Por: Esther Montes | @venuscirene
Cuando no estudiaste cine, ni tienes la preparación académica para hacerte llamar un crítico de cine, pero igual expresas tu opinión, los cuestionamientos saltan al unísono. ¿Qué respalda tu recomendación, tus palabras? Sencillo: Mi amor por el cine, y eso es incuestionable.
La directora argentina María Álvarez nos regala en Las cinéphilas una carta de amor para todas aquellas personas que amamos, vivimos, sufrimos, lloramos y debatimos las miles de historias que se han llevado a la pantalla grande, y cuyo expertise es simple devoción.
¿Qué hace felices a Estela, Paloma, Norma, Chelo, Leopoldina y Lucía, cuando están en lo que muchos se aventuran a llamar los últimos años de sus vidas? El cine. Dignas de admirarse, estas mujeres retiradas, jubiladas, viudas, madres, abuelas, hermanas, tienen un ritual inquebrantable: revisar las carteleras de cine de sus lugares sagrados para ver películas; leer las sinopsis; analizar sus opciones y salir de casa todos los días para “adentrarse a otro mundo” durante unas horas y eso, ser felices.
Ya sea desde el clásico Cine Doré en Madrid hasta el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata (a ese grado llega su apetito por ver el mayor número de películas posible) o viajando a otros países para conocer las locaciones donde se filmaron escenas icónicas, estas mujeres hacen y han hecho una cantidad de cosas por amor al cine.
La ficción es su lenguaje. En sus testimonios y vivencias es tácita esa conexión, Sus recuerdos se pueden visualizar como el final de Los 400 golpes, o la escena más polémica de Lo que el viento se llevó, también como un amor apasionado y peligroso como el del L’Inconnu du lac, o incondicional como el de Hiroshima, mon amour.
Sus pensamientos y posturas hacia la vida se pueden resumir en una escena. Basta escuchar la fascinante descripción que hace Lucía de un momento clave de Runway Train o de su película favorita de Akira Kurosawa para entender la naturaleza del hombre. Sus voces son sabias.
Para ellas el cine las ayuda a “pensar en otras cosas y no en lo que vivimos”. En el cine “nadie se mete conmigo, voy a recrearme”, “entras a otro mundo, después me lo hago propio”. A través de las historias creadas por otros “me hago una visión a través de lo que me dieron”.
Las cinéphilas lo aclaran perfectamente: No somos espectadoras. Un cinéfilo “se mata corriendo por una película… Puede atravesar la ciudad por una película”.
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“Todo lo que yo tengo adentro es por el cine”.
Importante: Las cinéphilas está disponible hasta el 14 de abril y es gratis.
Esther Montes
Obsesiva de las carteleras de cine y de las series que para cada situación en su vida siempre se remite a la ficción para explicarse qué sucede.
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