Por: Romina Alexandra |@rominaalexandragarciafelix
Tuve el honor de conocer a Andrea Chignoli hace unos años en un laboratorio para cineastas organizado por el Sundance Institute. En esa ocasión, pude sentarme en una presentación que Andrea hizo sobre el proceso de edición en cine. Su pasión por el lenguaje cinematográfico y su habilidad para explicar la complejidad de su vocación, dejó a todos los que asistimos al evento inspirados y sensibilizados a una nueva forma de apreciar el cine; se podría decir que nos regaló nuevos ojos.
Andrea creció en Chile durante el periodo Pinochet, un tiempo en el que el país se encontraba bajo una censura muy estricta en las expresiones artísticas (cine, literatura, teatro, etc.). Después del golpe de Estado, las escuelas del séptimo arte fueron cerradas y cualquier tipo de material que no apoyara las nuevas ideologías políticas fue destruido. Muchos artistas resultaron exiliados del país y se vieron forzados a pedir asilo político. La vocación de Andrea como montajista no era solamente una pasión, sino un acto de rebeldía en los ojos de la Dictadura.
Con más de 80 títulos en su repertorio, Andrea Chignoli ha tocado proyectos tanto de ficción como documentales que han sido reconocidos alrededor del mundo, convirtiéndola en una de las mejores montajistas de latinoamérica. Y para nuestra suerte, Andrea es extremadamente generosa cuando se trata de hablar sobre un tema que le apasiona y nos ha concedido el tiempo para platicarnos un poco sobre su experiencia y su trayectoria; estas fueron sus respuestas.

GaF: El talento Chileno ha dado mucho de qué hablar en la industria cinematográfica. Hemos visto historias espectaculares con perspectivas únicas que por mucho tiempo estuvieron limitadas o ausentes durante el periodo Pinochet. ¿Cómo fue que decidiste convertirte en montajista en Chile y cómo crees que esta particular experiencia ha influenciado tu trabajo y tu visión?
Andrea Chignoli: En los 17 años de dictadura en Chile, se hicieron solo 3 o 4 películas. No había escuelas de cine, los directores de los años 70’s estaban viviendo en el exilio, era un desierto cultural. Y, sin embargo, el amor por el cine era urgente. Yo crecí viendo películas que me ayudaban a imaginar un mundo menos gris. Querer hacer cine, entonces, era como querer ser astronauta: algo casi imposible de lograr. No obstante, era un sueño poderoso. Y creo que hasta el día de hoy, siempre me fascino cuando alguien me ofrece montar una película. A veces cuando escucho a mis colegas americanos hablar de cómo seleccionar un proyecto, para que su carrera prospere, yo siento malestar: para mí cualquier proyecto es un lujo. Todos los proyectos me interesan: es una consecuencia de haber crecido en la escasez cultural total. Quiero pensar que ese entusiasmo es una ventaja.
GaF: ¿Cómo sabes cuando un proyecto tiene potencial? ¿Hay algo específico que buscas cuando ves por primera vez el material?
Andrea Chignoli: Un proyecto tiene potencial cuando cuenta una historia específica y original, pero esa historia tiene implicaciones universales, que es familiar a cualquier ser humano. El cuento además, debe estar contado de una manera expresiva, utilizando todas las herramientas del lenguaje audiovisual.
Entonces cuando miro el material, estoy buscando ese tema universal, ese tema que hará eco con la audiencia. Y también busco la belleza o la originalidad en los planos, las tomas, para asegurarme que el lenguaje sea expresivo. Entonces, podríamos decir que los proyectos deben ser evaluados considerando tanto el qué cuentan como el cómo lo cuentan.
GaF: Tienes muchos créditos como montajista, tanto en largometrajes de ficción como documentales, ¿Qué cambia cuando editas proyectos de ficción a diferencia de documentales? ¿En qué forma es distinto tu acercamiento?
Andrea Chignoli: Si bien algunos directores de documental tienen un guion previo al rodaje, es en el montaje donde la historia aparece realmente, donde el guion se escribe. La realidad ya está dada, porque los personajes y situaciones documentales permiten que el pacto de verosimilitud que se crea entre la audiencia y la película se logre rápidamente.
Entonces, me concentro en la narrativa (storytelling). Pero al mismo tiempo, una de las grandes gracias del documental es que las estructuras narrativas son diversas, variadas, porque se adaptan a la realidad de lo que se filmó. Por ende, el trabajo del montajista consiste en moldear una estructura que sea lo más orgánica posible a la realidad ya filmada.
La ficción, como tiene un control mayor de todos los factores expresivos en juego, por lo general trabaja con estructuras narrativas más clásicas, más convencionales. Sin embargo, el pacto de verosimilitud es más difícil de lograr. Entonces el acento está puesto en buscar las actuaciones que transpiren mayor verdad, la puesta en escena que sea más armónica, etc. Se busca que esa estructura preexistente desde el guión sea verosímil, parezca viva y real.
Podríamos decir que son procesos inversos, pero totalmente complementarios.

