Por Amira Ortiz | @unazuara
La realizadora xalapeña Muriel Escalera presenta Toro entre aguas en el Festival de Cine Contemporáneo Black Canvas. La única mujer de la selección “México dentro del Canvas”, que fusiona en su ópera prima elementos documentales sobre «la suelta” de toros que se realiza en Tlacotalpan, Veracruz durante la fiesta de la virgen de la Candelaria y una ficción inspirada en Los reyes, el poemario de Julio Cortázar sobre el mito de Ariadna. El vehículo para la unión es el son jarocho, género que la directora toca y canta desde hace muchos años.
La cualidad híbrida de la película resuena con la historia de vida y profesional de Escalera. El encuentro entre Veracruz y Argentina no es gratuito, pues la directora realizó sus estudios en la Universidad del Cine en Buenos Aires. En entrevista para Girls at Films, Muriel comparte detalles sobre la realización de Toro entre aguas, sus ideas sobre el cine contemporáneo, su papel como mujer joven en la industria y la reinvención de conceptos dentro y fuera del set.
Respondiendo a la experimentación que tanto entusiasma a la entrevistada, jugamos con el formato pregunta/respuesta y con la línea temporal de la conversación.

Durante sus años en Argentina, en una clase de literatura, Muriel Escalera se topó con Los Reyes. “Había personajes que estaban en el mito, particularmente en el texto de Cortazar, y que yo ya había observado en Tlacotalpan, y en mundo del son jarocho y entonces decidí fusionarlo”, cuenta. Al encuentro entre historias y mundos lo considera “un poco caprichoso, pero lleno de casualidades increíbles”.
Esa premisa también aplica para describir la llegada de la protagonista al proyecto, la bailarina Maura González. Una de las escenas clave de la ficción involucra una danza a cuadro y de acuerdo a la directora “fue muy mágico porque Maura ya había hecho un baile contemporáneo del toro Zacamandú (tema clave en la historia), con son en vivo. Fue una unión muy perfecta”.
El crew llegó a la fiesta bajo el entendido de que la improvisación sería fundamental. La única consigna era que la ficción se tenía que filmar al mismo tiempo que sucedía la celebración, para lograr una inmersión más completa. El producto final consiguió que los actores aparecieran en algunos momentos de la acción real y que los sonidos y ambientes de la ciudad sirvieran de fondo a sus protagonistas. “La fiesta se nos metió en la ficción, que era finalmente lo que queríamos lograr, que se fusionaran”. Incluso el toro perseguido por la comunidad es el mismo que aparece a cuadro con Maura.
Las escenas de ficción, que conformaban un guion de apenas 10 hojas, fueron en palabra de la Escalera “lo más sencillo del rodaje”. El verdadero reto del equipo estuvo en la filmación de la “suelta” del toro y por supuesto, en el montaje de la película. “Ni yo sabía lo que estaba en esas cámaras. Fue una sorpresa ya a la hora de empezar a ver todo el material y ver lo que había grabado cada cámara y empezar a decidir que sí y que no. Logramos también meterle cositas de ficción a las partes documentales”, señala la realizadora, que apunta como ejemplo la construcción de “una subjetiva del toro” con imagen de una GoPro.
La capacidad de invención que fue fundamental en el proceso de la película también resuena con el son jarocho que en un primer nivel “habla de cosas muy terrenales, que suceden en Tlacotalpan y que suceden en la Candelaria”, cuenta Muriel. Pero los soneros también abren la puerta a la fantasía y a “esos personajes los hacen míticos”.

