The Final Cut: La mujer única de Scorsese. Revaluando «Alice doesn’t live here anymore»

Por: Amira Ortiz |@unazuara

Alice Hyatt (Ellen Burstyn) está al borde del derrumbe. En sus comidas elaboradas, en tratar de mantener la paz entre su hijo (Alfred Lutter) y marido (Billy Bush), en su falla por contener el llanto; ella da cuenta de los intentos por sostener el sueño de la mujer americana: una familia y un matrimonio feliz. Alice doesn’t live here anymore (1974) no es el relato de una mujer abnegada, es el reflejo de los primeros deseos de liberación y autonomía femenina. Conceptos ajenos al cine de su director Martin Scorsese.

En su título, la cinta nos habla de la falta de pertenencia. La característica se repite en el vínculo con Scorsese. En su numerosa y celebrada filmografía, Alice es nadie. Es la película olvidada para hablar de su versatilidad y es también la interpretación fuera los actores fetiche. Quizás el momento en que la película protagonizada por Ellen Burstyn sale a conversación es cuando se trata de hablar del papel de las mujeres en la carrera del cineasta.

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Ellen Burstyn, Alfred Lutter y Martin Scorsese en el set.

Alice, en la piel de Ellen Burstyn, no es una aparición. No hay slow motion que remarque la cadencia de su paso. Alice no es el objeto de la mirada de un hombre. Hay algo subversivo en el hecho de que los primeros en observarla somos nosotros. Desde el sueño infantil, a la adulta que realiza una tarea en el hogar.

Un evento trágico hace que la protagonista se descubra libre, pero esa libertad está condicionada por la realidad. Con un hijo a cuestas y ninguna experiencia laboral, en Alice surge el deseo por perseguir el sueño al que hace mucho renunció. La decisión está tomada: se marcha para ser cantante. Madre e hijo toman el camino para llegar a Monterey, el lugar donde ella alguna vez fue feliz.

En su primera parada, Alice y Tommy se establecen en un cuarto de hotel. Ella gasta la mayoría del dinero en un atuendo «sexy», que la ayude a aparentar juventud. Tommy se queda a la espera, mientras Alice enfundada en un vestido verde y tacones blancos busca en los bares de una ciudad un lugar para poder cantar.

En Goodfellas (1990), Henry Hill siempre supo que quería ser un gángster. El sueño criminal pronto fue legitimado y su carrera despuntó. Aquí sucede todo lo contrario: la lucha de Alice es la convencer a los demás mientras ella misma tiene dudas enormes sobre su capacidad. Scorsese nos regala un momento cinematográfico hermoso en el desempeño de la protagonista en una improvisada audición. Es la vulnerabilidad en el movimiento y el rostro de Alice. La voz de Ellen Burstyn temblando y el piano desentonado, y ahí mostrando la esencia de una mujer que no tiene nada que perder, que se resiste a dejarse caer.

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When your lover has gone y Gone with the wind en voz de Ellen Burstyn.

Alice cantante es una mujer hermosa y estilizada. Su sensibilidad desprende accesibilidad y el joven Ben (Harvey Keitel) tomará interés por ella y ella, aunque al principio contundente en su rechazo, también por él. Mientras la protagonista procesa estas nuevas experiencias, el mundo alrededor le recuerda dónde está. Primero es la violencia que la rodea, los gritos del vecino atacando a golpes a su esposa. Después, la realidad más cercana, cuando la visita de una mujer le revele lo que esconde un rostro amable.

La violencia es el motivo de movilidad en la cinta. Alice no dejó a su abusivo marido con un divorcio, fue el destino que lo quitó de su vida. La protagonista no está dispuesta a pasar de nuevo por lo mismo y otra vez, madre e hijo se encuentran en una nueva ciudad.

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Ellen Burstyn y Harvey Keitel.

En su nuevo destino, ella consigue un trabajo como mesera. El puesto la avergüenza y las personas que la rodean no son de su agrado. Para continuar el sueño hay que poner pausa. Hay un paralelismo entre Scorsese y su protagonista que nos habla de ética. Realizar el mejor trabajo, aunque este no sea el que apasiona. Del mismo modo en que Alice entiende que ser mesera le ofrecerá un mejor panorama que perseguir en lo inmediato el sueño de cantante, Scorsese buscaba encontrar su lugar en Hollywood.

