Esta pieza forma parte del Primer Intercambio de Textos entre colaboradoras de GaF, a manera de celebrar el amor, la amistad y el cine; es también una forma de seguir creando vínculos a través de los gustos e intereses. Esperamos que estas postales sean un abrazo caluroso al corazón de quien las lea y un destello de luz en medio de estos tiempos tempestuosos.
De: Ale Piña | @aletspi
Para: Julie Rosales
“No se puede competir con la vida, solo recrearla”. Y si de herencias históricas se trata, esta es la que nos deja Agnès Varda: el cine como escritura para representar la mirada y el acuerpamiento entre mujeres.
Para nada es casualidad que, en los últimos años, la cineasta y precursora del Nouvelle Vague se convirtiera en un referente para las nuevas generaciones del cine hecho por mujeres y, mejor aún, que las uniera para dialogar y admirarla en unísono.
Aunado a lo anterior, hoy tengo la fortuna de escribir sobre esta directora que nos ha trastocado a todas, pero especialmente para Julia, con quien también coincidí en el camino gracias a lo que Girls at Films es y representa para nosotras, una oportunidad sin igual para dar y tener voz propia en la industria.
Justo ese es uno de los más grandes alivios que nos deja la cinescritura de Varda: el derecho a narrar desde nuestra trinchera, de ser nosotras mismas detrás o delante de la cámara, intimar desde nuestras propias historias y mantener nuestras identidades como mejor nos haga sentir.
Y es que para Agnès la libertad de creación y recreación precisaba de una sinceridad inaudita y de ser verdad con una misma de adentro para afuera, pero también viceversa: mirada con perspectiva / canas en el cabello, poca importancia en los valores estéticos / la edad como mejor amiga, rebelde contra la industria / enamorada de los pequeños detalles.
“Me gusta que la gente diga: hay alguien detrás de la cámara. No sé para otros, pero en el caso de mis películas soy yo”. De eso se trataba la cinescritura de la cineasta a quien aún le dedicamos cientos de textos, cientos de palabras y millones de inspiraciones; simplemente va de ser una misma, dejando de objevitizarnos para convertirnos en el elemento principal de nuestras narraciones, de nuestras películas.
Varda nunca nos dio cátedra para filmar o para apreciar su cine, nunca fue su intención; pero nos dejó una guía sensata y completa de cómo trasladar la sensibilidad de la mujer a un ojo crítico y a un lenguaje brutalmente honesto, lo que da lugar a la Camérastylo, o mejor dicho, a la era en el que el cine se apartará de la tiranía de lo visual, de la anécdota inmediata, pues ahora la escena se ha transformado en una auténtica escritura a través de la cámara.
Creo que es por eso que todas, de alguna manera, nos identificamos con Agnès, porque buscamos recursos ya no solo para sentirnos acompañadas, sino para acompañar a otras y acompañarnos; porque ya no solo damos voz, ahora somos una voz libre; porque ya no buscamos mil maneras de “apreciar” el amor romántico, sino que ahora encontramos el verdadero: el de la lucha por reconocernos como creadoras y no como musas.
Julia, deseo que en este mes del amor y la amistad, las enseñanzas de Agnès Varda, una de tus directoras favoritas, sean un constante recordatorio de quién eres porque tú también tienes una capacidad increíble de abrir personas para encontrar paisajes.
Con cariño,
Ale.

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