Adriana Zehbrauskas: es posible fotografiar con dignidad

Por: Celina Manuel @zeppelina0

«Si pudiera volver a comenzar otra vez, volvería a escoger a la fotografía”, me responde Adriana al otro lado de la línea, mientras recuerda el drama familiar que tuvo con su padre por haber elegido el fotoperiodismo como profesión.

Adriana Zehbrauskas es una fotógrafa brasileña que se mueve entre el periodismo y la fotografía documental, realizando coberturas de temas como la migración, la violencia, el narcotráfico, los derechos humanos y la vida cotidiana en México y otros países latinoamericanos para medios como The New York Times, The Washington Post, The Guardian, Paris Match, Le Figaro, The Wall Street Yournal y la UNICEF, por mencionar sólo algunos; también ha realizado trabajos más personales e independientes, como Faith, donde documenta cómo se vive la fé en México y Brasil, por el cual recibió el premio Art & Worship Prize por parte de la Fundación Niavaran de Creación Artística; también recibió el premio Getty Images Instagram Grant, con el que financió su proyecto «Family Matters», donde fotografió a los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, Guerrero; trabajo que se encuentra publicado en su cuenta @adrianazehbrauskas, que fue nombrada una de las 29 que definieron al mundo en 2014 por la revista TIME. 

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Recife, Pernambuco, Brazil, September 16th, 2016: Reuniao UMA em Jardim Sao Paulo AACD com Fatima, Silvino e Pedro Miguel Dr. Epitacio Rolim casa Fatima bairro Arturo Lundgreen II em Paulista Casa Iris em Paulista Photo © Adriana Zehbrauskas for The New York Times

Adriana cuenta que el periodismo formó parte de su  vida desde pequeña, por influencia de su padre, quien fue reportero y quien la enviaba al kiosko por el periódico dominical. Después de leerlo, ella se encerraba en su habitación los fines de semana entre lecturas y recortes de periódicos.

“Tenía una colección de palabras, las palabras siempre fueron una puerta, la puerta para otros mundos”.

Zehbrauskas confiesa que siempre sintió una curiosidad natural por conocer qué pasaba a su alrededor y más allá de su propia vida, preguntándose cómo vivía la gente que observaba a través de las ventanas, mientras caminaba por la calle, y su profesión es ahora un medio para responder a estar preguntas.

«Ahora tengo esa posibilidad de ser una extraña, llegar a las casas de gente que no conozco, tocar la puerta y decir ¿puedo entrar? ¿Puedo entrar a tu sala, a tu cocina? ¿Puedo contar tu historia? Es una locura, pues la fotografía es un medio«.

Girls at Films: Eres una de las finalistas del Premio Gabo 2018 por tu trabajo acerca de las ex trabajadoras sexuales que viven en el albergue Casa Xochiquetzal, ¿cómo fue tu experiencia cubriendo el día a día de estas mujeres?

Adriana Zehbrauskas: Eso fue genial y la verdad es que yo creo que yo tengo un poco de suerte. Yo trabajo con medios que respetan a los fotógrafos y a las mujeres. Y bueno, esa nota surgió porque el NY Times me escribió pidiéndome una propuesta. “Bueno, ¿qué quieres hacer?, porque has trabajado mucho tiempo con nosotros y entregas notas de calidad y  la nota que quieras hacer, te vamos apoyar”, y les dije “bueno, okey, eso es genial” y también que ya no quería hacer cosas de narcotráfico, de violencia, de todo eso. Propuse esa nota que ya estaba en mi lista desde hace algunos años.

Sex Workers,  Mexico

Además me pidieron que escribiera, eso fue genial, darle el espacio al fotoperiodista para reportear, escribir y fotografiar. Una cosa es tomar fotos y entregarlas y otra es además escribir, y de un tema tan delicado y repleto de muchas historias difíciles que son las historias de cada una de las mujeres. Quería estar segura de hacerles justicia y de hacer la nota con la sensibilidad que se necesita. Me sentí muy honrada y privilegiada.

El proceso fue largo porque primero es lograr que te acepten en la casa por parte de la dirección. Me tardé casi un mes, yendo y viniendo, hasta que un día por fin lo logré y me presenté. Después fue con cada una de ellas, y bueno, algunas no quisieron participar  -en todo su derecho- y se respetó. Fue una experiencia para mí muy halagadora, tuvieron la confianza de contarme sus historias, es una la historia de mujeres contada por una mujer. Había momentos tan íntimos entre nosotras, que creo que eso no hubiera pasado si fuera un hombre haciendo la nota. Que me aceptaran ahí en sus cuartos mientras estaban dormidas, me contaban cosas mientras íbamos de paseo, sabes, esos momentos en los que hay tanta intimidad. Me dieron la confianza para entrar a sus vidas.

Respecto a eso, ¿qué piensas acerca de la importancia de la perspectiva desde la que se retrata, del “Female Gaze” -o la mirada femenina- y de cuestionarnos estas perspectivas?