Alice doesn’t live here anymore es lo más cercano a una «película de encargo» en la carrera de Scorsese. Alice, su primera película de estudio, quedó entre el despunte con Mean Streets (1973) y la cinta que lo volvió leyenda: Taxi Driver (1976).

Ellen Burstyn quedó encantada con el guión de Robert Getchell y se lanzó a la búsqueda de un director «joven, nuevo y emocionante». Francis Ford Coppola le aconsejó ver Mean Streets y lo demás es historia. La gran anécdota de su encuentro fue que la actriz cuestionó al joven director sobre su entendimiento de las mujeres. El principiante Martin dijo no saber nada, «pero me gustaría aprender».

Scorsese, con la asesoría de Burstyn, retrató el vínculo madre e hijo, las relaciones de amistad y complicidad entre mujeres, el reconocimiento de cómo el machismo formó las bases de las relaciones sexoafectivas y por ahí una chispa de cambio en las nuevas generaciones.

En su examen naturalista, con cámara en mano y con un retrato casi documental, Alice doesn’t live here anymore es la película de Scorsese más cercana a la realidad, aunque no por ello menos cinematográfica. A pesar de todas las características que aíslan a la cinta de sus intereses, Scorsese está en el ensamble musical, en la aparición constante de referencias al cine clásico de Hollywood, en el tono de comedia en medio del drama, en los sentimientos de culpa, en la toxicidad y en la fragilidad de las relaciones humanas.

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Kris Kristofferson y Ellen Burstyn.

Ante Flo (Diane Ladd), Alice reconoce la dependencia que siente por los hombres, opuesta a su versión inicial que bromeaba con su vecina sobre ser independiente, y que entre chistes revelaba su vida sexual frustrada. Alice se niega a discutir con su hijo sobre el hombre con el que sale, pero cede a contarle que se casó con su padre porque «besaba muy bien». Ella es la que le revela a su nuevo enamorado, el ranchero Ben (Kris Kristofferson), que siempre tuvo la impresión de que el hombre macho tenía su encanto.

El sexo en la cinta nunca está cuadro, lo que Scorsese nos deja ver son los momentos previos o posteriores de intimidad entre dos personas. Alice es la dueña de su sexualidad, son imágenes que le pertenecen. Alice doesn’t live here anymore muestra «esta idea de que nosotras éramos primero en nuestras propias vidas… Era, para nosotras, era asombrosa», como declaró Burstyn.

Aunque Alice no es una revelación del nivel de Wanda (1970), de Barbara Loren, sí da muestras de transgresión considerando las restricciones de un estudio como Warner Brothers, que exigió al equipo un final feliz. El último acto de la cinta concluye con una escena artificial, una cuota que cubrir. Pero Scorsese no nos deja en el «vivieron felices para siempre», sino que nos regala una última secuencia entre madre e hijo que pinta un panorama más sensato.

Martin Scorsese y Ellen Burstyn.
Martin Scorsese y Ellen Burstyn.

«Me gustaría que Martin Scorsese se interesara en un personaje femenino de vez en cuando, pero no sé si viviré lo suficiente», declaró en 2011 Meryl Streep. Tras el reciente éxito de El Irlandés (2019), se ha revelado que el director está trabajando en dos nuevas producciones, una de ellas con la participación de Sharon Stone y Streep.

En las recientes discusiones sobre la diversidad en el trabajo de los hombres que dirigen, Scorsese ha recibido críticas sobre la manera en que retrata a las mujeres. Es claro que los temas que le interesan no se ajustan a la línea de Alice, como también es claro su amor por el cine y las distintas voces que lo conforman. No olvidemos su rol como restaurador y divulgador, así como su papel como productor que a últimas fechas ha entregado dos películas aclamadas por el trabajo de sus directoras: Lazzaro Felice (2018), de Alice Rohrwacher y The Souvenir (2019), de Joanna Jogg.

A la distancia Alice doesn’t live here anymore se asemeja al dato curioso en la carrera de Scorsese. Visitarla es darle valor a su lugar.

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