Por: Kathia Villagrán | @KathiaVC
La película empieza con Sophie Jones (Jessica Barr), una adolescente de dieciseis años que observa la caja de madera que sostiene entre sus manos. La caja significa mucho para ella y está tratando de conectar con lo que hay dentro de ella. Descubrimos que Sophie recién perdió a su madre y su tristeza es rápidamente ignorada por los demás miembros de su familia, que también atraviesan su propio duelo.
La adolescencia es difícil: nuestro cuerpo está cambiando, nuestra mente se está moldeando y el mundo parece estar en nuestra contra. Nuestra protagonista tiene que lidear con eso y también con el hecho de que su madre ya no está, y a pesar de que no tenemos un acercamiento al tipo de relación que ellas tenían, sabemos que Sophie está afligida y no sabe cómo procesar su dolor. Muchas cosas pasan por su cabeza y aparentamente no hay persona que sepa darle la atención que ella necesita.

Sophie empieza a experimentar con chicos, fiestas y con su sexualidad para distraer su cuerpo del dolor que siente. Tan pronto empieza a sentirse triste, va al chico interesado en ella más cercano, sin considerar los sentimientos de él o siquiera los propios. Ella solo busca algo para distraerse de su espiral emocional, por supuesto, las consecuencias de esto pronto reecaerán en ella y sus relaciones más cercanas.
En años recientes hemos visto más y más historias coming-of-age identificables cuyos personajes ya no son interpretados por actores hegemónicamente hermosos de casi treinta años, con argumentos que giran entorno a quién es la más popular, triángulos amorosos o el “chico popular” enamorándose de la chica que “no es como las demás”. La mayoría eran historias que se desprendían de lo que realmente es ser un adolescente y olvidaban por completo darle dimensión a sus personajes, películas que tal vez en nuestra propia adolescencia nos hicieron cuestionar por qué no lucíamos de cierta manera o por qué nuestra vida no era tan interesante como la de ellos. Sin embargo, Sophie Jones es uno de los retratos más genuinos sobre ser adolescente; lo cual no resulta ser una sorpresa considerando que está basada en sucesos reales.

Tanto la directora —Jessie Barr— como la protagonista perdieron a un padre debido al cáncer cuando ellas tenían dieciseis años. Son primas pero por la diferencia de edad y la distancia estatal entre sus hogares, no habían tenido una relación estrecha. Es hasta que la menor le envia un borrador del guión, cuando la mayor descubre lo mucho que se asemejaban sus vidas y experiencias, ya no era solo el nombre heredado por una bisabuela lo que compartían. Ambas co-escribieron Sophie Jones y por eso se siente tan respetuosa con su protagonista. Es una película que le dice a los adolescentes que se encuentran atravesando lo mismo que no están solos y que están en un lugar seguro donde pueden sentirse entendidos.
No solo la historia se siente auténtica, sino también los personajes, las conversaciones torpes e incómodas entre ellos —o habría que recordarnos cómo era nuestra manera de expersarnos en dicha edad— y las situaciones en las que Sophie se ve involucrada. Si Sophie Jones se trata de una historia de amor, se refiere a una de amor propio pero no en la manera en que se espera. El autodescubrimiento se da de manera sutil y la sensillez se convierte en su verdadero encanto.

La película compitió en fesitvales como Mar Del Plata (Argentina) y el Deauville (Francia) durante el 2020 y estrenará el cines seleccionados y VOD en Estados Unidos el 2 de marzo. Si disfrutaron historias como Lady Bird (dira. Greta Gerwig), La Vida de Kayla (dir. Bo Burnham) o Mi Vida a los Diecisiete (dira. Kelly Fremon), seguro les interesará Sophie Jones.

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