De la conjunción de historias particulares y universales.
Muriel Escalera: Me he alimentado de muchos cines del mundo. No creo que (Toro entre aguas) sea formalmente una película veracruzana o mexicana, porque no existe una estética mexicana o una estética veracruzana. Sin embargo, sí tiene un contenido muy particular. Y en ese sentido siempre supe que la película podía ser apreciada por su forma por la comunidad cinematográfica, que no iba a pasar solamente como un documental sobre el son jarocho, que en algún punto la iban a poder valorar más allá del contenido. También siento que es un cine, más allá de hablar del contenido -por la forma-, mundial, que es un cine moderno.
Sobre formación académica y definiciones de cine.
ME: La universidad en la que estuve es una universidad muy crítica, muy experimental y muy teórica. Siento que aprendí una forma en la que el cine se revela por momentos. Como que todo el tiempo estás con ganas de revelar que es una película que se está construyendo a través de un lenguaje de ficción, de un lenguaje documental. Un cine que revela el dispositivo cinematográfico, de alguna forma. Me encantan las películas que más allá de su contenido, evidencian el cine. Hacen al cine presente. Y al cine me refiero a procedimientos formales. Por ejemplo, que se note la cámara, que se note la puesta en escena.
De Veracruz para el mundo… y la Ciudad de México.
ME: El hecho de estar como provinciana en la Ciudad de México presentando esta película, por un lado me genera mucha curiosidad, porque sé que el contenido va a ser polémico, porque mucha gente no conoce la tradición y porque no saben que esas fiestas que suceden en Veracruz. No conocen el género del son jarocho, por ejemplo. No me sorprende para nada que una película como esta pueda formar parte de Black Canvas porque sé que la forma puede dialogar con un cine internacional.
El rodaje de tu primera película no fue convencional. Tu protagonista llegó al set con siete meses de embarazo, trabajaste con animales y te enfrentaste a la filmación de lo documental. Ante todos estos elementos, ¿tomas ciertos cuidados y responsabilidades en set desde tu perspectiva como mujer?
ME: Siento que super tiene que ver (ser mujer) y que lo hice como en una forma muy amateur, (aunque) muy primeriza, No tenía mucha idea de lo que estaba haciendo. Me ayudó mucha gente y gracias a ellos lo sacamos adelante todo, pero sí era un experimento. Yo nunca había dirigido a tanta gente, producido. Eran muchas cosas. De hecho ahorita estoy pre-produciendo otra película y va a ser un grupo de mujeres solamente.
¿Qué impulsa esta nueva dinámica?
ME: Me propuse eso porque viví en carne propia mucho maltrato en rodajes. No quiero seguir reproduciendo el mismo patrón piramidal-explotador-machista. Lo veo así porque no solo pienso en el cine, lo pienso en la vida. Las cosas tienen que cambiar, tiene que haber otra estructura, tiene que haber otro trato. Yo no quiero generar un rodaje piramidal, porque si bien sí hay una autora, no creo que alguien sea más importante que otra persona. Ahí sí para mi, lo ideal, y es lo que estoy haciendo con este nuevo proyecto es que sea un proyecto bien horizontal.
Además de realizadora, eres docente en la Escuela Veracruzana de Cine Luis Buñuel, ¿cómo se fusionan esa actividad con tu labor creadora?
ME: Soy super cinéfila. Es muy bonito compartir cine, platicar de las películas y seguir estudiando. Porque estoy teniendo que estudiar otra vez muchas cosas que vi en la universidad y estoy haciendo proselitismo de cine híbrido. Me encanta y eso es en lo que más me concentro, en hacerles ver (a los estudiantes) que el cine es una posibilidad infinita de combinaciones.
Muriel alista su segunda película El círculo virtual y continúa con la labor de Jaratuk, productora de la que es fundadora. Además, prepara un proyecto para distribución pues ve “factible crear una red nacional de cines independientes y cineclubes en donde las películas vayan circulando y se gane por taquilla”. La impulsa que cintas como Toro entre aguas se vean en el país. “El festival no tiene que ser el punto de llegada, tiene que ser el punto de partida”, explica. Y se muestra entusiasmada porque la pandemia abra nuevos caminos para la distribución. La industria está mutando. Son tiempos híbridos, cualidad que siempre resuena con la directora.
Toro entre aguas se exhibió ayer en FilminLatino, como parte del último día de actividades del Festival de Cine Contemporáneo Black Canvas.

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