Entre el 85-90% de todas las fotografías publicadas están realizadas por hombres. Es una cosa impresionante, porque cuando haces la fotografía, es lo que uno representa del mundo y a veces es uno al que no tienen acceso todos, entonces el mundo está representado desde el punto de vista de los hombres, ¿eso es una locura, no?

Claro es esencial y muy  importante cuestionarnos esto, y no sólo si hace falta la perspectiva de las mujeres, también la de los negros, de los transgénero, de las minorías. En mi caso que he trabajado con estas comunidades, me doy cuenta de que siempre tenemos una visión como “desde arriba” o que viene de un punto de vista completamente ajeno-diferente, entonces a veces no logramos comprender muy bien el aspecto que estamos fotografiando, lo que puede significar la comunidad que estamos representando, me parece que es esencial cuestionarnos esto.

elderly sex workers,  Mexico, shelter, retired sex workers
Mexico City, Mexico, Dec 15th 2017: Norma Angélica Sánchez Garduza, 53, (izq)Angie, con una maestra voluntaria en el comedor de la Casa Xochiquetzal, un abrigo en la Ciudad de Mexico para trabajadoras sexuales mayores rescatadas de la calle. Ese did Angie ester responsable de la cocina, así que apenas comió cuando todas las otras ya habian terminado. Photo © Adriana Zehbrauskas para The New York Times

¿Cuál es el panorama para las mujeres en el periodismo?

Yo creo que siempre fue difícil. Ha sido una profesión largamente ocupada por hombres. Vas a las clases de periodismo o fotoperiodismo y la mayoría son mujeres, pero algo pasa después de que salen de la universidad, terminan sólo tres. Para las mujeres ahora yo creo que está mejor con movimientos como el #MeToo, ya se está haciendo un poquito más de conciencia entre la gente y los editores, de que ya no puede seguir igual todo, pero para las mujeres es… bueno. Es horrible decir esto, pero para las mujeres es doblemente más difícil de lo que es para los hombres -como en todo- tenemos que hacer un doble esfuerzo. Es terrible, y no debería ser así. Pero tampoco no creo que sea sólo en periodismo, yo creo que en general.

En Hollywood sigue en pie el #MeToo, ¿crees qué hace falta algo así en el mundo del fotoperiodismo?

Sí, hace falta, y ya lo estamos haciendo, ya hubo algunos movimientos, ya han salido algunos directores, pero es muy poco,los medios aún no están abiertos a hacer públicas estas acusaciones. Y es por lo que estamos luchando.

Despúes de haber hecho “Family Matters” con las familias de los 43 estudiantes desaparecidos, ¿cuáles fueron las conclusiones a las que llegaste respecto a las posibilidades de la fotografía digital en redes sociales y la fotografía impresa, que fue la que entregaste a los familiares?

Esa historia me dejó un sabor agridulce en la boca, porque es una historia de la que hasta la fecha no se sabe lo que pasó. Es una historia que tuvo mucha atención mediática y una piensa que como periodista eso podría provocar un cambio ahí. Y te pones a pensar que bueno, no pasó nada… la situación está incluso peor. Es un gran desaliento porque ni con todo el esfuerzo de periodistas de todo el mundo hemos podido hacer nada.

Por el otro lado, respecto al proyecto, eso sí me dio mucho gusto y mucha alegría hacerlo, porque es el alcance de la fotografía impresa, ya que el 90% de las personas que retraté nunca habían posado para una fotografía con sus familiares y con lo que pasó, probablemente nunca tengan un registro de quienes desaparecieron, y yo veo las fotos de mis papás y de mi hijo, y pienso que es muy importante tener un registro visual, para sabernos quiénes somos, de nuestro mundo de nuestra existencia, reconocernos, entonces me dio gusto poner un poco de mi parte para que ellos tuvieran eso.

Del impacto de las redes sociales sí fue para mí también una gran sorpresa, porque me encontré con Instagram como un medio para publicar las fotos que yo sabía que serían muy difíciles que fueran publicadas en los medios para los que trabajo. Ahí me di cuenta de que sí, hay un público, la gente sí pone atención a ese tipo de fotografía e historias.

También me dio una responsabilidad más grande todavía porque todo lo que publico ya sea en el periódico o redes sociales, todas las fotografías las trato con el mismo rigor, que a final de cuentas soy yo en todas las redes y medios, soy la misma persona, y la gente va a creer en lo que estoy contando, entonces tengo que estar muy consciente de eso y ser una persona muy sólida y constante en la fotografía en todas las plataformas.

Al ver tu trabajo se nota una narrativa lejana a la de explotar la miseria, con una perspectiva más empática y humana. ¿Estás consciente de esto?, ¿consideras que se deben cuestionar las narrativas del fotoperiodismo?

