Por: Kathia Villagrán|@KathiaVC
Después de quince años de la publicación del primer libro que dio inicio al fenómeno mundial entre las adolescentes y mujeres jóvenes, Stephenie Meyer decidió que era por fin el momento de revelarnos los acontecimientos de Twilight desde la perspectiva de su infame vampiro, Edward Cullen, con Midnight Sun, o Sol de Medianoche.
Para quienes experimentaron dicha época como yo, recordarán que este nuevo libro tuvo un intento fallido de ser publicado alrededor del estreno de la primera película, Stephenie incluso cedió a Robert Pattinson y a Catherine Hardwicke (directora de la adaptación) algunos capítulos para que ambos pudieran tener un mejor entendimiento del personaje; no voy a negarlo, después de terminar este libro concluyo que la interpretación del actor inglés es muy apegada a la impresión que esta edición literaria nos deja de Edward; sin embargo, en aquel momento doce capítulos fueron filtrados en internet, lo que llevó a la autora a sentirse frustrada y pausar el proyecto indefinidamente.
Stephenie terminó de escribir Life and Death: Twilight Reimagined —libro que se publicaría por el décimo aniversario de la saga, donde los personajes poseen géneros invertidos— y comentó sentirse segura de continuar con Midnight Sun, pero llegó a ella noticia de que la autora E.L. James publicaría ese mismo año Grey, la historia de Fifty Shades of Grey (originalmente un fanfic de Twilight) contada desde la perspectiva del protagonista masculino de la historia, y optó por posponer su libro de nuevo. Lo que nos trae a cinco años después, en medio del caos del 2020, cuando la venta al público de Midnight Sun fue anunciada para agosto del mismo año y me hizo pensar que la pandemia no podía ponerse más extraña: era obvio que iba a leerlo, que estaba dispuesta a regresar a Forks y me rehusaba a arrepentirme en el intento. Logré terminarlo, no sin antes dejar por un lado mi lector electrónico en diversas ocasiones y preguntarle al vacío: ¿por qué, Stephenie?
A estas alturas ya sabrán de qué trata Twilight, pero si en dado caso llegara a esta reseña alguien que era muy joven durante el 2008: básicamente cuenta la historia de una adolescente de 17 años, Bella Swan, que deja la calurosa ciudad de Phoenix, Arizona para mudarse con su padre al frío y húmedo Forks, Washington después de no querer interferir en la nueva relación de su madre. Bella, como toda persona nueva en un lugar tan pequeño, se vuelve la sensación entre sus compañeros de escuela a excepción del apuesto Edward Cullen, un joven con una belleza sobrenatural, que parece despreciarla. Después de varios tropiezos y aciertos, Bella y Edward empiezan a desarrollar atracción por el otro, pero un terrible y peligroso secreto pone en riesgo la vida de ella y la estabilidad de la familia Cullen: él es un vampiro y está sediento por beber su sangre.
Tengo que ser honesta, la primicia de Twilight me sigue pareciendo interesante; podríamos cuestionar la moralidad en la diferencia de edades, aunque no es la primera historia de vampiros con esta tropa y tampoco creo que sea la última. El comienzo de Midnight Sun no fue la excepción y me enganchó fácilmente. Narrado desde la perspectiva del vampiro de 104 años, la historia comienza como un thriller de fantasía que parece pronosticar un final catastrófico, no podía dejar de pensar en la novela de You, de Caroline Kepnes (adaptación disponible en Netflix), mientras avanzaba los primeros capítulos. Si no se tuviera el contexto de la historia original, es fácil creer que se trata sobre una criatura inmortal obsesionada con matar y beber la sangre de una adolescente y no en una historia de amor que flechó de manera sorpresiva tantos corazones. De hecho, al tener acceso a la mente de Edward, sabemos que las intenciones de matarla fueron reales y era capaz de planear los escenarios para lograrlo.
Lo que llamó mi atención en este libro, es que Edward está bastante consciente de sus tendencias acosadoras —casi psicópatas—, al punto que se siente más una disculpa de la autora por la característica tan problemática que le dio a su popular personaje, una especie de recordatorio que nos dice mientras avanzamos la lectura “miren, ya sé que el hecho de meterse a la habitación de una adolescente y seguirla a todas partes está malo, él lo sabe… Su familia también lo sabe, solo no pueden evitarlo, él necesita protegerla”; al punto que resulta irritante porque si fuera una historia nueva estrenada en estos tiempos, donde el protagonista se discute a sí mismo la moralidad sobre las acciones que toma por una persona que acaba de conocer y que su cercanía puede incluso ponerla en peligro, la catalogaríamos como un thriller psicológico y no una fantasía romántica. Pero regresemos al punto en que fue una historia originalmente publicada en el 2005, donde lo políticamente correcto se desarrollaba en un espacio más ambiguo y como lectores podemos fingir que viajamos en el tiempo al momento que leímos o vimos Twilight por primera vez y nos enamoramos del estúpido propietario de un flamante Volvo.
La primera vez que leí Twilight, al igual que a Bella, caer rendida ante los “encantos” de Edward fue muy fácil y me enamoré de él con la misma facilidad que la protagonista. Después de años de deconstrucción y aprendizaje sobre el amor romántico, pude asimilar el peligro en sus tendencias —y no me refiero solo a la necesidad de beber sangre— que no detecté a mis trece años; ahora, con Midnight Sun, comprendí que gran parte de la atracción —siendo la otra Robert Pattinson interpretando el papel— se dio gracias a que lo conocimos a través de los ojos de Bella, quien no miraba el mal en él, porque ahora que la conocí a ella a través de él, dejó de ser la torpe, fría en incómoda Bella Swan y se convirtió en un personaje leal, confiable, reservado y dispuesto de ayudar a quien lo necesite, aunque eso significa entregar su vida. Quince años después es nuestro turno de enamorarnos de Bella.
Llegamos a conocer un poco más de los Cullen, especialmente de Emmett (dato que me sorprendió bastante) y Alice, y el lazo estrecho que tiene Edward con cada uno de ellos. Habría funcionado un acercamiento más sustancial hacia Rosalie, un personaje quien yo aprendí a apreciar con el tiempo; ahora me encantaría que ella y Esme dieran la versión de su historia, no parece descabellada la idea de que los nuevos libros de la saga que tiene Stephenie Meyer planeados fueran precuelas a los acontecimientos de Twilight pero contados con una voz diferente a la de Edward o Bella.
En general el libro me parece una buena adición a la franquicia y no decepciona como el spin-off The Bree Tanner que la autora publicó cerca del estreno de la tercera película. La escritura no cambia mucho desde los primeros libros, se nota que este fue escrito por aquella época y pareciera que el filtro de edición por el que pasó fue muy corto. Es un libro que recomendaría si se encuentran lo suficientemente involucradas con la saga aún o necesitan revivir la chispa de la nostalgia, que prometo, es inmensa. Midnight Sun aún no se encuentra traducido al español pero pueden leerlo en su idioma original de manera física, digital y en audiolibro
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