Film Review: Nausicaä Del Valle del viento-Mujeres y niñas en la ciencia (ficción)

Por: Frida Tovar | @DescansenPez

“Art and nature shall always be wrestling until they eventually conquer one another so that the victory is the same stroke and line: that which is conquered, conquers at the same time.”

—Maria Sybilla Merian. Naturalista, entomóloga e ilustradora, 1647.

Fue en mi cumpleaños número siete, flotando de muertito en una alberca y mirando los nubarrones que se arremolinaban en el cielo, que tuve mi primer momento Nausicaä. Mientras la densidad del agua me sostenía en su manto, pude sentir cómo un mosquito aleteaba en mi brazo intentando despegar una de sus alas de la película del agua. Tomé su cuerpo con la yema de mis dedos, y al mirarlo adherirse como un sticker, soplé fuerte para separarlo y lo reubiqué a la orilla de la piscina para que se secara. Viento, sol, agua y un extraño impulso por conservar otra vida, “fueron los ingredientes para crear a la niñita perfecta”. 

Al parecer, tener ese pequeño momento de conexión con la naturaleza no era cosa mía. Resulta que sentirse avatar por unos segundos no sólo era normal, sino que se trataba de un sentimiento universal: el reconocimiento del ser humano en su propia naturaleza, y con ello, la empatía por su alrededor. Algunas veces también, el gran dilema narrativo “Hombre vs naturaleza”.

“Las cosas que creemos que son características de los humanos, como los sentimientos, también podríamos estarlas compartiendo con los virus más simples del mundo.” Comentó Hayao Miyazaki durante una entrevista sobre Nausicaä del Valle del Viento, para Iwanami Shoten. 

Rodeada de insectos que planean como pequeños jets, transparencias azuladas y esporas que flotan con la gracia de una pluma, además de un soundtrack ochentero con sintetizadores sci-fi, Nausicaä, quien es la princesa del Valle del Viento, retrata a una adolescente sumamente respetuosa del mundo que la rodea. Presentándose en sus primeras escenas tomando muestreo de flora en un tubo de ensayo y espolvoreando herramientas para zafar el ojo de un insecto gigante. Porque sí, Nausicaä comparte el papel principal con los Ohmu que son los enormes insectos de la región.

Han pasado mil años desde los «Siete Días de Fuego», una catástrofe nuclear donde se destruyó la mayor parte del mundo que conocemos. Las aldeas sobrevivientes viven amenazadas por “El mar de la decadencia” un bosque venenoso en el que viven los Ohmu y plantas tóxicas. Cuenta la leyenda que una persona de ropa azul pondrá fin a la decadencia humana: Nausicaä, por supuesto.

Fue cuando cumplí diecisiete años, que decidí que no estudiaría nada que tuviera que ver con ciencias. “No sé matemáticas”, me repetía una y otra vez, sin siquiera permitirme la posibilidad de aprender mientras el tiempo avanzaba. Y así, apegada a la negativa lógica que me privaba de disfrutar la biología o la física, fue que abandoné por un tiempo el amor por las ciencias. Dejé de tener momentos Nausicaä y estudié literatura. Que tampoco estaba nada mal.

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Still de Nausicaä del Valle del Viento (1984) Dir. Hayao Miyazaki. Studio Ghibli

En la «Odisea de Homero», por ejemplo, Nausícaa es un personaje cuyo nombre significa “burner of ships” de donde posiblemente provenga la expresión “quemar las naves”. Que significa prácticamente dar todo lo que tienes para alcanzar un objetivo. Nausicaä lo hace, incluso parece estar a punto de sacrificar su vida para salvar a la comunidad del Viento. Otra de las marcas Miyazaki: historias en las que las mujeres surfean la narrativa haciéndola suya. Mujeres quemando sus naves de todas las formas posibles.  A Nausicaä no hay hombre que la detenga, no hay besos de dragón, tampoco hombres con consistencias de slime verde a quienes salvar de sí mismos. Nausicaä es una princesa exploradora salvando a su comunidad mediante la comunión con la naturaleza al mismo tiempo que vive el duelo por la muerte de su padre. Y eso hay que reconocerlo, porque a pesar de ser una película que estrenó en los 80´s (durante el boom ecologista), Nausicaä se ha mantenido a la vanguardia de la ciencia ficción. Motivando no sólo a repensar nuestra relación con la naturaleza, sino también a reconsiderar el papel de las mujeres como estudiantes de su alrededor, a las que no hay más que nombrarlas por su quehacer: científicas e investigadoras.

Después de todo, ni la ciencia comprobable ni la ciencia ficción están únicamente aisladas en una burbuja de conocimientos lógicos, como lo hemos entendido durante al menos dos siglos y a los que hemos asociado la masculinidad. El mundo de la ciencia y de la biología, se nutre también del universo emocional que hemos asociado con lo femenino y eso también debería bastar para atreverse a mirar la naturaleza. Pues el maridaje de ambos polos (junto a un buen soundtrack ochentero) constituirá siempre uno de los momentos más preciados de la existencia humana: el reconocimiento de uno mismo en las diversas formas de vida.  Un reconocimiento que no te pide matemáticas para experimentarlo, un momento en el que basta salvar a un insecto gigante o sentir el ala de un mosquito que se ahoga; un momento Nausicaä.

Frida Tovar

Escritora, articulista y dramaturga radicada en la Ciudad de México. Coleccionista de esferas de nieve y catadora profesional de helado de mango.

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