Sí lo hago muy consciente, y sí creo que el fotoperiodista tiene que tener eso muy claro, para mí eso es muy importante. Yo como fotógrafa creo que es posible retratar la realidad y a las personas con dignidad y  sin explotar. Obviamente la miseria y la pobreza son algo que tenemos que denunciar y son parte de nuestra realidad.

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Nuestra misión como fotoperiodistas es traer a la luz situaciones que necesitan cambios, pero yo creo que sí hay maneras de retratar la realidad y yo busco de manera muy consciente hacer eso con dignidad. A final de cuentas son sus vidas. Es muy importante que quede claro que el fotoperiodista no es importante en la historia, no soy yo, son ellos de quien cuento las historias, entonces hay que tratarles con mucho respeto.

¿Qué es lo más valioso que te ha dado el haber elegido al fotoperiodismo como profesión y estilo de vida?

Ese privilegio de ver la vida cerca, la historia, literalmente en tu cara. A mí siempre me gustó trabajar en periódicos, y creo que es amor al periódico, nació de la influencia de mi papá y esa cosa de hacer la noticia diario y el periódico que es una cosa tan popular, y que tanta gente tiene acceso y que eso sea la puerta para descubrir muchas cosas, para mucha gente, entonces ese privilegio de poder ver la vida de esa manera es lo más bonito, es increíble.

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Bangkok, Thailand March 6th 2017: Lerdsin Hospital, Bangkok. Photo © Adriana Zehbrauskas for UNICEF

Conocer tanta gente de todos los tipos, desde más sencilla hasta los artistas que más admiras, desde el presidente hasta el que limpia la calle, y todos igual, todos ocupan el mismo espacio. Entonces dar esa perspectiva sobre una humanidad es muy difícil encontrar en otras  profesiones.

Me ha dado a mi familia, a mis amigos; prácticamente todo lo que tengo vino a través de este mundo de la fotografía.

En la bio de tu sitio mencionas tu amor por las letras y la música: ¿Qué lees, escuchas y ves cuando no estás detrás del lente?

“Alexis”, de Marguerite Yourcenar, es un libro que leo y releo, ya como 20 veces. Lo leí como a los 18 años y quedé muy impactada, porque es un libro un poco difícil: es la carta de un hombre que abandona a su esposa y explica por qué lo hace. Después descubrí que lo escribió cuando tenía como 24 años y me sorprendí: ¿Cómo alguien a esa edad tiene esa visión así de la vida?

En cuanto a la música, hago playlists y dependiendo del momento escucho más una cosa que otra, pero quien siempre está presente en mis playlists es la brasileña Marisa Monte.

In the mood for love (2000), de Wong Kar-Wai, es mi película favorita de toda la vida. Creo que es una poesía en forma de música, ahí junta todo. Para mí es una obra maestra.

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Still de «In the mood for love» (2000), de Wong Kar-Wai.

¿Te gustaría incursionar en el cine en algún momento?

Siempre lo he tenido presente como algo que quiero hacer, incluso cuando hago presentaciones de mi trabajo lo hago con música, hago un poquito de video y todo, pero creo que es un poco difícil porque requiere mucho estudio. Es algo que sí me gustaría hacer. Hacer la fotografía de las películas de Wong-Kar Wai, es un sueño que tengo.

Por último ¿Qué consejo le darías a otras mujeres que se quieran dedica al fotoperiodismo?

Que no se dejen menospreciar, porque la gente va a decir que no sirves, sabes, esa cosa de ser periodista y de ser mujer. Cuando sales a trabajar y te dicen, “oye, pero ¿por qué no estás en tu casa, con tu marido, por qué no estás con tu hijo?” No dejes que te hagan sentir culpable. Crean en sí mismas y la cabeza erguida. Que tengas claro qué es lo que quieres hacer. Es una vida que no es muy fácil en el sentido de que tienes que tienes que estar en la calle, no tienes horarios para nada, eres como médico de emergencia, el teléfono suena y tienes que salir; es un sacrificio con familia y amigos, pero  final de cuentas si estás feliz con lo que haces ellos lo entienden.

Es una vida un poco solitaria por la propia naturaleza del trabajo, ves cosas y tienes experiencias que te apartan un poco de la gente “normal” que no está familiarizada con ese estilo de vida. Pero es eso, primero hacerse the hard question: ¿Es eso lo que quiero? Y también el por qué lo quieres hacer, si lo vas a hacer porque es una vida de glamour, no funciona, si lo vas a hacer por premios, por fama o por dinero, menos. Si la respuesta viene desde el fondo del alma y del corazón, hazlo, es difícil, pero lo puedes hacer, porque todo es difícil ¿no? Pero en el fotoperiodismo es difícil en cuanto a que necesitas más energía física, estar caminando, llevando equipo, viajando, un poco de valor, ponerte en situaciones de riesgo, estar enfrentando estigmas de la sociedad también y nada, no desistir.

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