Por Daniela García Juárez | @danigcjrz
Del pasado 23 al 26 de Enero se llevó a cabo la Muestra Estatal de Cine Veracruzano en el Ágora de la Ciudad de Xalapa, capital del estado conocido por una riqueza cultural histórica que se ha mantenido vigente a pesar de los escenarios político-sociales turbulentos que se han vivido en los últimos años dentro de él.
Veracruz es y ha sido terreno fértil para el escenario cultural, específicamente a través del desarrollo teatral, el cultivo del arte musical profesional y no profesional, así como de la promoción y difusión de la literatura y las artes plásticas y gráficas. Incluso, la propia Secretaria de Cultura la catalogó en 2018 como “una de las sedes culturales más importantes de México”.
Una de las artes que ha pasado más desapercibida (al menos por el público no tan ávido a su consumo) es la creación cinematográfica-audiovisual. Tanto, que la pregunta ¿en Xalapa se hace cine? Sigue repitiéndose en la búsqueda de permear los festivales de cine emergentes de la zona en la agenda cultural de asistentes y patrocinadores.
Sin embargo, eventos como la Muestra Estatal de Cine Veracruzano buscan disipar esa noción de carencia (y de imposibilidad) en el quehacer cinematográfico dentro del estado. Así como dar a conocer a las y los autores de las piezas que se abren camino poco a poco en este medio, el cual recibe una atención muy centralizada (por espectadores y exhibidoras), en parte por las condiciones de financiamientos de ciertas instituciones, que dirigen una narrativa hegemónica al escenario de la Ciudad de México.
Nayashell Ramírez y Daniela Garrido son dos autoras jóvenes, licenciadas en Fotografía por la Universidad Veracruzana, que, mediante su trabajo audiovisual, se desvían de esta línea hegemónica, pues su trayectoria ha estado marcada por el retrato documental a través de experiencias cuasi etnográficas (sin la parte académica del proceso) en diversos pueblos del estado, destacando la riqueza cultural de estos lugares pero también recuperando historias un tanto más escondidas y “corrientes”, menos glamourizadas pero trascendentales en su esencia y ricas en su contenido emocional-espiritual.
Así es la historia de Chepa, protagonista del cortometraje documental que lleva su nombre y fue exhibido en la Muestra Estatal de Cine Veracruzano el pasado mes de enero. Mediante una narración invisible y planos casi únicamente dedicados a capturar la belleza de una zona montañosa alejada de la comunidad más cercana, la cinta se compone de mucho contexto, y es a través de ese contexto que conocemos y conectamos con la persona que lo habita. No contiene entrevistas o diálogos, únicamente una observación íntima pero con una respetuosa distancia de la particular vida que lleva Chepa, acompañada de animales y muñecos de trapo que ella misma crea.
“Desde que estuvimos ahí supimos que queríamos contar la historia de Chepa, pero sin someterla a ella a una entrevista directa en cámara, sino, mostrar lo que estaba sucediendo a su alrededor. En nuestras visitas teníamos la intención de hacer investigación, crear vínculos de amistad y complicidad para poder grabar este documental.” Nos cuenta Daniela Garrido, co-directora del documental, en entrevista para Girls at Films.
Las directoras destacan varias experiencias durante el rodaje del documental, entre ellas, la conexión con el escenario natural, así como una contemplación espiritual de dicha naturaleza, el silencio y la soledad de la montaña. Pero también, relatan ciertas limitaciones relacionadas al género que dificultaron el proceso de filmación.
“Grabar en un lugar retirado de la ciudad de Xalapa, sin acceso a internet y señal de celular, nosotras como mujeres y directoras de este documental si sentíamos temor y una inseguridad al decidir irnos a grabar solas, a diferencia de otros documentales que grabábamos en lugares de fácil acceso como Coyolillo y Naolinco. Entonces pasaba que si no había alguien que nos pudiera acompañar mejor no íbamos, y la grabación se volvió muy esporádica. Pasaban meses sin poder ir a visitar a Chepa, que más de la intención de ir a grabar era por ir a visitarla y de saber cómo estaba.” Comenta Daniela.
