Por: Julia Iturbe | juliaiturbe_
La luz, el texto y la imagen coexisten en la narrativa que construye la directora, guionista y fotógrafa Carolina Moscoso en su película documental Visión Nocturna, utilizando distintos elementos visuales para hacer una dolorosa analogía al proceso traumático de vivir y sobrevivir un abuso sexual.
Moscoso plantea desde el inicio de la película iluminaciones distintas: la luz que encandila, la oscuridad y la penumbra, las cuales revelan al espectador tres momentos distintos en la historia que no son consecutivos, sino que se revuelven en la línea temporal de un duelo no lineal.
La oscuridad, acompañada del silencio, no aparece como la falta de imágenes, sino como una oportunidad para el espectador de experimentar el vacío y el dolor narrado en primera persona.

La directora utiliza su propio material de archivo en distintos formatos, ejemplificando visualmente su devastadora experiencia antes, durante y después de una violación, así como el proceso legal e íntimo posterior a este hecho.
En cuanto al texto, se muestra como una voz íntima con aquello que no se dice en voz alta, que se graba en la memoria y que Carolina Moscoso comparte, encima del silencio y el ruido, como los pensamientos y recuerdos que aparecen en la vida cotidiana, como el dolor que resurge en momentos aleatorios.
La estremecedora analogía de los elementos cinematográficos que se encuentran con las emociones, las sensaciones y los sentimientos, llevan a quien observa a experimentar la devastadora realidad que narra la película. La directora logra generar una narrativa audiovisual, que va más allá de una historia, que se introduce en las entrañas y revuelve los estómagos al representar, de forma impresionante, la huella de dolor y los procesos que atraviesa una persona que fue abusada sexualmente.

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