. Para la actriz estos papeles significaron una nueva faceta, una entrega física y psicológica no conocida en sus trabajos previos en televisión.

En una conversación reciente con Alex Jung para Vulture, Youn manifestó que lidiar con el carácter y visión del director Kim no fue fácil. Uno de los diálogos más destacados de la trilogía Housemaid, conservado en las tres versiones, hace mención a la autonomía corporal y las violencias por las que pasan las protagonistas: “¿Es acaso mi cuerpo un juguete para que hagas con el lo que quieras?”. Youn describió aquellos años de colaboración con Kim como un tiempo miserable, con abusos. “Tal vez sea un genio, pero es muy raro. En ese momento estaba pensando, ‘Oh, este hombre me está matando. No lo entiendo en absoluto’».
El trabajo de la actriz en estas cintas, en la última etapa de la filmografía del cineasta, marcaría un antes y un después en su carrera y vida. Con un prometedor futuro, Youn migró a los Estados Unidos junto a su esposo, el cantante Cho Young-man. Instalada en Florida, ahora como ama de casa, la actriz tuvo dos hijos. Más tarde, tras descubrir una infidelidad y tramitar el divorcio, se encontró sola en un país ajeno, en el que apenas podía comunicarse con los demás. Una etapa difícil la esperaría en su regreso a Corea, en una industria y entorno que castiga a las mujeres maduras y divorciadas.

Las mujeres de fuego y las mujeres insecto se perciben como destructoras y los monstruos femeninos se castigan. La independencia económica, la autonomía corporal y el deseo sexual están condicionados. Navegando estas peripecias, dentro y fuera del set, Youn construyó un perfil único que continuó en cintas como The Taste of Money (2012) y The Bacchus Lady (2016), donde mujeres de la tercera edad desafían a su entorno con sus cuerpos y sexualidad. “Odio esa cosa de la imagen materna. Nunca seré una”, pronunció en el falso documental Actresses (2009). Hoy, a los 73 años y con una reciente nominación al Oscar, Youn Yuh-jung es la excepción, entre tantas y tantas consumidas por el fuego de lo público y lo privado.
Woman of Fire e Insect Woman están disponibles en el canal de YouTube del Korean Film Archive.
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* Utilizo la palabra criada, y no empleada doméstica, en este texto porque La criada es el título con el que la cinta The Housemaid se dio a conocer en Hispanoamérica. Además de que la connotación peyorativa del término responde al contexto y la historia que se cuentan en estas películas.

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