Por: Alejandra Piña | @aletspi
Cerrar los ojos, abrirlos y de repente estar en un lugar frío, lejos de tu familia, de tu comunidad, de ti mismx; rodeadx de extraños y de personas que no hacen más que custodiar.
No es un hecho aislado que miles de mujeres y hombres estén encarcelados injustamente. La cineasta Michelle Ibaven, quien dirigió el documental Cuando Cierro los Ojos junto a Sergio Blanco Martín, recurre a las historias de Adela, hablante de mazateco, y a hablante de mixteco; dos personas originarias que fueron detenidas arbitrariamente solo por encontrarse en el momento incorrecto.
Ambos cuentan el impacto que ha causado en sus vidas y, más allá de ello, qué hay detrás de sus memorias y añoranza cada vez que cierran los ojos. En este aspecto, Ibaven y Blanco transforman el material testimonial en un contraste visual que recorre las costumbres, tradiciones, vidas e identidad de Adela y Marcelino.

Nuevamente nos encontramos ante un trabajo cinematográfico que es totalmente necesario. Los micrófonos y cámaras son testigo de la tortura física y psicológica, así como de las confesiones atravesadas por las que atravesaron. Sin duda, la única manera en que pudieron ser escuchados y contar sus historias de propia voz, pues el sistema de justicia les negó un traductor y contar sus versiones, un hecho que violenta los derechos humanos del 80% de personas indígenas que están presos en nuestro país.
Para saber más, tuvimos la oportunidad de platicar con Michelle Ibaven, quien nos compartió cómo fue todo el proceso de realización y los retos a los que se enfrentaron durante la filmación.
GaF: Después de ver Cuando cierro los ojos, inmediatamente me vienen muchas preguntas sobre el proceso de filmación, pero, sobre todo, del lado humano y testimonial con el que fue tratado el tema: dos personas originarias que, debido a su lengua, estuvieron en desventaja al enfrentarse a un proceso judicial injusto. ¿Cómo fue enfrentarse a esta realidad tan difícil y llevarlo a la pantalla grande?
Michelle: Para el equipo de producción, al entender que las historias de Adela y Marcelino son solo dos de aproximadamente ocho mil, llevarlas al lenguaje cinematográfico representaba una oportunidad para observar la forma en cómo operan algunas de las instituciones públicas en el país, y a su vez, la de observarnos a través de su experiencia, preguntarnos quiénes y cómo somos como sociedad. Esta negación a la diversidad social y cultural sostiene barreras invisibles e intactas, las cuales, en mi opinión, a través del cine, entre otras formas de expresión, pueden transgredirse mediante el diálogo y la reflexión.

GaF: Leí que la primera idea que tenían Sergio Blanco y tú era documentar la vida de una mujer en reclusión en Brasil y sobre sus sueños, además de algún mexicano que también estuviese preso en otro país. ¿Qué fue lo que les llevó a ir descartando y tomando decisiones para llegar hasta las historias de Adela y Marcelino?
Michelle: La idea de indagar la incomunicación a través de los sueños sobre la experiencia de una persona en reclusión surgió a partir de haber visto una entrevista, donde una mujer en Brasil no respondía directamente las preguntas que se le hacían, sino que prefería hablar de los sueños recurrentes que tenía durante su encierro. A partir de esta observación, el proyecto comenzó su trayecto, transformándose conforme la investigación avanzaba.
En varias notas periodísticas se mencionaba que un 90% de las personas mexicanas no hispanohablantes en reclusión no habían tenido acceso a un traductor o intérprete en su proceso penal. Cabe mencionar que este porcentaje no es exacto, ya que al revisar algunos de los casos, nos dimos cuenta que la forma en cómo se registran algunos de los datos de las personas que ingresan a un reclusorio pueden reflejar o no la pertenecía a un pueblo o comunidad originaria.
Para nuestra fortuna, encontramos a CEPIADET A. C. (Centro Profesional Indígena de Asesoría Defensa y Traducción, A. C.), quienes, a parte de proporcionar el servicio de traducción profesional en Oaxaca, nos dieron a conocer los casos de Adela y Marcelino. Posteriormente en el estado de Chihuahua, el investigador en antropología jurídica, Francisco Lara, junto con Guadalupe Pérez, traductora Rarámuri, nos ayudaron con el acceso a otros casos más.
Luego de revisar a detalle cada uno, Sergio Blanco y yo optamos por concentrarnos en los de Adela y Marcelino, no solo por la complejidad de sus historias y las graves faltas al debido proceso, sino también por la profunda incertidumbre y confusión a las que estuvieron expuestos, como lo fue para Adela, quien durante cuatro años no pudo hablar en su propio idioma, hasta que llegara CEPIADET A. C. para retomar sus procesos.

