Por: Alexandra Meneses | @BretonMeneses
“Dos Fridas” de la directora Ishtar Yasin cuenta la historia de la enfermera Julieta Ferreto (María de Medeiros) y su relación con Frida Kahlo (Ishtar Yasin), el espectador se adentra a las emociones de nuestra protagonista, una costarricense que cuidó a Frida en sus últimos años; Judy. La directora en las primeras secuencias de la película nos desorienta, como espectadores aún no sabemos que esta ocurriendo, sin embargo, la curiosidad es el hilo negro que va cociendo con sutileza la realizadora, lo que hace de la experiencia fílmica un viaje reflexivo y emocional.
El crecimiento de empatía crece mientras más conocemos momentos clave que nos sirven como cuenta regresiva, la relación que nos construye Ishtar es amena y distinta a las formas habituales de hacer avanzar o construir lazos, realmente nos meteremos en un retrato de la realidad interpretada con los ojos y corazón de Ishtar, cada vez que la cámara esta fija solo observando a veces cerca otras moderadamente a distancia, nada es predecible y nos preguntamos: ¿Dónde estamos?
Es un encuentro con la idea que rodea la muerte, las secuencias con sombras expresionistas que abrazan a Ferreto en sus últimos momentos, Judy es perseguida por un pasado, esencialmente sus años en México cuidando a Frida pues las decisiones que tomó no enterrarían el pacto empírico que escudriñó sus almas y las juntó. Una de las escenas más fuertes en discurso, estoy segura de que era naturalmente preciosa desde el papel, el recuento fantástico de todas las voces artísticas que marcaron su tiempo con un lápiz o con su humanidad, un presagio adornado con simpleza que formula una sonrisa en el rostro del espectador.
Judy es un personaje dulce, maduro, sincero, fuerte y altruista… ¿Por qué te fuiste? Marca la incógnita, el sufragio más bello dentro de la cotidianidad más circunstancial, las miradas muy fuertes de ambas se impregnan al igual que sus gestos, se unifica una esencia que arrastra el cuerpo y la vida de Judy, la intención de la directora no es atraparte con el movimiento constante de una cámara, la idea es apreciar los momentos de cada personaje, sentirnos parte de esa realidad en la pantalla, te sientes parte de esa casa donde surge esa conexión porque ese vinculo también es parte de nosotros, una propuesta original por la naturaleza del mensaje pero también por la manera en la que esta montada la película, las idas y venidas que saltan entre sí para formar algo más grande, la escena de la cueva solo es la pintura en el lienzo.
Alexandra Meneses
Estudiante de cine, para el cine colaborando con Quimera Lab distribuidora independiente
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