Por: Alondra Jiménez|@dizzymissaloo
En el 2010, la desaparición de Shannan Gilbert sacudió el noreste de los Estados Unidos al ser el caso que abriría la caja de pandora. Un acontecimiento que dejaría en descubierto la existencia de un asesino serial, que le habría quitado la vida al menos a 12 trabajadoras sexuales en Long Island en la ultima década; denunciaría la negligencia existente dentro del sistema policial para tratar temas de feminicidio y marcaría el inicio de la carrera de activista de Mari Gilbert.
Bajo la pluma de Robert Kolker, la historia fue llevada al libro Lost Girls: an unsolved american mystery y ahora a la pantalla bajo la dirección de Liz Garbus, la consagrada y reconocida documentalista (The farm: Angola, 1998; Girlhood, 2003 y What Happened, Miss Simone?, 2015) que debuta en el mundo de la ficción.
(fuente: Netflix)
Estrenada en el Festival de Sundance 2020, la película Lost girls llegó hace unas semanas a Netflix, para presentarnos la historia de Mari Gilbert (Amy Ryan), una madre de tres hijas que se enfrenta a la desaparición de una de ellas. Al enterarse, inicia una búsqueda en la que se enfrentará cara a cara con verdades sobre su hija, sobre ella misma y la inacción de la policía.
La primera escena muestra a Shannan Gilbert (Sarah Wisser) corriendo entre el llanto y la desesperación en medio de la oscuridad de la noche. Desde los primeros segundos nos deja en claro lo inquietante que serán los siguientes 94 minutos que restan y la importancia que tendrán cada elemento estético y sonoro para generar una atmósfera que será determinante para la narración de la historia.
(fuente: Netflix)
Debatido entre el suspenso y el drama, este largometraje nos sumerge a la intensidad y angustia de una madre que no sólo lucha por encontrar a su hija, sino contra ella misma al re encontrase con un pasado de malas desiciones. Al mismo tiempo nos sumerge a la pesadumbre de ver a todas las madres buscar justicia por sus hijas. Quizá uno de los momentos que me erizó la piel fue al ver a cada una de las madres caminar unidas para confrontar al posible sospechoso, una imagen poderosa que nos recuerda que la unión hace a la fuerza.
De manera paralela, la cinta hace una critica a las autoridades y a la sociedad en general por desacreditar las denuncias de desaparición de este grupo de mujeres por el simple hecho de ser una trabajadora sexual. Al igual que en What happened, Miss Simone?, en esta película vemos nuevamente el tema de la bipolaridad, con una opinión muy clara respecto al desconocimiento de la enfermedad y la precariedad existente dentro del sistema en cuanto a temas de salud mental.
Y es que justo en búsqueda de trastocar con cierta profundidad más de un tema y personaje, incluso el encaminarla hasta cierto punto a una cinta que narre la forma en la Gilbert se convirtió en una activista, hace que Lost girls se pierda en el camino. Lo que perjudica completamente a la cinta y genera que cada grito de denuncia e historia se quede a medias, un error que podríamos adjudicar al guión adaptado de Michael Werwie.
fuente: (Netflix)
Sin embargo, dentro de la historia debemos destacar la habilidad para mostrar verdaderamente a seres humanos en la pantalla. No se trata de una película en la hay villanos y heroes, simplemente humanos; todos llenos de matices, contrastes, claroscuros que se trasladan a la fotografía de Lost girls, realizada por Igor Martinović (House of cards).
Sin dejar de lado al elenco principal integrado por Lola Kirke (Kim), Oona Laurence (Sarra Gilbert), Kevin Corrigan (Joe Schalies), Gabriel Byrne (Richard Dormer), pero sobre todo de la interpretación de Thomasin McKenzie (Jojo Rabbit, 2019) como Sherre Gilbert y claro de Amy Ryan que nos da una actuación intensa y emotiva en más de un momento dentro de la cinta.
Aunque con un guion demasiado dispenso, Lost Girls se convierte en un afirmación de que a Garbus le interesa entregarnos en la pantalla historias de mujeres notables y desgraciadamente, víctimas de la violencia o golpeadas por la injusticia, ya sea en el documental o la ficción.
Sí, la cinta quizá nos deja con un sabor agridulce con notas de enojo y tristeza, pero…¿no es así como nos deja seguir leyendo a diario la muerte o la desaparición de otra mujer?
Alondra Jiménez
A veces soy cool, a veces soy nerd y otras no lo sé. Me gusta escribir y hacer fotos. Estudié Comunicación y formo parte de DOQUMENTA.
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