Por: Esther Montes | @venuscirene
El terreno de la religión y los conflictos que actualmente existen en nombre de un dios detonan debates y la toma de decisiones drásticas respecto a quienes forman de ciertos grupos. A través del cine, hemos visto una cantidad de historias de personajes de la vida real y de la ficción que se dieron cuenta que formar parte de las filas de un movimiento extremista tiene consecuencias terribles cuando se descubre que los hechos se contradicen con aquello que los motivó a unirse a esta organización.
Historia Americana X, The Believer, Skin son algunos títulos que retratan las consecuencias de bajarse del barco, con finales de cierta forma más alentadores que las mujeres que escaparon del Estado Islámico, globalmente identificado como ISIS. El contraste entre las historias de estos personajes de la ficción y la vida de las miles de mujeres que lograron salir del califato queda en evidencia en el trabajo de la española Alba Sotorra Clua, quien estrenó en el Festival SXSW 2021 su documental The Return: Life After ISIS.
Hoda Muthana, Shamima Begum, Hafida, Nawal y Kimberly, forman parte de un grupo de más de mil 500 mujeres que están instaladas en un campamento de refugiados en la zona norte de Siria, uno de los países más golpeados por el también llamado Dáesh. Estas mujeres han tenido que adaptarse a vivir aquí, a la espera de que sus países de origen les permitan regresar a lado de sus hijos, o bien dar refugio. Sin embargo, ningún gobierno, hasta ahora, está dispuesto a cambiar su postura sobre todo lo que provenga del Estado Islámico, salvo una excepción: sus hijos son bienvenidos, pero ellas no.
En este campamento, que el documental muestra en un periodo de dos años, estas viudas, esposas, madres, jóvenes, trabajan en conjunto para superar los hechos de crueldad, abuso, misoginia de los que fueron testigos. Poco a poco, entre ellas se van abriendo, compartiendo sus historias y reflexionando sobre lo que le dirían a su yo del pasado para evitar que entrara a ISIS.

Muchos se preguntarán cómo es posible que entraran a una organización que jamás ha tenido reparo en ocultar sus acciones y su devoción por el terror. Todas ellas comparten una misma historia: la búsqueda de una identidad, la soledad; el rechazo que vivían al interior de sus familias y entorno; las ganas de ayudar y hacer un cambio para la sociedad; el amor hacia sus esposos, en algunos casos, y las mentiras que los reclutadores de ISIS le dicen a miles de jóvenes en redes sociales, principalmente Twitter, con propaganda en la que ayudan a personas, donde niños no mayores de cinco años hablan como profetas, donde todo se hace, aparentemente, buscando justicia.
“Esperaba un lugar más feliz, donde pudiera ayudar. Era el infierno en la Tierra”, afirma Hoda, quien junto a Shamima, se convirtió en noticia global cuando se informó de su adición a ISIS. Mientras que Shamima, con 16 años, dejó Reino Unido, a escondidas de sus padres, junto a dos amigas, para unirse al movimiento en el que creía, Hoda usó su perfil de Twitter durante varios años para promover el mensaje del Estado Islámico, sumando su voz a las amenazas de muerte y destrucción, que incluso le valieron que Donald Trump anunciara en su propio perfil que tenía prohibida la entrada a Estados Unidos.
Al escuchar sus historias, –como el de Hafida quien con apenas 21 años, embarazada, dejó Holanda para buscar a su marido, quien se había unido a ISIS, dejándola sola– es difícil creer que estas mujeres sean villanas en toda la extensión de la palabra.
Hoda Muthana, Shamima Begum, Hafida, Nawal y Kimberly están solas, con sus hijos. Ellas, junto a las otras miles de mujeres del campamento, provenientes de 56 países diferentes, también han sufrido las consecuencias de la guerra; también han perdido su hogar, a sus maridos, a sus hijos; han experimentado hambre, miedo y todo tipo de vejaciones. Su error reside básicamente en la vulnerabilidad en la que se encontraban antes de dejarlo todo, buscando el amor de Dios y de una comunidad, dejándose envolver.
“Todos merecen una segunda oportunidad”, afirma Sevinaz, una de las principales voluntarias del campamento, que en contra de la opinión de su familia y de la sociedad, está ahí para ayudar a estas mujeres, consideradas tan viles como los hombres del califato.
The Return: Life After ISIS retrata cómo las decisiones radicales de cualquier bando dañan profundamente a un grupo de personas. Porque mientras ningún país sepa qué hacer con ellas, estas mujeres continuarán viviendo en tierra de nadie, sin identidad, ni certeza de qué será de sus vidas. El trabajo de Alba Sotorra Clua es una invaluable invitación a la reflexión sobre las verdaderas víctimas del radicalismo.
Al momento de exhibirse este documental en SXSW 2021 ninguna de las mujeres que vimos en este trabajo ha logrado regresar a sus países de origen o recibir asilo de algún otro. Siguen a la espera, bajo el miedo de que ISIS tome represalias contra ellas y sus hijos, alejadas de sus familias, apoyándose entre ellas, resistiendo.

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