Por: Alejandra Piña | @aletspi
Ha pasado más de un mes desde su estreno y, ante una inminente serie de críticas, parecía casi imposible hablar sobre el tema. O pensándolo bien, no imposible, pero sí con miedo. Después del tiempo transcurrido, me cuestiono qué es eso a lo que seguimos temiendo cuando de abrir el diálogo se trata.
Recuerdo el primer comentario cancelando la película y a la directora. De inmediato vino a mi ese pensamiento: urge abrir espacios de conversación sobre la hipersexualización de las mujeres y de las niñas, porque, si algo es cierto, es que debemos comenzar a cuestionarnos desde dónde estamos consumiendo contenidos y de qué manera lo estamos haciendo. Sobra decir que, cuando se trata del ego, estamos volviendo a caer en estructuras de las que juramos no ser parte.
Cuando se habla de Cuties (Mignonnes) de MaÏmouna Doucouré, puede que ya están dichas la mayoría de las cosas; sin embargo, en lo personal me resulta curiosa toda la crítica que proviene desde tener la razón, sin permitirnos pensar en lo que es realmente importante:
Doucouré se para en su propios zapatos para entregarnos algunos extractos autobiográficos. ¿Qué significa vivir una niñez fuera de lo que se conoce, donde los prejuicios están a flor de piel, donde la madre es súbitamente humillada y obligada a aceptar algo que no le nace, y donde la única “escapatoria” es encontrar la manera de encajar para sentirse “alguien real”? ¿Qué significa cargar con todo eso cuando se tiene solo 11 años?

El personaje de Amy encara todo esta realidad de una manera incómoda, porque sí, se trata de cuestionarnos el sentido en el que exponemos a las infancias a un mundo cruelmente digitalizado, donde les cedemos el poder y las comprometemos con el peligro.
La cineasta lo plasma de una manera tan cruda que, en ocasiones, parece imposible voltear la mirada hacia la pantalla. Tomas de cuerpos de niñas que son brutalmente cosificadas en el inconsciente del espectador, con una intención pura y transparente de hacerlo porque nos es difícil asimilar lo realista que es hasta cierto grado, o porque seguimos viviendo en un imaginario donde manifestar de forma crítica la violencia de género nos parece lo más bajo moralmente.
En la película vemos como un vestido arraigado de tradiciones culturales se tiñe de rojo, dando aviso al cambio por el que la protagonista tiene que atravesar. Se atestigua un duelo personal y significativo entre el salto de dejar de lado las aspiraciones de una niña para enfrentarse a las aspiraciones de mujer que una sociedad patriarcal le dictan.
Sobra decir que estar inmersos en una realidad donde la publicidad, la moda y las redes sociales nos mantienen arrinconadxs, solo añade a las infancias un sistema de creencias que están más allá de un escenario posible, en el que las etapas naturales de desarrollo se ven afectadas. “Hoy, cuando eres mujer, es casi seguro que tendrás cientos de miles de seguidores siendo lo más sexualmente posible”, menciona al respecto Doucouré. Y, justo, una de las razones poco elocuentes sobre el éxito de las mujeres que nos han vendido los medios, el sistema educativo y el laboral es que la hipersexualización no es más que una herramienta para generarnos éxito.
Partiendo de esa premisa, el éxito de Amy para lograr aceptación era hacerse más visible jugando las reglas de dos sociedades con diferentes caras, pero con los mismos objetivos.

Más allá de los términos técnicos y del lenguaje cinematográfico que hicieron falta en Cuties, es importante decir que, además de encontrar un punto entre la consciencia y conciencia, necesitamos comenzar a cuestionarnos qué tenemos ante la pantalla, para qué está ahí, qué nos deja y cómo somos parte de lo que consumimos.
Con todo lo anterior, de algo estoy segura: emitimos los mismos prejuicios que criticamos / participamos en sistemas que juramos no reconocer / nos convertimos en el problema mismo / pareciera que nos es ajena la deconstrucción.
Y tal como lo señaló Doucouré acerca de tener miles de seguidores, entorpecemos narrativas, llenamos de miedo a quienes buscan abrir el diálogo a través de críticas constructivas con tal de atiborrarnos de un puñado de likes que… ¿sirven para qué?
Por supuesto que Cuties es incómoda, por supuesto que retrata el mundo a través de los ojos de una niña increpada por el machismo y por supuesto que es una semblanza de lo que, durante cientos y miles de años, se nos dicta a las mujeres que debemos ser.
Hay algo sólido que me deja la película: debemos comenzar a ser honestxs con nostrxs mismxs, hemos consumido cosas peores donde la misoginia y el machismo son abiertamente la narrativa principal. Entonces quién es el problema, ¿la cineasta o lxs espectadorxs?

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