Por: Ana Fernanda Torres | @anafertorres
Las expectativas que tenía para ver 16 Primaveras eran altas. No sabía mucho de la película más allá de que la escribió una niña de quince años (que ahora tiene veinte) y además la actuó y dirigió. Ah. Y que la seleccionaron en el Festival de Cine de Cannes.

Sin embargo, fue hasta que entré a la sala de cine que en verdad logré ver a Suzanne Lindon: una presencia fresca y encantadora en la pantalla. Alguien que, interpretando a la Suzanne de la ficción, logra recordarte a la persona que fuiste a su edad.
La historia va así: Suzanne no se siente cómoda entre las personas de su edad; no le parecen tan interesantes como las fantasías con las que se distrae en el día a día. Tanto que, bien le dice su papá en un momento: te ves distante. Un buen día, en su camino de regreso de la preparatoria, un hombre con un scooter descompuesto captura la atención de Suzanne. Raphael (Arnaud Valois), un actor de 35 años, también sufre de desconexión. Ella empieza a observarlo constantemente — se imagina su vida, se pregunta cómo podrá ella llamarle la atención.

Podría ser que, al encontrarse, Raphael y Suzanne reconocen en el otro esa misma desconexión que los abruma. Al coincidir, su relación platónica va adquiriendo una forma más tangible y poderosa. Para ambos, la rutina y su entorno cobran un nuevo sentido, una razón de ser que los motiva.
Para Suzanne, el desencanto de la realidad parece empezar a borrarse a través de la convivencia con Raphael y la magia del primer amor.
La ópera prima de Lindon incluso me recuerda un poco a The Souvenir al transmitir el sentimiento de inocencia de sus protagonistas que se va transformando hacia algo mucho más poderoso que se apodera de sus vidas. Y aunque The Souvenir (escrita y dirigida por Joanna Hogg) lo lleva al extremo, en 16 Primaveras se mantiene el anhelo optimista de la juventud, sin sacrificar la firmeza de la guionista y directora al compartir con nosotros a su Suzanne.

Es sumamente estimulante ver películas como 16 Primaveras, cintas que cuentan una historia sensible y honesta sin perder su ligereza o el ánimo de juego inocente; sobre todo cuando se mantiene una peculiar madurez que parecería pertenecerle a alguien de mayor edad. De igual forma cabe destacar que no es lo más común cuando las películas se mantienen fieles a su mirada — más aún cuando esa mirada cuenta la historia de una mujer tan joven.
Suzanne Lindon es, indiscutiblemente, un talento que nos dará muchísimo de qué hablar en el futuro no tan lejano y que, con mucha emoción, esperaremos.

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