GaF: Una vez que aceptas trabajar en una nueva película y pasas un momento explorando el material, ¿dirías que el proyecto te muestra o dicta cierto ritmo por sí solo, o es algo que tú creas y manipulas una vez que comienzas a editar?
Andrea Chignoli: Yo siempre monto pensando en la audiencia: mi objetivo es que la audiencia se involucre con la historia, que se emocione y que no se aburra, ni se confunda. Entonces el ritmo está guiado por ese objetivo.
Pero, al mismo tiempo, yo no subestimo a mi audiencia: siempre asumo que es una audiencia inteligente, que necesita que no le den todo pre-digerido y que si el ritmo a ratos es lento, es para que ellos tengan tiempo de reflexionar sobre lo que están viendo y así poder sacar sus propias conclusiones. Entonces el ritmo es esa mezcla de querer atraer a la audiencia y al mismo tiempo llevarla a que afronte desafíos narrativos.
GaF: ¿Nos puedes platicar sobre alguna película que se haya presentado como un reto para ti, y que tuvieras que abordarlo de una forma no convencional?
Andrea Chignoli: ¡Uff! Cada película tiene sus desafíos. Pero supongo que No de Pablo Larraín y Violeta se fue a los cielos de Andrés Wood son mis dos grandes logros como montajista. No es interesante a nivel de montaje porque además del material filmado por Pablo, teníamos 500 horas de material de archivo que complementaban la historia y que debían fundirse con el material filmado en el presente.
Y Violeta porque decidimos hacer una biopic sobre la gran folklorista chilena Violeta Parra, pero no queríamos guiarnos por la cronología de nuestro personaje, sino que por las extrañas asociaciones de la memoria: tratamos de que el montaje emulara el funcionamiento muchas veces errático y disperso de la mente humana. Queríamos observar cómo nuestro personaje recordaba su vida de manera no lineal y emocional, justo al momento de morir, en esos dos o tres minutos de agonía, cuando te despides del mundo y ves tu vida pasar frente a tus ojos.
GaF: En tu opinión, ¿cuál sería una colaboración idílica entre Director y Editor?
Andrea Chignoli: Lo ideal es la colaboración en su máxima expresión: que ambas partes se sitúen de igual a igual, con una mente creativa y un corazón que no quiere competir, ni ser egoísta. Ambos tienen que aportar, dar ideas, proponer soluciones (también es muy terrible cuando un director está bloqueado y no aporta nada en la sala de montaje), pero evitando imponer jerarquías. Es en ese diálogo franco y horizontal que se cocinan las mejores ideas, ya que dos mentes piensan más que una.
También creo que es importante que las partes se tomen el proceso con la liviandad de un juego, evitando la angustia y la seriedad que pueden estar presentes a la hora de hacer una película. El montaje es un proceso de probar posibilidades, tiene mucho de ensayo y error. La actitud lúdica y curiosa permite experimentar sin la presión de que todo tiene que desembocar en un resultado perfecto. Entonces, al buscar soluciones con esa actitud de juego, quizás se construye algo que al inicio no es muy bueno, pero que contiene la semilla de una buena idea.
En ese proceso es importante que ambas partes se acompañen y se apoyen, a pesar de que pueda existir dudas en las ideas del otro. La creatividad es un proceso muy delicado que se puede inhibir o entorpecer en un ambiente de desconfianza y descalificación.

