Por: Julia Iturbe | juliaiturbe_
Dirigida y escrita (con la colaboración de Jean-Stéphane Bron) por Alice Winocour, con una gran interpretación de por Eva Green, Próxima nos cuenta la historia de Sarah, una astronauta francesa que inicia un entrenamiento para viajar a Marte, y de su hija Stella de ocho años que, junto con su madre, atraviesa un momento crucial en su vida. Producida en el 2019 comienza a llegar a pantallas internacionales después de haber sido estrenada en noviembre en el Festival Internacional de Cine de Toronto.
En esta película, Winocour se deshace de las pantallas verdes y las cabinas luminosas relacionadas a las películas espaciales para adentrarnos a un mundo mucho más humano, centrándose en la posición emocional de una mujer que se encuentra en proceso de desprenderse de la Tierra y de su vida en esta, la cual gira alrededor de su hija.
La intención de la realizadora de llevarnos por un viaje más personal y emocional se refleja en recursos de realización como el uso de cámaras objetivas inmersas en la historia como parte de la comunicación entre los personajes y la recaudación de imagen de la astronauta, y ofrece una mirada personal e íntima hacia los espacios que habitan los protagonistas de estas historias heroicas espaciales que capturan al mundo entero.
De forma muy interesante el personaje protagonista Sarah se desarrolla y transforma desde la mirada de Stella, su hija, dando como resultado una actuación vista desde detrás del vidrio de las emociones que atraviesa Stella al sentirse abandonada por su madre. Los personajes comparten de esta forma el miedo, la duda, la frustración y el dolor, así como la admiración, el respeto y el amor que sienten la una por la otra. Esto lo podemos encontrar en múltiples ejemplos visuales durante la película, por ejemplo un plano en el que Stella, interpretado por Zélie Boulant-Lemesle, se acerca a su madre en cuarentena antes de su despegue y la observa a través de un cristal.
En la imagen, los rostros de ambas mujeres se sobreponen por unos segundos, mientras se observan, este momento es utilizado por Alice Winocour para plantear como realizadora su perspectiva respecto a la relación madre-hija, llena de paralelismos y proyecciones, normalmente asociados desde la parte adulta hacia los infantes, pero que en esta ocasión se nos muestra de forma inversa, en la que Stella nos presenta a su madre vista a través de sus propias emociones y experiencias. Existen diálogos y encuadres similares que se repiten en la vida de Stella y en la de Sarah, uno de los más interesantes es ambos personajes “cortando el cordón umbilical”, siendo este un paso en el despegue de las plataformas espaciales. Otro detalle entre muchos otros que remarcan esto es que Stella constantemente observa a dos niños que juegan y Sarah tiene dos acompañantes espaciales masculinos.
De esta forma, el contexto de la historia, sobre astronautas y naves espaciales, podría tomar un papel secundario, siendo el principal la transformación emocional de una pequeña niña y su madre, quienes tienen que desprenderse una de la otra para crecer y ser felices.
Winocour, co-escritora de la también reconocida Mustang (2015), plantea de forma brillante y enternecedora la gran hazaña de las mujeres astronautas de la historia al inspirarse en ellas para escribir este guion.
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