Por: Esther Montes | @venuscirene
“Lo perdí todo. No sabía si volvería a levantarme. Comencé esta película porque sentí que era la única manera de continuar. Lo hice tan sólo para tener un registro, aunque sea para ponerla en una librería y decir que ésta es una historia de Siria”, fueron las palabras que la periodista y cineasta Waad al-Kateab compartió con The New York Times en noviembre pasado, luego de que su familia encontrara refugio en Reino Unido tras haber dejado Alepo, su ciudad.
For Sama, más allá de ser calificada como una carta de amor de Waad al-Kateab hacia su hija, es una carta de amor para todos aquellos que se quedaron en Alepo hasta el último minuto y resistieron.
Hace unos días, conversaba con un amigo sobre los contrastes de la migración en nuestro país y otras regiones, así como la intolerancia hacia todos aquellos que han tenido que abandonar sus hogares. Algunos creen que huyen del peso de la religión, la inseguridad o el extremismo. Cuán equivocados estamos. ¿Qué nos hace pensar que realmente querían irse?
Esa es una de las tantas aristas que te rompen cuando ves cómo Waad al-Kateab, su esposo Hamza, sus amigos más cercanos y los hijos de esos amigos, pequeños que no rebasan ni los 10 u 11 años de edad, afirman con orgullo y tristeza que no se quieren ir, que Alepo es su hogar pese a estar convertida en zona de desastre, de edificios que penden de un hilo; de días y noches donde una conversación, una tarea cotidiana, están acompañadas del sonido de bombardeos, ambulancias, caos y dolor pero también de risas, bromas y la mirada de una generación muy joven.
¿Es posible rescatar algo en medio de un conflicto de esta magnitud? En la ficción, hemos visto nacer grandes historias de amor, milagros. Sucede que en la realidad también, y eso es todavía más alentador.
Con 18 años, Waad al-Kateab se mudó a Alepo para estudiar Economía. Dos años después, en 2011, la guerra civil estalló en Siria. Fue en ese momento que tomó su cámara y comenzó a grabar el júbilo de esos primeros meses de aparente libertad, para después hacer registro de la resistencia de aquellos que, como ella, decidieron quedarse pese al gran peligro al que se exponían al ser considerados la oposición.
El arma de la documentalista jamás fue la violencia, sino ayudar a otros. Su esposo Hamza fue de los pocos médicos que, siendo aún estudiante, decidió quedarse para montar un hospital que atendiera a todos los heridos. Como él, otros estudiantes de Medicina, Enfermería y de otras disciplinas, también eligieron quedarse y dar batalla desde la ayuda. Algunos se quedaron en el camino al no sobrevivir a los constantes bombardeos, otros continuaron hasta el final.
Así, en el epicentro del conflicto, nace Sama, la hija de la periodista, una pequeña que en su primer año de vida fue testigo de la muerte, del dolor de perder a alguien; una sobreviviente amada, cuidada, protegida por todos los que trabajaban en el único hospital en pie en Alepo. Sí, el único que después de ser derrumbado volvió a levantarse para seguir atendiendo a un promedio de 800-900 personas diariamente, con pocos insumos y manos.
Así de fuerte era el ímpetu de Waad al-Kateab, Hamza y todos los que conocerás en el documental.
Cuando todo parece estar perdido, Sama apacigua el miedo y el caos con su sonrisa. Y aunque hay momentos donde la periodista se arrepiente de haber traído una vida a este mundo, basta una mirada de la pequeña para recobrar el orgullo y seguir documentando algo que todos tienen que ver.
Tristemente, en algún punto del documental, Waad al-Kateab no entiende cómo es posible que sus videos tengan más de un millón de visitas “y nadie hace nada”.
Nosotros, sin duda, hemos formado parte de ese millón o más de vistas en videos que retratan las condiciones de personas que son atacadas por fuerzas militares; tratadas como delincuentes, despreciadas e insultadas; personas que son juzgadas como gente sin una formación académica o, peor aún, una historia.
Las personas que verás a continuación no huyen de su país, de su ciudad, son orilladas a desalojarla o de lo contrario morir. Si Waad al-Kateab hubiera decidido quedarse más tiempo en Alepo y morir en el intento, difícilmente habríamos conocido su historia y de la todos aquellos que forman parte de ella.
For Sama está nominada al Oscar 2020 como Mejor documental. Gane o no, te invitamos a verla.
¿Recuerdas cuando en 2016 el mundo levantó su voz en redes sociales y condenó los ataques contra civiles en Alepo, principalmente niños? ¿Famosos haciendo llamados para salvar Alepo de la destrucción, con imágenes desgarradoras de pequeños llorando por sus hermanos, amigos y padres muertos?
¿Qué pasó? Aquí la realidad: https://www.pbs.org/wgbh/frontline/film/for-sama/
Esther Montes
Obsesiva de las carteleras de cine y de las series que para cada situación en su vida siempre se remite a la ficción para explicarse qué sucede.
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