GaF: ¿En tu trabajo te puedes tomar ciertas libertades creativas con el contenido? ¿Has propuesto cambios en el momento de la edición que han alterado significativamente la trama o idea original de algún proyecto?
Andrea Chignoli: ¡Por supuesto! Todo el rato hay cambios enormes en los contenidos. En el montaje se cambian los finales, se eliminan personajes, se agregan diálogos o voces en off que nunca existieron en la versión original, se alteran cronologías, etc. Incluso, he tenido que pedir retomas para que se aclaren ciertos aspectos que sin esas escenas adicionales conducirían al público a confusión. Sin esa libertad creativa, no creo que se pueda hablar de montaje.
GaF: Recuerdo mucho una frase que dijiste en una de tus presentaciones: “Con el instinto se nace, pero la intuición se desarrolla con la experiencia.” ¿Qué significa para ti esta frase y cómo se relaciona a tu trabajo de edición?
Andrea Chignoli: Se ha hablado mucho de la intuición del montajista como un instinto nato que guía al montajista a cortar en un determinado momento. Y es cierto, el corte muchas veces se siente, no se piensa. Pero ese instinto es una construcción en donde se combina toda la cultura del montajista, todos los libros que ha leído, toda la música que ha bailado, todas las películas que ha analizado. Yo creo que la narrativa es un músculo que se va fortaleciendo con la experiencia, que se va adhiriendo a la mente del montajista de tal manera, que se expresa de manera intuitiva, inconsciente. Pero detrás de ese gesto hay una experiencia gigante.
GaF: Para nuestras lectoras en Girls at Films y las chicas que están persiguiendo su pasión como montajistas, ¿cuáles serían algunos consejos que les darías para una carrera exitosa?

Andrea Chignoli: Aquí una lista de consejos:
- En un inicio acepten montar cualquier proyecto. Se aprende mucho de los proyectos defectuosos, porque justamente te obliga a aprender a reparar esos errores en el montaje.
- No tengan miedo de probar muchas posibilidades. En frío hay ciertas ideas que suenan mal y luego cuando pruebas, aparecen sorpresas insospechadas.
- Vean muchas películas. De distintas nacionalidades, de distintos géneros. Se aprende mucho de los documentales, del World Cinema, no sólo de los grandes blockbusters o de las series.
- Dense tiempo. El buen montaje requiere de muchas horas frente al computador. Sean pacientes consigo mismas. Y así mismo, dense tiempo fuera del computador. Las mejores soluciones se me han ocurrido cuando voy a la plaza con mi hija o cuando salgo a andar en bicicleta. Una mente creativa sigue funcionando en los tiempos de ocio.
GaF: ¿Cuáles son algunas películas que nos recomendarías que destacan por su trabajo de edición?
Andrea Chignoli:
FICCIÓN:
- La Batalla de Argelia de Gillo Pontecorvo
- Memorias del Subdesarrollo de Tomás Gutiérrez Alea
- La Mujer sin Cabeza de Lucrecia Martel
- Morvern Callar de Lynne Ramsay
- Beau Travail de Claire Denis
- Raging Bull, Goodfellas y The Departed de Martin Scorsese
- The Limey de Steven Soderbergh
- Vivir su Vida, Sin Aliento y cualquier película de Jean-Luc Godard
DOCUS:
- Cualquier documental de Agnès Varda o de Errols Morris
- Los documentales experimentales hechos con found footage de Bill Morrison
Además de ser una talentosísima montajista, Andrea Chignoli es una admirable mentora y maestra en su arte. Ha sido un privilegio poder pasar un tiempo con ella aprendiendo a apreciar el cine bajo su lupa y siendo siempre inspirada por su trabajo y trayectoria.
Algunas de las películas que han sido editadas por Andrea Chignoli son:
- No, Dir. Pablo Larraín
- Violeta Se Fue a los Cielos, Dir. Andrés Wood
- Luxor, Dir. Zeina Durra
- Cielo, Dir. Alison McAlpine
- Olancho, Dir. Ted Griswold y Chris Valdes
- Viper Club, Dir. Maryam Keshavarz
- La Novia del Desierto, Dir. Valeria Pivato y Cecilia Atán
- La Familia, Dir. Gustavo Rondón
Para más información sobre sus proyectos pueden visitar su página: www.chigno.com

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