Postales GaF: La resiliencia del porvenir

Esta pieza forma parte del Primer Intercambio de Textos entre colaboradoras de GaF, a manera de celebrar el amor, la amistad y el cine; es también una forma de seguir creando vínculos a través de los gustos e intereses. Esperamos que estas postales sean un abrazo caluroso al corazón de quien las lea y un destello de luz en medio de estos tiempos tempestuosos.

De: Ana Iribe | @samrockweII

Para: Andrea Rendón

Comenzar esta carta fue algo dudoso, había tantos temas que me interesaban pero tal vez tenía muy poca información para poder escribir algo, o solamente no quería que esto tuviera una extensión de cinco cuartillas; de todas formas, pude encontrar una conexión en Isabelle Huppert, especialmente en una de mis películas favoritas: L’Avenir (El porvenir) de Mia Hansen-Løve. Recuerdo haberla encontrado en la cartelera del Festival Internacional de Cine de Morelia en 2016 y, por obvias razones, no asistiría ya que estoy hasta el otro lado del país, pero estaba completamente emocionada por verla.

En ese entonces no tenía una familiarización con el cine francés, lo más que había visto era Amélie y Los 400 golpes, pero sería hasta el 2018 que tendría la oportunidad de verla, el año en el que había visto más cine de ese país. Concuerdo en lo que mencionas sobre una de las características de estas películas, hay historias únicas que no creo que saldrían de la misma manera si fueran hechas en alguna otra parte, como Isabelle lo llegó mencionar cuando la entrevistaron una vez por Elle, en donde Paul Verhoeven batalló por hallar a una actriz estadounidense en portar un papel tan complejo. Ambas cintas hablan sobre la respuesta de una mujer ante un suceso que le es difícil de aceptar, pero L’Avenir lo hace de una forma mucho más sutil: Nathalie, el personaje de Isabelle, se ve separada no sólo de su madre que está en mal estado, sino de su esposo que acaba de conocer a alguien más y de sus hijos que ya están entrando a la adultez; todos estos eventos pasan sin aviso y lo único que le queda a Nathalie es nada, absolutamente nada que perder. Podemos comprenderla no porque tuviéramos exactamente esos momentos que se muestran en la película, pero porque la vida no es algo lineal: llegaremos a tener posiblemente los peores plot twists en nuestra historia, pero lo importante no es combatirla, sino aceptarla, es generar una reacción que sea adecuada para nosotros y nadie más. 

Isabelle Huppert en L’Avenir (El porvenir)

¿Podemos ponernos en los zapatos de los demás? Es lo que Mia Hansen-Løve nos propone al inicio de la cinta, aunque yo lo interpreto que no es exactamente ser empáticos con el otro, sino con nosotros mismos. Al igual que Nathalie, debemos darnos la oportunidad de poder reinventarnos para hallar nuestra esencia y tranquilidad; el camino no será fácil y tampoco debe ser agradable, únicamente debemos sentirnos libres, así como ella lo hizo al final de la película. Aventurarnos en lo que nos gusta y en lo que no, generar momentos en los que no creíamos estar, todo esto nos dará nuevos caminos y experiencias a cosas que nos gustan —por ejemplo, el gran trabajo que tienes con Girls at Films, además de lo que haces para otros medios, te han abierto muchas puertas increíbles—. Finalmente la cinta resulta ser una reflexión sobre nuestra identidad tanto vieja como nueva, y cómo es que la felicidad está en nuestras manos.

En L’Avenir se encuentra mi papel favorito de Isabelle Huppert, y es por lo poderosa y sencilla que es su actuación: su mirada dice mucho más de lo que demuestra de manera explícita, puedes ver lo complicado que es reaccionar a tales situaciones debajo de su superficie, llegando a ser vulnerable pero a la vez más humana. El cine tiene tantos componentes que nos hacen tener una sensación de inmersión cuando vemos alguna película, y Huppert es un elemento muy importante en cada cinta que he visto de ella; nos hace creer que conocemos a sus personajes de toda la vida, se adueña completamente de las actitudes y comportamientos que son puestos en una hoja de papel, creyendo que estamos viendo tantas facetas de su propia esencia. Lo anterior es algo que he visto ha negado, pues ella considera que la actuación es solamente un trabajo que gusta hacer y que es completamente diferente de su vida personal, una declaración que encuentro muy extraña pero a la vez interesante, pues es común escuchar a actores sobre cómo es que tal papel les cambió la vida, y sin embargo, Isabelle puede otorgarnos cada vez una actuación más increíble que la otra, casi como si se reinventara como Nathalie. 

Mia Hansen-Løve en Berlinale. SHUTTERSTOCK


Tal vez el cine no tenga la obligación de enseñarnos cosas sobre la vida, pero algunas películas llegan a presentar un proceso muy similar: L’Avenir es mágica pero a la vez mundana, te demuestra que lo inevitable puede tocar a la puerta de tu vida y que depende de nosotros cómo tomar tales situaciones. El porvenir es desconocido y temeroso en ciertas ocasiones, pero a la vez es una nueva oportunidad de adaptación, en donde probablemente puedas conocer una faceta diferente pero intrínseca a ti. Esta carta terminó siendo una reflexión y la oportunidad de revisitar una historia que puede ser cercana para muchas personas; espero que la pases bien en este mes de la amistad, que sigas creando proyectos e ideas, además de motivar a todas las personas que participan en esta revista. ¡Mis mejores deseos y cariño! ❤

Foto
Ana Iribe
Estudiante de Medios Audiovisuales. Fotógrafa y editora ocasional. Le interesan las historias coming-of-age y las que adapta Lynne Ramsay, además considera que Anton Yelchin fue alguien que no merecíamos.

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