Por: Esther Montes | @venuscirene
El Festival SXSW 2021 presenta en su categoría de Narrative Feature Competition una de de las historias más genuinas, dinámicas y bien aterrizadas a nuestra nueva normalidad pandémica: I’m Fine (Thanks For Asking) de Kelley Kali y Angelique Molina.
Kelley, quien también protagoniza esta cinta, interpreta a Danny, una joven madre que enviudó hace unos meses, y que ha tenido que contarle una infinidad de historias a su hija Wes que justifiquen por qué viven en una casa de campaña a las orillas de Pacoima, en Los Ángeles, California.
Danny y Wes extrañan mucho a su esposo y padre, respectivamente, pero es Danny es a quien más le ha pegado su ausencia, ya que se quedó sola, a cargo de la niña, sin muchas alternativas para cumplir el mayor deseo de su hija: vivir en una casa, tener una vida normal.
El día de esta madre y su hija arranca con los reclamos de la pequeña. El calor, la lejanía, la incomodidad, la falta de lo que todo niño necesita comienza a ser insoportable. Danny le promete a su hija que al final de ese día las cosas cambiarán, y para animarla le dice que pida un deseo al anillo de oro que era de su papá, objeto que se convertirá en la posesión más preciada y deseada de esta historia, así como en un amuleto de la suerte.

“Los ángeles existen. Papá es uno de ellos. Pide un deseo”, le dice Danny a Wes. La petición de la niña hará que la jornada de la protagonista no sea nada sencilla. Así, madre e hija abandonan su casa de campaña, usando su cubrebocas porque estamos en pandemia. Este elemento se siente tan normal de ver en la pantalla, cosa que hace dos años nos habría parecido incómodo. Danny siente que todo saldrá bien, que nada podría arruinar su plan para completar lo que necesita para el depósito del departamento que piensa rentar. Sin embargo, la primera traba del día llega de la mano de la persona que cuida a Wes y le permite tomar clases en línea en su casa: ¿Cuándo me vas a pagar? A pesar del incómodo momento, Danny está segura que ganará lo suficiente para saldar esa deuda y finalmente dormir bajo un techo seguro.
Esta madre ha venido haciendo de todo desde que murió su esposo y la pandemia paralizó la economía. Montada en sus patines, Danny recorre las calles de Paicoma (lo cual se convierte en una bella postal gracias a los murales que caracterizan este barrio) yendo de casa en casa, ofreciendo sus servicios para peinar personas, así como repartidora de comida, un oficio que en 2020 nos salvó la vida durante el confinamiento y le dio trabajo muchas personas. Cansada, harta, abrumada por las puertas que parecen cerrarse, Danny tiene la solución en sus manos, pero el apego emocional no le permite desprenderse de lo único que cree que la mantendrá unida a su esposo.
En el camino, muchas personas le preguntarán cómo está, cómo le ha ido. Apenada por la realidad, Danny evade los cuestionamientos con un “Estoy bien. Estamos bien. Gracias por preguntar”, sin embargo, será el encuentro fortuito con una vieja amiga el que derivará en un momento surreal que la hará romper esa máscara y confesar la verdad. Brooklyn, uno de los personajes más divertidos y nobles de esta historia, será la única persona que aconseje sabiamente a Danny, quien al final del día tomará una decisión difícil, que interpretará como una señal de que, efectivamente, su esposo es un ángel que siempre cuidará de ella y Wes.
Antes de dedicarse al cine, Kelley Kali estaba convencida que haría una carrera como antropóloga, especializada en Arqueología. Fue justamente una investigación en la selva de América Central, para estudiar una antigua zona maya, lo que la llevaría a descubrir su vocación. Durante meses, como su personaje, Kelley vivió en una casa de campaña, filmando sus experiencias. Así, la hoy directora y guionista llegó a National Geographic. Una cosa fue llevándola a otra hasta entrar a la escuela de Cine y Artes de la University of Southern California (USC), donde también estudió Angelique Molina.

Con su cortometraje Lalo’s House, Kelley – ya entonces ganadora del premio de Cine para Estudiantes de la DGA y el Premio de la Academia para Estudiantes de Cine–, lograría llevar su trabajo a distintos festivales de cine. Por su lado, Angelique Molina lograría estos mismos hitos gracias a su documental HOMEGIRLS y AMELIA’S CLOSET.
Durante el screening de la cinta, Kelley reveló cómo surgió esta historia: “Después de estar encerrada en Los Ángeles durante varios meses, tuve esta necesidad súper urgente que se apoderó de mí de crear una película durante el verano. Así que fui con mi amiga, Angelique, con Roma, y con mi socio de escritura y producción, Deon Cole, y también con Capella, para hablar con ellos sobre la realización de una película. Roma, Angelique y yo sabíamos que queríamos abordar los problemas que nos rodeaban y uno de los que surgió fue vivir de cheque en cheque y cuántas personas terminan en las calles ahora, algo que probablemente no habría sucedido antes. Me di cuenta de que también había muchas más mujeres en las calles, así que decidimos explorar ese tema”. Esperamos que I’m Fine (Thanks For Asking) se exhiba en más festivales y logre su cometido.

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