Por: Alejandra Piña | @aletspi
“El sueño más largo que recuerdo a veces pasa en el desierto o en una casa enorme y deshabitada. Llegamos y en el fondo está mi papá, esperándome”.
Son las palabras que Tania, interpretada por Paloma Petra, lanza a la intemperie, tratando de recordar la voz de su padre y cuestionándose por qué en aquel sueño no recibió una sola palabra, una sola señal que pudiese descifrar para dar con su paradero.
Hay un ambiente de sequedad que deambula entre los colores sepia de la fotografía de Diego Tenorio, mismos que contrastan con la mirada distante de Tania o con los momentos en que se acerca a los recuerdos, aunque la ausencia sea difícil de enfrentar; sobre todo cuando nuestra protagonista decide dejar su lugar de origen para seguir con su vida, mientras la energía de su padre no la abandona.

El sueño más largo que recuerdo es el más reciente cortometraje del cineasta Carlos Lenin, quien en esta ocasión aborda las memorias, las luchas internas, la esperanza y desesperanza de quienes viven con un familiar desaparecido por la guerra contra el narcotráfico.
Siguiendo la premisa de La Paloma y el Lobo, el director oriundo de Monterrey, Nuevo León, retrata las realidades que se viven en el otro México, aquellas que durante tanto tiempo han sido difíciles de combatir por mucho que se visibilicen, pues siguen ahí, intactas, al punto de que sus habitantes deben abandonar sus raíces.
Además, Lenin se inspiró en la historia de Sara Hernández, integrante del Comité ¡Eureka!, quien ha buscado a su esposo, Rafael Ramírez, desaparecido desde la década de los setentas. A través de conversaciones con ella y con sus hijos, Pavel y Tania, es como la historia comenzó a desarrollarse.
Por su parte, Paloma Petra se inspiró en una entrevista con Tania, en la que cuenta el sueño que da nombre al cortometraje. Un sueño largo, largo, pero sin poder escuchar la voz de su padre. A partir de esta conversación, Paloma fue desarrollando el punto central de su personaje: ansiedad, imposibilidad, la presencia de la ausencia.

A través de estas experiencias y acercamiento con víctimas de la desaparición forzada, Lenin fue resolviendo el dolor y la angustia a través del lenguaje audiovisual. Y el sueño fue el elemento principal para mostrar, mediante secuencias, todo lo que esta problemática puede causar a una persona emocionalmente. Al final, es sueño es una necesidad básica del organismo cuya satisfacción nos permite seguir sobreviviendo.
El sueño más largo que recuerdo logró finalizarse durante la pandemia, después de hacer una pausa para filmar La Paloma y el Lobo.
Hoy el cortometraje forma parte de la selección oficial del Sundance Film Festival 2021, lo que nos dice puntualmente que el cine de la periferia está dando mucho de qué hablar.
No te pierdas el IG Live que hicimos con Paloma Petra sobre el cortometraje, su personaje y sus próximos proyectos en la pantalla.

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