“Si fue muy frustrante para nosotras como directoras no poder tener la libertad y seguridad de trasladarnos a realizar el proyecto que estábamos dirigiendo sobre una mujer que vive de manera autónoma. Hubo un momento en que ambas sentíamos admiración por la manera en que vive Chepa, porque no cualquier mujer se atreve a irse a vivir en lo más alto de una montaña en la que no hay señal, completamente autónoma. Y nosotras, dos mujeres queriendo hablar sobre una mujer así, y que no podíamos ir solas a grabar, trabajar con ella y tener un momento íntimo con ella porque necesitábamos que uno de nuestros compañeros fuera acompañándonos.” Expresa Nayashell.
“Fue reflexivo de manera personal y colectiva, esta situación no solo nos afectaba a nosotras por ser mujeres sino también a nuestros compañeros hombres por tener que fungir como acompañantes. Esa parte del proceso es la que más recordamos. Es un tema preocupante, en la actualidad para casi todas las mujeres es imposible sentirnos seguras. Y para nosotras, como realizadoras veracruzanas, es un tema principal a considerar.” añade.
Por otra parte, las directoras cuentan que, debido al estilo contemplativo y sin diálogos del documental, está muy abierto a interpretaciones personales de lo observado, interpretaciones que suelen caer en estereotipos que rodean el papel de la mujer en su contexto social. En este caso, cuestionan el modo de vida autónomo de Chepa e insertan una connotación maternal en sus comportamientos.
“La gente se sale de su zona de confort al mostrar que la compañía de Chepa son unos muñecos que parecen niños, entonces una mujer sola que solo está hablándole a muñecos, de pronto pueden provocar que salgan una serie de prejuicios. Muchas personas nos han preguntado ¿y dónde está su marido? ¿por qué Chepa no está casada? Como si eso fuera un elemento importante en la vida de una mujer, si la ven sola es señal de alarma.” Cuenta Nayashell.
“Otra interpretación sobre sus muñecos de trapo es que quiere tener hijos. Y eso tampoco tiene nada que ver y solo surge de un prejuicio que también acompaña a las mujeres sobre los hijos: si está sola, su única solución es que sea madre. […] Un tema central fue cuestionar la soledad, ¿quién determina que vivir en la montaña significa soledad realmente? Muchas veces estando en la ciudad, entre mucha gente, te sientes igual de solo. Había muchas cosas de las cuales hablar con esto, y al final decidimos compartir esa contemplación, con una intención personal y de identificarse con Chepa.”
Daniela y Nayashell encontraron en la vida de Chepa algo prometedor para su representación audiovisual, aún siendo, como se menciona anteriormente, un ejemplo de historia no glamourizada ni concebida en lo urbano, alejándose del común denominador capitalino, ya ni se diga de México, ni siquiera del estado de Veracruz. Autoras como ellas, aún desde una pequeña trinchera de exhibición, son las guardianas de la diversidad de miradas en el cine mexicano presente, no por la folklorización de las zonas rurales del país para cubrir una cuota de contenido, sino por la auténtica búsqueda de conexión con los múltiples escenarios de primer contacto y empatía con las almas que los habitan.
“El documental de Chepa fue un regalo que nos dieron, lo encontramos y Chepa nos encontró a nosotros. El colectivo fue invitado a participar en talleres en la comunidad de Tlacolulan donde vive Chepa, gracias al director de la Casa de Cultura pudimos conocerla, en cuanto llegamos a donde ella vivía supimos que había una historia de contar”. Relata Daniela.
Así, las realizadoras también piensan que ciudades como Xalapa guardan posibilidades para la creación audiovisual no destinadas a círculos cerrados marcado por el elitismo cultural, sino que puede conectarse de manera interdisciplinaria y realizarse por cualquier persona sin importar su profesión.
“No creo que el hecho de generar contenido audiovisual, artístico y cultural únicamente tenga que ser para un público artístico-cultural, también puede ser colaborativo, y no únicamente con las comunidades sino también con otras áreas. Y eso es algo que se da muy fácil en Xalapa, la misma Universidad se presta a que estén músicos, biólogos, arquitectos… en un mismo lugar. Está padre abrir los horizontes, y no solo que yo cuente mis historias desde mi “creatividad”. Alguien que está trabajando con células todos los días también puede contar una historia.” Finaliza Nayashell.
Daniela y Nayashell son solo dos ejemplos de artistas cuyo espíritu creativo marca un punto de referencia importante en la producción cinematográfica/audiovisual en el estado de Veracruz. Su trabajo es ejemplo de que la respuesta a la pregunta ¿En Xalapa se hace cine? es un rotundo SÍ. Y es un cine del que todos y todas nos podríamos beneficiar.
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