Por: Celina Manuel | @zeppelina0
“Durante un tiempo me pregunté y me resentí con mis papás del por qué me enviaron tan chica a la ciudad y por qué a mis hijas no les querían hablar en tsotsil y a partir de ahí comenzaron un serie de reflexiones” —me responde del otro lado de la línea María Sojob, cineasta tsotsil.
María tuvo un primer acercamiento audiovisual tras un encargo de su comunidad para documentar el conflicto territorial entre Chenalhó y su pueblo vecino, tras haber concluido su licenciatura en Ciencias de la Comunicación y a partir de ahí siguió explorando.
Más adelante logró ser becada para cursar una maestría de cine documental en la Universidad de Chile y a partir de ahí, Sojob ha presentado su trabajo en festivales como Berlinale, Ficvaldivia, Edimburgh International Film Festival, FICMAYAB’; “Bankilal” (El hermano mayor) su documental de titulación que fue premiado en el Festival de Cine y Video Indígena de Morelia en 2016. TOTE_ABUELO es su más reciente largometraje, del cual tuvimos la oportunidad de platicar, además del proceso que implicó, así como de la identidad y sus próximos proyectos de cine.
GaF: ¿Cómo inicia esta idea de querer documentar un proceso tan íntimo, como lo es el regreso a una vida familiar comunitaria y retomar ciertos lazos afectivos?
Comienza como un cuestionamiento sobre quién era yo y fue a partir de que regresé de Chile, de mi maestría, porque antes comenzaba a grabar, cortar, pegar, pero no era consciente de la narrativa; de un lenguaje propio, ni de un proceso de planeación.
Entonces, el haber pasado por la cuestión académica del cine fue algo muy fuerte y una vez que comenzaron a invitarme a presentar mi trabajo en diversos espacios, se referían a mí como artista y me pregunté “¿por qué me dicen artista?”, y cuál sería el equivalente en mi comunidad, sobre de quién soy yo y por qué hago lo que hago.
Comencé también con la cuestión emocional, afectiva y pensaba en mis hijas. Fue una necesidad de comprender todo esto de las emociones, “¿por qué mi mamá no me quiere?, ¿por qué no me lo verbaliza?” y en ese momento mi abuelo estaba enfermo, sentí una necesidad de ir a verlo y pasar tiempo con él. Entonces fue una necesidad de crear una memoria visual para mí, para mis hijas y sus hijas.

GaF: ¿Este testimonio es también sobre el habitar dos mundos?
Claro, un testimonio de que tengo ciertas maneras que aprendí en la ciudad, también mostrar el otro lado que soy y el conflicto que surge de estar entre dos mundos: el tsotsil y el mestizo. Es sobre no sentirme parte de la ciudad, porque me cuesta anclarme y quedarme, como si pusiera un gajito o vara en la tierra, pero no tiene raíces. Por otro lado, llego a la comunidad y la gente me trata como mestiza, por haber desaprendido muchas cosas como el trabajo de la tierra y la cocina que es algo muy importante en mi comunidad.
Aunque en un principio no estaba abierta a que este tema conectara con este sentimiento de conflicto de moverse entre dos mundos y el del sentido de pertenencia, fue un proceso de sanación y de comprender las cuestiones emocionales y afectivas que tienen que ver a final de cuentas con una cuestión sistémica y de racismo.
GaF: ¿Entonces la decisión de voltear la cámara hacia ti representa esa parte de la pertenencia y reconocerte ?
Es bien fuerte tener la cámara en frente y es en este sentido de la auto representación, cómo me grabo a mí misma y qué tan honesta puedo ser volteando la cámara.
Comencé a reflexionar a partir de mi otro trabajo y venía con este rollo académico y teórico sobre cómo hacer las cosas, un esquema, vaya; pero los diversos contextos te dan otras formas de hacer las cosas, lo vi cuando revisaba entrevistas y no funcionaba ese esquema, porque son códigos distintos de comunicación en nuestro idioma y otros al español.
Por ejemplo, en las entrevistas o charlas en tsotsil, en mis primeros ejercicios no me separaba de mi papel de directora y no me hacía parte de la comunidad que estaba grabando. Entonces en TOTE_ABUELO entendí que no quería hacer entrevista, quería conversar con mi abuelo y considero que funciona bastante bien, porque se le da tiempo a los silencios, a la contemplación y cómo retratarlos, cuando no pasa nada pero sí está pasando algo.
Fue una reflexión más consciente del lenguaje y el ritmo; podría decirse que también una de las razones del documental: el combinar estos dos mundos en la cuestión formal y mostrar lo que me gusta de ambos y lo que no, por ejemplo el machismo, porque no puede una caer en el romanticismo de la comunidad.

