Review Especial Agnès: Varda por Agnès

Por: Alejandra Piña |@aletspi

Hay consignas que se gritan y son arrastradas por el viento, pero hay otras que se escuchan para hacer eco de manera exorbitante: “Si abriéramos gente, encontraríamos paisajes”, pronunciaba la fuerte y sinérgica voz de Agnès Varda en algún momento de su vida. Al fondo, una silla que atestigua su presencia, el sonido agitado del mar, la arena que se levanta y baila con su cabello.

Es esa figura la que se abre como preludio a una osadía singular y que funge como guía íntima en Varda por Agnès (2019), la última película de la cineasta que, aunque está demás recalcarla como una de las precursoras del Nouvelle Vague, hemos de recordarla así por aquel enorme testamento fílmico que nos heredó.

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La travesía de 115 minutos se convierte en tres fragmentos inéditos de la cineasta, nos lleva a través de su tiempo en el pasado, el presente y la memoria que quedará impregnada en el futuro. Su dirección, al lado de Didier Rouget, establece con precisión cada período importante de su carrera y logra el contraplano ideal para dar origen a la intención misma, la empatía, la comprensión del interlocutor, así como el retrato hablado y vivo de la cotidianeidad.

Es justo el empirismo lo que hace de Varda ser quien era, lo documenta y nos deja ver que no se trata de la experimentación, sino del redescubrimiento mismo. Entonces todo toma sentido: la luz, la paleta de colores, la toma, el travelling, la duración de escena, las miradas fijas o la pose que termina por no ser planeada. ¿En qué se traduce? En nada más que un puñado de testimonios sobre la existencia, la existencia misma enfrentándose a lo socialmente incorrecto, y ambos alumbrando los signos vitales del feminismo.

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Entonces vemos a una Agnès que disloca todo estándar del cine francés. Se colma de su esencia, de su color y de una edición personalizada de la mano de Nicolas Longinotti, que va de un escenario, el silencio, el contacto visual y oral con su interlocutor, el recuerdo que nos sumerge en más recuerdos, el regreso a la realidad y las personas con quien compartió los mejores años de su vida cinematográfica.

Todo va de más a menos y del hoy al ayer. Viene a la mente, entonces, aquel pasaje en que no podía dejar de filmar cualquier cosa, y es que cualquier cosa dejaba de ser el objeto para convertirse en el primer elemento con sentido de su cine. Se reducía en ver, pensar y no olvidar. Ese es el sentido real de Varda por Agnès, no ser una cátedra sobre cómo hacer películas, para dar un punto de vista audiovisual sobre cómo ser más humanos.

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La patata ya no es patata, es un corazón del que brotan raíces / La tumba del gato ya no es una tumba, es el síntoma de que hubo vida / la casualidad ya no es casualidad, es el deseo encendido / La idea ya no es idea, es la cinescritura misma, el momento en el que se toma la decisión de realizar. Y así sucesivamente…

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Rodaje de «One Hundred and One Nights» con Catherine Deneuve y Robert De Niro

Agnès Varda sitúa cada elemento que le rodea para darle vida y sentido a lo que está más allá de nuestros ojos, nos habla del por qué, del cómo, del para qué y al final lo corrompe con una marea picada de inspiración, creación y la capacidad de compartir.

A través de un histórico de las cintas que le dieron identidad, con los que tropezó y con los que se pudo levantar, hace frente a un cine rebosante de masculinidad y de estereotipos que no le amedrentaron; por el contrario, moldearon su manera tan sinestésica -me atrevo a decirlo- de estar delante y detrás del cine.

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One Hundred and One Nights. Dir. Agnès Varda

Fue Rosalie Varda, su hija, quien se sumó a este proyecto para hacerlo realidad y provocarnos ese deseo de seguir observando lo que Agnès habría mirado, con la única percepción de transformarlo.

Varda por Agnès no es más que nosotros mismo a través de la persona abierta que fue, de los paisajes vistos por sus propios ojos, los mismos que no solo sublevaron la industria de su época, sino que dieron voz a mujeres cineastas que hoy están reformando el tiempo-espacio que les pertenece en las pantallas grandes.

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Alejandra Piña:
Periodista y Publicista. Ha escrito sobre cultura, arte y música para diversas plataformas digitales independientes; fotógrafa de todo lo que ve.
Actualmente es Content y Project Manager en un agencia digital.

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