GaF: ¿Qué fue lo más difícil a lo que se enfrentaron en el proceso de filmación?
Michelle: La producción en general fue un proceso lento; por ejemplo, las celebraciones en cada comunidad ocurren durante cierta época del año, por lo que solo podíamos grabar ciertas secuencias durante esas fechas. Sin embargo, me parece que lo más complicado fue, y es, retratar una situación inocua, pues puede inclinarse hacia la victimización de quien la padece, por lo que uno de los objetivos principales en el tratamiento de la película fue acercar lo más posible la experiencia de Adela y Marcelino al espectador/a, a través de sus sueños y memorias, buscando que el encuentro se diera de forma horizontal, y atendiendo a su vez, la dignidad latente de cada testimonio.
GaF: Hay algo que me llama mucho la atención. Desde que se plantearon la idea de documentar historias de personas que se enfrentan a procesos de reclusión, uno de los enfoques centrales es el sueño de las personas. ¿Por qué recurrir a este elemento?
Michelle: Al analizar lo que había ocurrido durante la entrevista de aquella mujer en Brasil, sentía que, mientras narraba sus sueños, contaba al mismo tiempo algo más profundo, algo que tenía que ver con su vivencia, más allá del suceso en particular. La intuición en ese momento nos decía que tal vez, si enfocábamos parte de las entrevistas hacia esas experiencias, ayudaría a adentrarnos en un panorama emocional, el cual trascendía las explicaciones o las descripciones de los hechos.
GaF: Algo que también admiré mucho del documental fue la narrativa y su estructura: la forma en que Adela y Marcelino cuentan sus historias en sus lenguas originarias, pero el retrato no es solo de ellos, sino de sus comunidades, de las personas que las habitan, de la identidad. ¿Cómo surge esta idea de conjugar cada una de sus palabras con el exterior?
Michelle: La estructura del documental provino de sus voces, de sus palabras, de sus ritmos, de las pausas y sus silencios. La mayoría de las secuencias se planearon a partir de sus testimonios: la identidad a través los espacios, la comida y las celebraciones; la pertenencia a un mundo del cual, en ese momento, habían sido desplazados. El contraponer el aislamiento y la incomunicación con eso que los unía al exterior fue una propuesta que nos parecía congruente y que también nos motivaba llevarla a cabo como realizadores.

GaF: Últimamente he tenido un acercamiento más fuerte con el cine documental indígena, no sé si es mera casualidad o realmente se está produciendo más contenido audiovisual con historias que son muy necesarias. Sé que uno de los caminos que elegiste es éste para dar voz a quienes no tienen la posibilidad de hacerlo. ¿Qué te llevó a tomar esta decisión y cuál es la importancia que este tema está tomando en la industria?
Michelle: Creo que existe un gran desconocimiento en general respecto a la diversidad cultural y social en nuestro país. Afortunadamente existen algunas iniciativas, tanto públicas como de la sociedad civil, las cuales promueven la interculturalidad, lo cual me parece maravilloso. Siento que si ahora tenemos acceso a contenidos más diversos tiene que ver, en parte, con estas iniciativas, pero también, devienen de una necesidad histórica por reflexionar las diferentes realidades de nuestro país y de cómo nos situamos e interactuamos en él.
No sé bien cómo es que elijo las historias o los temas, pero sé que se da a partir de una conexión inconsciente que siento con ellas, dejándome guiar también por una cierta atracción hacia aquello que desconozco, y que al final, a través del quehacer documental, termina por integrarse de alguna forma.
GaF: Algo que también me llamó la atención es la conexión entre Las Visitadoras y Cuando cierro los ojos. ¿Qué significado tienen ambos documentales para ti?
Michelle: Cuando llevamos a cabo la investigación de Cuando cierro los ojos, Lupita Pérez, protagonista de Las visitadoras, colaboró con nosotros traduciendo la mayoría de las entrevistas realizadas en Guachochi, en el estado de Chihuahua. Al conocerla un poco más, nos asombramos con su trabajo y lo que había logrado escuchando a personas en reclusión que no entendían o hablaban español y por tanto, no comprendían su proceso penal. Meses después salió una convocatoria de Ambulante para la producción de cortometrajes documentales, y pensamos que sería una buena oportunidad para trabajar de nuevo con Lupita.
Paralelamente, debido a la propuesta elegida para realizar Cuando Cierro los Ojos, nos quedamos con las ganas de incluir en el documental el importante trabajo que realizan las traductoras e intérpretes en casos como los de Adela y Marcelino, por lo cual, al realizar el corto, pudimos ahondar un poco más en la relevancia de sus colaboraciones.

GaF: ¿Seguirás haciendo cine sobre la identidad originaria o te gustaría explorar otro tipo de historias?
Michelle: Lo más importante para mí no es de dónde provenga la historia, sino lo que esa experiencia o persona despierta en mí, cómo me relaciono con eso que les ocurre, si me cuestiona, si duele y/o sorprende, si me conmociona, es decir cómo me toca… No sé si es casualidad que me hayan llegado historias donde les protagonistas son parte de una comunidad indígena; solo ocurrió así.
GaF: Finalmente, ¿qué les dirías a las mujeres que quieren acercarse al cine documental?
Michelle: Que no titubeen. Que se permitan ver todo de documentales (incluyendo ficciones, docuficciones, animaciones, etc.). Que experimenten, cuestionen, discutan y las disfruten. Las películas son para quienes las ven. Esto es lo extraordinario de esta forma de expresión. Uno hace una propuesta, pero al final son les espectadores quienes le dan sentido a una película.
Cuando Cierro los Ojos formó parte del programa de NuestroCineMx en FilminLatino, y recientemente se estrenó en Estados Unidos a través de Cinema Tropical. Para consultar más fechas, entra al Facebook oficial del documental.

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