Por: Valeria García |@lavalvalencia
Cuando hablamos de la biografía de alguna escritora, actriz, cineasta, artista o incluso deportista, científica, académica, etc. es casi probable que nos encontremos con vasta información sobre sus relaciones sentimentales y el cómo sus parejas, sobre todo cuando son hombres, influyeron y marcaron sus obras y sus vidas, especialmente si la relación fue complicada y/o hubo algún tipo de violencia. Porque pareciera que esas son las únicas relaciones válidas dentro de la vida de las mujeres para analizar sus obras y creaciones.
¿Qué pasa entonces cuando esa relación pasa a un segundo término, o apenas y se hace mención a ello, y nos enfocamos en otras más significativas? Chantal Akerman dirigió Letters home (Cartas a casa) en 1986 basándose en la correspondencia entre la escritora norteamericana, Sylvia Plant (Coralie Seyrig) y su madre, Aurelia Plath (Delphine Seyrig), que data de la década de 1950 a la de 1960.
En esta interacción entre madre e hija, que remite a las obras de teatro ya que ocurre en una habitación, Akerman plasma pequeños detalles sobre la vida de Aurelia Schober, su apellido de soltera, antes de casarse con Otto Plant, y las similitudes que compartió con Sylvia respecto a su vida profesional; los eventos que marcarían la infancia de su hija y la vida de Aurelia, los episodios de depresión, la carrera literaria de Sylvia, así como sus aspiraciones y la propia maternidad de su primogénita.
Conversaciones y recuerdos exclamados con nostalgia, que también puede intercalarse entre la tristeza, la admiración y el amor que Aurelia tenía hacia Sylvia y su trabajo como escritora. Aunque sólo se hacen algunas menciones a Ted Hughes, quien fuera esposo de Sylvia, esté solo queda en un segundo plano respecto a la relación de ambas. Su mención tiene que ver más con las opresiones que Sylvia Plant sufrió como mujer y escritora.
Akerman filmaba desde lo cotidiano. La relación entre Sylvia y Aurelia constituyó toda una vida en el que el amor e incluso las dificultades fueron parte de ella. Si comenzáramos a pensar en las mujeres como seres con aspiraciones y deseos, e hiciéramos mayor énfasis en sus relaciones con otras mujeres (madres, abuelas, hermanas, amigas, parejas sentimentales, etc.) y en sus opresiones específicas, en lugar de sólo entenderlas como “la musa de” o “la pareja de”, podríamos tener otro tipo de perspectiva sobre sus creaciones y su vida.