GaF:¿Consideras que estos ejercicios de auto representación son un paso necesario para el cine?
Sí, porque muchas de las historias que queremos contar tienen que ver con historias que nos han atravesado y por eso es que queremos contarlas; principalmente de quienes venimos de una comunidad cuando hablamos de estos temas de identidad es porque emocionalmente nos llegan, nos tocan. Entonces sí creo muy importante voltear la cámara, hacer una introspección, preguntarnos quiénes somos, en qué posición estamos y cómo a partir de eso puede una mujer como yo hablar de otras mujeres u otras cosas.
El hecho de estar detrás de cámara y elegir tiene que ver con una cuestión de auto representación, por qué me incluyo o no, y eso responde a como ha sido la construcción visual que hemos tenido al elegir ciertos encuadres.

GaF:¿ Seguirás explorando en tus próximos proyectos esta reflexión de los afectos y la identidad?
Sí, ahora sigo reflexionando esta cuestión del sentido de pertenencia, de la identidad, que es tan controversial. ¿Qué significa tener esta identidad? Tiene que ver con un bagaje de lo que he aprendido tras haber vivido en la ciudad, hacer mi maestría y viajar a otros países, pero ahora siento la necesidad de regresar a la comunidad y aprender lo que he desaprendido o desaprender cosas de la ciudad que no me gustan tanto. Y claro, la cuestión emotiva, afectiva, es por eso que tengo en miras un guión a partir de mi historia, de salir de la comunidad y regresar por esta necesidad, pienso que puede ser docu ficción.
GaF: ¿Nos puedes contar un poco sobre tu proyecto documental en proceso?
Surgió a partir de ver otro documental que denuncia un proyecto extractivista en una comunidad y sobre la defensa del territorio que surgió, pero al salir de la sala nos dio un sentimiento de desesperanza y frustración, entonces de ahí quisimos hablar de las mujeres que sostienen la vida en la lucha, las narrativas que construyen y cómo viven el feminismo comunitario, porque somos las mujeres las primeras en poner el cuerpo en la defensa del territorio.
Creo que eso se debe a nuestro arraigo con la naturaleza y la alimentación: cuando vivimos nos alimenta y cuando morimos abre su vientre para que nuevamente nos reciba. Entonces cuando conocí más a estas mujeres me pareció maravilloso porque hablaban de vida, una de ellas nos decía “no queremos que se hable de nosotras una vez que nos hayan matado, nosotras queremos que se hable de nuestras luchas ahora que estamos en vida” y creo que son mujeres que no reciben premios ni reconocimiento y además hacerlo a través del cine es una manera de que enseñanza para otras comunidades y es hablar desde la vida.
GaF: Hablar desde la vida, como esta discusión que está en torno al periodismo sobre la necesidad de un discurso más esperanzador
Sí, claro, porque el cine también puede ser una herramienta de esperanza, para provocar querer transformar las cosas, porque cuando se hace sólo desde el pesimismo nos sugiere que no hay camino a seguir. Lo que se necesita es actuar, porque las pequeñas acciones en muchos puntos son las que irán haciendo la transformación y de eso se trata, por eso es importante no dejar de hablar de lo que sucede, pero enfocarlo a mensajes de vida.
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