Por: Berenice Viveros | @BereeViveros
En su octava edición el festival internacional de cine documental, DOQUMENTA, presenta en la sección cantos de rebeldía el documental Biabu Chupea: Un grito en el cielo, de la directora colombiana Priscila Padilla.
Trailer Biabu Chupea: Un grito en el silencio from Priscila Padilla Farfan on Vimeo.
Luz es una mujer indígena de la comunidad Emberá Chamí, de Bajo San Juan en Bogotá, hace 30 años al no poder guardar silencio ante la experiencia de la mutilación genital. Decidió abandonar las montañas e irse a la ciudad. “La curación”, como se le ha conocido por generaciones, es la práctica de la extirpación del clítoris utilizando un cuchillo o quemando el tejido. Como consecuencia, muchas niñas han muerto, ya que dicha práctica es realizada cuando son recién nacidas.
Desde el inicio se rompe el silencio, Luz, su amiga Claudia y algunas mujeres de la comunidad, te van envolviendo con sus cánticos que resuenan entre las montañas. A través de la lírica en su lengua, develan su sentir ante esta tradición: el dolor, la tristeza, sus preocupaciones, sus deseos y la conexión que tiene su cuerpo con la naturaleza. Volviéndose así la voz en un personaje fundamental, pues en ella está contenida la emoción y no sólo la historia narrada.
“¡Ay! Mi cuerpo duele. Mi cuerpo duele.” A lo largo de la historia, en diferente medida, se ha ejercido cierto poder sobre las mujeres, encargándose que exista un desconocimiento, distanciamiento y rechazo hacia su cuerpo como una forma de control. A causa de esta desconexión, hay mujeres que desconocen qué es la ablación y si se las han realizado.
A la mujer se le ha enseñado que el cuerpo es algo prohibido, incluso para ella misma es algo que no debe ser visto, nombrado y mucho menos, tener placer. Es importante tener en cuenta cómo inició la practica de la “curación” antes de opinar al respecto con aseveraciones, sería una visión unilateral. Varias costumbres en Latinoamérica, como la “curación”, fueron imposiciones culturales a raíz de la colonización.
La directora Priscila Padilla y las fotógrafas, Viviana Gómez e Yvette Paz, a través de imágenes llenas de simbología hacen un retrato del regreso de Luz a su comunidad y el diálogo que entablan las mujeres Emberá para erradicar la ablación, al mismo tiempo que están sembrando sus semillas medicinales. Buscan la sanación de su cuerpo.
Biabu Chupea realmente es el grito unificado de las mujeres para revertir lo que se les ha impuesto por cientos de años, mediante una estrecha relación con la Tierra y el Dios Karagabí, así comienzan a conectar con su cuerpo, a reconocerlo, a volverlo suyo.
“Nuestro cuerpo es tierra que hace germinar la vida”
El documental es un acercamiento respetuoso y empático a un grupo de mujeres que se encuentran en un proceso emocional, de cuestionamiento y de aprendizaje. Dicho cambio no es nada sencillo, pues se encuentran en un dilema, hay algunas mujeres que piensan que al eliminar la ablación podría traer problemas a su cultura. Hay una clara compresión de lo difícil que es eliminar costumbres tan arraigadas, que todas vivimos en realidades diferentes, la existencia de más de una mirada, que nos encontramos en distintas etapas del proceso para erradicar todo aquello que nos oprime.
La directora nos sumerge en un documental lleno de sensaciones mediante la combinación de la imagen y el sonido, creando así, escenas que provocan nuevos pensamientos. Luz expresa su sororidad hacia las mujeres de la comunidad a través de sus lagrimas transformadas en pequeños aretes. Esa unión espiritual que existe entre ellas, transmite la fuerza que se necesita para seguir en este largo camino de lucha.
“Cuando germinen las semillas, germinará nuestro cuerpo. Germinará nuestra vida, germinará
nuestra tierra”

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